DIOS ES BUENO CON TODOS
Sin duda es una de las parábolas más sorprendentes y provocativas de Jesús. Se solía llamar «parábola de los obreros de la viña». Sin embargo, el protagonista es el dueño de la viña. Algunos investigadores la llaman hoy «parábola del patrono que quería trabajo y pan para todos».
Este hombre sale personalmente a la plaza para contratar a diversos grupos de trabajadores. A los primeros a las seis de la mañana, a otros a las nueve, más tarde a las doce del mediodía y a las tres de la tarde. A los últimos los contrata a las cinco, cuando solo falta una hora para terminar la jornada.
Su conducta es extraña. No parece urgido por la vendimia. Lo que quiere es que aquella gente no se quede sin trabajo. Por eso sale incluso a última hora para dar trabajo a los que nadie ha llamado. Y por eso, al final de la jornada, les da a todos el denario que necesitan para cenar esa noche, incluso a los que no lo han ganado. Cuando los primeros protestan, esta es su respuesta: «¿Vais a tener envidia porque soy bueno?».
¿Qué está sugiriendo Jesús? ¿Es que Dios no actúa con los criterios de justicia e igualdad que nosotros manejamos? ¿Será verdad que, más que estar midiendo los méritos de las personas, Dios busca responder a nuestras necesidades?
No es fácil creer en esa bondad insondable de Dios de la que habla Jesús. A más de uno le puede escandalizar que Dios sea bueno con todos, lo merezcan o no, sean creyentes o agnósticos, invoquen su nombre o vivan de espaldas a él. Pero Dios es así. Y lo mejor es dejarle a Dios ser Dios, sin empequeñecerlo con nuestras ideas y esquemas.
La imagen que no pocos cristianos se hacen de Dios es un «conglomerado» de elementos heterogéneos y hasta contradictorios. Algunos aspectos vienen de Jesús, otros del Dios justiciero del Antiguo Testamento, otros de sus propios miedos y fantasmas. Entonces, la bondad de Dios con todas sus criaturas queda como perdida o distorsionada.
Una de las tareas más importantes en una comunidad cristiana será siempre ahondar cada vez más en la experiencia de Dios vivida por Jesús. Solo los testigos de ese Dios pondrán una esperanza diferente en el mundo.
José Antonio Pagola
Ciertamente hermana Mercedes, en su comentario tengo la misma percepción de «alegrarnos de tener un Amo así.»
De otra parte, considero que muchas personas se afanan durante todo un día pero con ‘muy poca productividad’ mientras que hay otras que en media jornada hacen mucho más que las primeras, y hay otras que son solo una pocas personas -vocación de minoría- que en ‘pocas horas’ logran más las que las anteriores. «Muchas personas serán llamadas y pero pocas serán elegidas».
Saludos y bendiciones.
Gustavo «Panter» González
PD: Problemas de Internet y electricidad en mi país (Venezuela) han impedido el acceso a estas lecturas y hacerles llegar mis comentarios oportunamente.
El amor de Dios es incondicional y gratuito. Esa es la Buena Noticia……tan grande que no nos acaba de entrar en la cabeza.Debemos alegrarnos de que los obreros de última hora reciban el mismo salario , de manos de un amo que mira por ellos .
Y alegrarnos de tener un Amo así..
Cada noche,al retirarnos a descansar y repasar nuestra jornada, nos damos cuenta de nuestros fallos y como a veces, en el fondo …también somos obreros de «última hora»…
Y nos prometemos….:»Mañana lo intentaré de nuevo »
Bendito Amo que a pesar de nuestras jornadas escasas y débiles, nos alienta y nos paga, según su generosidad y su preocupación por todos sus jornaleros