APRENDER DE
LOS SENCILLOS
Jesús no tuvo problemas con las gentes sencillas del pueblo. Sabía que le entendían. Lo que le preocupaba era si algún día llegarían a captar su mensaje los líderes religiosos, los especialistas de la ley, los grandes maestros de Israel. Cada día era más evidente: lo que al pueblo sencillo le llenaba de alegría, a ellos los dejaba indiferentes.
Aquellos campesinos que vivían defendiéndose del hambre y de los grandes terratenientes le entendían muy bien: Dios los quería ver felices, sin hambre ni opresores. Los enfermos se fiaban de él y, animados por su fe, volvían a creer en el Dios de la vida. Las mujeres que se atrevían a salir de su casa para escucharle intuían que Dios tenía que amar como decía Jesús: con entrañas de madre. La gente sencilla del pueblo sintonizaba con él. El Dios que les anunciaba era el que anhelaban y necesitaban.
La actitud de los «entendidos» era diferente. Caifás y los sacerdotes de Jerusalén lo veían como un peligro. Los maestros de la ley no entendían que se preocupara tanto del sufrimiento de la gente y se olvidara de las exigencias de la religión. Por eso, entre los seguidores más cercanos de Jesús no hubo sacerdotes, escribas o maestros de la ley.
Un día, Jesús descubrió a todos lo que sentía en su corazón. Lleno de alegría le rezó así a Dios: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla».
Siempre es igual. La mirada de la gente sencilla es, de ordinario, más limpia. No hay en su corazón tanto interés torcido. Van a lo esencial. Saben lo que es sufrir, sentirse mal y vivir sin seguridad. Son los primeros que entienden el evangelio.
Esta gente sencilla es lo mejor que tenemos en la Iglesia. De ellos tenemos que aprender obispos, teólogos, moralistas y entendidos en religión. A ellos les descubre Dios algo que a nosotros se nos escapa. Los eclesiásticos tenemos el riesgo de racionalizar, teorizar y «complicar» demasiado la fe. Solo dos preguntas: ¿por qué hay tanta distancia entre nuestra palabra y la vida de la gente? ¿Por qué nuestro mensaje resulta casi siempre más oscuro y complicado que el de Jesús?
José Antonio Pagola
ORAR DESDE EL EVANGELIO EN TIEMPOS DE FINAL DE ESTADO DE ALARMA: TIEMPOS PARA RESUCITAR, LA NUEVA NORMALIDAD
I. ACERCAMIENTO AL EVANGELIO
-Oración de acción de gracias de Jesús al Padre:
+se revela “los misterios del Reino” a los sencillos y no a los sabios y poderosos
+es el Hijo quien atrae al Padre a quien quiere, gratuita y sin méritos propios
+se presenta INVITANDO A IR A JESÚS PARA ALIVIAR CANSANCIOS Y AGOBIOS.
+Y CARGAR CON SU YUGO (“llevadero y ligero”)
+y a aprender de Él a ser manso y humilde corazón
II. COMENTARIO DEL TEXTO (Ver comentario de A. Pagola)
– la gente sencilla entendía y se hacía entender por Jesús de su proyecto humanizador del Reino, frente los sabios y entendidos ajenos a la compasión y misericordia de los “excluidos”
– los pobres se convierten en evangelizadores de Jesús porque le revelan al Padre creador y salvador de todos y todo
III. MIRANDO A LA VIDA:
-VERANO: tiempo de descanso y alivio, de encuentros y de ocio/cultura de la naturaleza, música, arte…
-VERANO Y DESCANSO: tiempo de desescalada y ruptura de lo rutinario y ordinario en nuestra vida familiar, laboral, social y personal
-Tiempo de despojo de seguridades: poder, tener placer narcisista
IV LLAMADAS A LA CONVERSIÓN Y COMPROMISO
– A buscar espacios y actividades para recuperar el silencio interior y y la capacidad contemplativa para agradecer y ser yugo y cara ligera al modo de Jesús para vivir el proyecto de Jesús según el espíritu de las Bienaventuranzas: servir y aprender de la gente sencilla la sabiduría del Evangelio
– Ofrecer en clave de hospitalidad y denuncia profética toda forma de opresión y secundar la compasión y ternura a nivel personal, proyectos de apoyo y defensa de los más vulnerables (colectivos de mujeres, emigrantes y… en tiempos de crisis económica, laboral y espiritual en la línea de la carta del Papa “es tiempo de resucitar”)
V ORAR CON EL CONTENIDO DE LA ORACIÓN Y MODO DE ORAR DE JESÚS (con el Evangelio de hoy)
-el Padre se revela a quienes se abren con confianza en Él
-Jesús, como el Padre tiene preferencia por los pequeños
Jesús habla “hoy” a todos los hombres de buena voluntad: a ser aliviados por Él y ser consuelo y fortaleza de los más “frágiles” al modo de Jesús, yugo y carga ligera del amor compasivo, tierno y solidario capaz de dar vida y reconstruir nuestro “tejido” interior y exterior
Tenemos los mejores ejemplos de sencillez en las escrituras, Nuestro Señor Jesucristo de María nuestra madre y su esposo San José, Jesucristo siendo Dios y hombre permanece oculto sus 30 años de vida, en los 3 años siguientes, él huye del furor de la gente que lo desea como un héroe, que desea ese pueblo llevarlo en hombros el siempre se retira, porque no busca la fama, y el se hace asequible a todo al que le busca, enfermos, pobres, a los niños, a las viudas, a sus apóstoles, hasta aquellos que no eran Israelitas y María aun siendo la madre de Dios no busco nunca algún beneficio, nunca sobresalió entre las mujeres de su pueblo, pero ella daba amor como madre a todo al que se le acercara, y que decir de San José el siempre oculto sin decir palabra, pero siempre protegiendo a María y al niño Jesús.
Los sencillos son como niños. Los niños tienen una enorme capacidad de asombro, son receptivos, todo es novedad para ellos, preguntan, se interesan.
El adulto pierde mucho de esto, se va cerrando sobre sí mismo y cree que ya “se las sabe todas”.
No aprovecha siempre la oportunidad de tantas cosas buenas que le ofrece la vida.
La Buena Noticia está ahí, es la Oferta que no cesa .El sencillo la acoge en su corazón.
Es cierto que hay más VIDA en cualquier versículo del Evangelio, que en todos los eruditos tratados de Teología.
Hacernos como niños… El niño pregunta siempre, se maravilla… se pone en marcha .
Pongámonos en marcha con esa sencillez ante esa Promesa de Vida que es la Buena Nueva.