LA IDENTIDAD DE JESÚS
Hasta la prisión de Maqueronte, donde está encerrado por Antipas, le llegan al Bautista noticias de Jesús. Lo que oye le deja desconcertado. No responde a sus expectativas. Él espera un Mesías que se imponga con la fuerza terrible del juicio de Dios, salvando a quienes han acogido su bautismo y condenando a quienes lo han rechazado. ¿Quién es Jesús?
Para salir de dudas, encarga a dos discípulos que pregunten a Jesús sobre su verdadera identidad: «¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?». La pregunta era decisiva en los primeros momentos del cristianismo.
La respuesta de Jesús no es teórica, sino muy concreta y precisa: comunicadle a Juan «lo que estáis viendo y oyendo». Le preguntan por su identidad, y Jesús les responde con su actuación curadora al servicio de los enfermos, los pobres y desgraciados que encuentra por las aldeas de Galilea, sin recursos ni esperanza para una vida mejor: «Los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia».
Para conocer a Jesús, lo mejor es ver a quiénes se acerca y a qué se dedica. Para captar bien su identidad no basta confesar teóricamente que es el Mesías, Hijo de Dios. Es necesario sintonizar con su modo de ser Mesías, que no es otro sino el de aliviar el sufrimiento, curar la vida y abrir un horizonte de esperanza a los pobres.
Jesús sabe que su respuesta puede decepcionar a quienes sueñan con un Mesías poderoso. Por eso añade: «Dichoso el que no se sienta defraudado por mí». Que nadie espere otro Mesías que realice otro tipo de «obras»; que nadie invente otro Cristo más a su gusto, pues el Hijo ha sido enviado para hacer la vida más digna y dichosa para todos, hasta alcanzar su plenitud en la fiesta final del Padre.
¿A qué Mesías seguimos hoy los cristianos? ¿Nos dedicamos a hacer «las obras» que hacía Jesús? Y si no las hacemos, ¿qué estamos haciendo en medio del mundo? ¿Qué está «viendo y oyendo» la gente en la Iglesia de Jesús? ¿Qué ve en nuestras vidas? ¿Qué escucha en nuestras palabras?
José Antonio Pagola
¿A que Mesías seguimos?
Al querer dar respuesta a esta primera interrogante, me sobreviene una primera preocupación: percibir en algunos hermanos separados de la fe católica, especialmente en sus pastores, ciertas conductas desordenadas en antítesis a la de «servir antes de ser servido»; una segunda: las afirmaciones y demás acusaciones que le hacen nuestra Iglesia católica, considerándola un poder político-religioso muy poderoso, y que ejerce una fuerte influencia en los pueblos de latinoamericanos. Esto producto de los hechos acaecidos en la hermana república de Bolivia; donde peligrosamente han tomado «en nombre de Dios» acciones muy apartadas de lo que fue la persona de Juan el Bautista, y más aún de la propia persona de Jesús, modelo perfecto y ejemplar de la persona humana.
Cuando se recurre a simbolismos como ‘la quema de la bandera de wiphala’, o dando afirmaciones como «la Biblia vuelve a Palacio», peligrosamente esto puede provocar situaciones de anomia; esas personas que promueven tales acciones simbólicas son ‘anti-cristos postmodernos’.
De igual manera, tenemos en nuestras Iglesias cristianas -católicas y protestantes-, personas que viven y disfrutan del confort que les brida los diezmos y/o donaciones -nada despreciables- que recogen de una feligresía inocentemente engañada. Aquí, también percibo con angustia, que estos personajes también son ‘anti-cristos’ que desatan un fervor cuasi-enfermizo, un fanatismo religioso que puede degenerar en una situación de ‘anomia religiosa’, despertando odio entre hermanos/as cristianos/as -«Las heridas de la unidad» (CIC 817)- apagando así la sensible llama de ‘espiritualidad liberadora’ que debemos mantener encendida todos los católicos del mundo en procura de alcanzar «la plenitud total de los medios de salvación. [Creyendo que] el Señor confió todos los bienes de la Nueva Alianza a un único colegio apostólico presidido por Pedro, para constituir un solo Cuerpo de Cristo en la tierra, al cual deben incorporarse plenamente los que [con «vocación de minoría»] de algún modo pertenecemos ya al Pueblo de Dios.» (Cfr. decreto sobre Ecumenismo del Concilio Vaticano II (UR3)).
Muy a pesar de que nuestras comunidades de base tienen ‘vocación de minoría’ no debemos desfallecer en lo mucho que hay hacer en tanto «obras de caridad» en el mundo, pero muy especialmente, empezando en nuestras comunidades parroquiales. Por ejemplo, acaso sabemos ¿cuántos enfermos hay en nuestra comunidad? Y si los sabemos, ¿qué estamos haciendo por ellos, los visitamos, le llevamos las ‘Buenas Noticias’? En todo caso, y yendo a situaciones más inmediatas, ¿acaso tenemos algún familiar enfermo que requiere atención y/o acompañamiento, y no se la damos? Surge también otra interrogante que nos cuestiona: ¿Qué estamos «viendo y oyendo» en nuestras propias familias? ¿Son verdaderas Iglesias domésticas? No, entonces empecemos desde allí nuestra acción pastoral. No basta con escuchar la Palabra, debemos ponerla en práctica desde el propio seno familiar, «LA FAMILIA constructora de la NUEVA SOCIEDAD», prestando mucha atención a lo que el Señor -a través de san Mateo- nos dice aquí y ahora en este periodo de Adviento.
Saludos y muchas bendiciones,
Gustavo «Panter» González
Hace unos días comentaban en un grupo que las cosas van mal , que si en verdad después de la venida de Jesús , la humanidad ha mejoradoo algo, que… que diferencia en el fondo hay entre la quijada de burro de Caín y las bombas nucleares…..
– «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?…….
El Mesías no se va a imponer por la fuerza , con terribles juicios y condenas
Su unica arma es el AMOR y su cercanía a los que mas sufren : para curar , para que cada vez la vida sea más humana y mejor .
A nosotros nos toca continuar su tarea y sembrar .. antes, ahora y siempre.sin mirar atrás , que no es cuestión de recoger resultados inmediatos …..trabajar y ponernos en sus Manos que no nos va a faltar nunca su ayuda,