MIRAR AL CRUCIFICADO
El evangelista Juan nos habla de un extraño encuentro de Jesús con un importante fariseo, llamado Nicodemo. Según el relato, es Nicodemo quien toma la iniciativa y va a donde Jesús «de noche». Intuye que Jesús es «un hombre venido de Dios», pero se mueve entre tinieblas. Jesús lo irá conduciendo hacia la luz.
Nicodemo representa en el relato a todo aquel que busca sinceramente encontrarse con Jesús. Por eso, en cierto momento, Nicodemo desaparece de escena y Jesús prosigue su discurso para terminar con una invitación general a no vivir en tinieblas, sino a buscar la luz.
Según Jesús, la luz que lo puede iluminar todo está en el Crucificado. La afirmación es atrevida: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna». ¿Podemos ver y sentir el amor de Dios en ese hombre torturado en la cruz?
Acostumbrados desde niños a ver la cruz por todas partes, no hemos aprendido a mirar el rostro del Crucificado con fe y con amor. Nuestra mirada distraída no es capaz de descubrir en ese rostro la luz que podría iluminar nuestra vida en los momentos más duros y difíciles. Sin embargo, Jesús nos está mandando desde la cruz señales de vida y de amor.
En esos brazos extendidos, que no pueden ya abrazar a los niños, y en esas manos clavadas, que no pueden acariciar a los leprosos ni bendecir a los enfermos, está Dios con sus brazos abiertos para acoger, abrazar y sostener nuestras pobres vidas, rotas por tantos sufrimientos.
Desde ese rostro apagado por la muerte, desde esos ojos que ya no pueden mirar con ternura a pecadores y prostitutas, desde esa boca que no puede gritar su indignación por las víctimas de tantos abusos e injusticias, Dios nos está revelando su «amor loco» por la humanidad.
«Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él». Podemos acoger a ese Dios y lo podemos rechazar. Nadie nos fuerza. Somos nosotros los que hemos de decidir. Pero «la Luz ya ha venido al mundo». ¿Por qué tantas veces rechazamos la luz que nos viene del Crucificado?
Él podría poner luz en la vida más desgraciada y fracasada, pero «el que obra mal… no se acerca a la luz para no verse acusado por sus obras». Cuando vivimos de manera poco digna, evitamos la luz, porque nos sentimos mal ante Dios. No queremos mirar al Crucificado. Por el contrario, «el que realiza la verdad se acerca a la luz». No huye a la oscuridad. No tiene nada que ocultar. Busca con su mirada al Crucificado. Él lo hace vivir en la luz.
José Antonio Pagola
ESCUCHAR LA PALABRA Y PONERLA EN PRÁCTICA
Evangelio del domingo 4º de Cuaresma – Ciclo B: Jn 3, 14-21
“Cristo, un poderoso rayo de luz, ilumina él mundo aún en penumbra ..y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz..”
I. Oración
Para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer.
Oración de San Agustín
Ven a mí, Espíritu Santo,
Espíritu de sabiduría:
dame mirada y oído interior
para que no me apegue a las cosas materiales,
sino que busque siempre las realidades del Espíritu.
Ven a mí, Espíritu Santo,
Espíritu de amor:
haz que mi corazón
siempre sea capaz de más caridad.
Ven a mí, Espíritu Santo,
Espíritu de verdad:
concédeme llegar al conocimiento de la verdad
en toda su plenitud.
Ven a mí, Espíritu Santo,
agua viva que lanza a la vida eterna:
concédeme la gracia de llegar
a contemplar el rostro del Padre
en la vida y en la alegría sin fin.
Amén.
II. VER: RETIRO DE CUARESMA
Contemplar cómo el Espíritu va haciendo presente al Verbo en la Iglesia y en el mundo
Leer, releer, subrayar y meditar/orar:
El misterio de la Encarnación se prolonga en el tiempo y en la historia: la comunidad cristiana es el Cuerpo de Cristo y en cada persona el Verbo hace presente su vida y su palabra en su conciencia (GS 16) y en la totalidad de su ser. Jesús nos invita a leer las señales que se dan a nuestro alrededor para saber descubrir los brotes del Reino de Dios en nuestra historia:
“Cuando veis subir una nube por el poniente, decís enseguida: ‘Va a caer un aguacero’, y así sucede. Cuando sopla el sur decís: ‘Va a hacer bochorno’ y sucede. Hipócritas: sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, pues, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que es justo? (Lc 12,54-57).
SILENCIO
Esta intuición de los signos de los tiempos la recoge y la introduce en el Concilio Juan XXIII, para hablarnos de acontecimientos de especial densidad que, de algún modo, nos revelan la presencia del Verbo:
“Haciendo nuestra la recomendación de Jesús de saber distinguir los signos de los tiempos, creemos descubrir en medio de tantas tinieblas, numerosas señales que nos infunden esperanza en el destino de la Iglesia y de la humanidad” (Juan XXIII, Convocatoria del Concilio).
SILENCIO
PUESTA EN COMÚN; poner por escrito y enviar si se quiere a todos cada semana.
III. Acercamiento al Evangelio
1. . Tanto Amó Dios al Mundo…
Si fuéramos realmente conscientes de cuánto nos ama Dios ¿cómo podríamos permanecer indiferentes o rehusar nada a Dios? Si creemos firmemente que él nos encuentra dignos de amor, ¿cómo pudiéramos no poner nuestra confianza en él? Él no nos fuerza: simplemente nos invita: «Éste es mi amor hacia ti; ¿te gustaría aceptarme a mí y mi amor? ¿Te gustaría compartir mi amor con otros amándoles a ellos también?» ¿Qué respuesta le damos a Dios, por medio de Jesucristo?
2. Mirando a la Cruz
En nuestras Iglesias y en la mayoría de nuestros hogares damos al crucifijo un lugar de honor. ¿Quiere ello decir que debemos amar las cruces? No, pero indica que creemos en nuestro Señor crucificado y que le amamos de corazón. Él nos salvó por su cruz y resurrección. Él es la señal de que Dios nos ama tanto que nos entregó a su único Hijo para traernos perdón, vida y amor. Es a Cristo Jesús a quien alzamos nuestra mirada buscando fuerza para llevar las cruces que vienen a nosotros en las dificultades de la vida. También le miramos buscando alegría y felicidad en nuestro peregrinar y buscando vida eterna más allá de la muerte. Con Jesús celebramos ahora, en la eucaristía, el memorial de su sacrificio en la cruz y de su resurrección.
1 Proclamación del santo Evangelio según san Juan (3,14-21)
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»
Palabra del Señor
2 Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo; comentarios…
SILENCIO
Anoto lo que descubro de JESÚS y la BUENA NOTICIA que escucho…:
qué cuenta el Evangelio; su Buena Noticia…
qué me llama la atención… por qué.
SILENCIO
Comentarios:
MIRAR AL CRUCIFICADO J. A. PAGOLA
https://www.gruposdejesus.com/4-cuaresma-b-juan-314-21-3/
-TANTO AMÓ DIOS AL MUNDO QUE ENTREGÓ A SU HIJO ÚNICO
https://www.dominicos.org/predicacion/homilia/14-3-2021/pautas/
Puesta en común
IV. ACCIÓN DE GRACIAS
1 Acción de gracias, llamadas a la conversión y compromisos.
Desde el evangelio:
• vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor…
SILENCIO
• Me fijo especialmente en los rasgos de Jesús…
SILENCIO
• Llamadas que me hace -nos hace- el Padre a través de este Evangelio y compromiso (s).
2 Puesta en común
V. Oración de los fieles
Oremos con la mayor confianza a Dios, nuestro Padre misericordioso, que nos amó
tanto que nos entregó a su Hijo Jesucristo, y digamos: R/. Señor, ten piedad de tu pueblo.
-Por el Papa, los obispos, sacerdotes y personas consagradas, para que sepan predicar eficazmente el valor redentor de la cruz, roguemos al Señor.
R/. Señor, ten piedad de tu pueblo.
-Por la comunidad plena de la Iglesia, para que realmente llegue a ser para todos los hombres signo del amor, la esperanza y el perdón de Dios, roguemos al Señor.
R/. Señor, ten piedad de tu pueblo.
-Por los gobernantes de las naciones y por todos los líderes políticos y económicos, para que, por su preocupación por la justicia y la paz, sirvan para la felicidad de todos, roguemos al Señor.
R/. Señor, ten piedad de tu pueblo.
-Por los muchos que están desarraigados hoy día: las víctimas de la guerra y la opresión, los refugiados, los presos, los emigrantes, los sin techo, para que encuentren esperanza basada en nuestra preocupación por la justicia, y que sientan el calor de nuestro amor, plasmado en nuestro compromiso por mejorar su dolorosa situación, roguemos al Señor.
R/. Señor, ten piedad de tu pueblo.-
Por nosotros aquí reunidos, y por todas las comunidades cristianas, para que la bondad y el amor de Jesús esté vivo y se haga visible en nosotros, porque Dios ha sido bueno con tooodos, roguemos al Señor.
R/. Señor, ten piedad de tu pueblo.
Señor Dios nuestro, día tras día experimentamos tu increíble amor. Escucha nuestras súplicas y haznos dignos de tu amor, por medio de Jesucristo Nuestro Señor.
VI Padrenuestro, Ave María y gloria
VII Bendición final
Hermanos: Dios ha sido muy bueno con nosotros.
Todo lo que tocamos es gracia que procede de él.
Hemos experimentado de nuevo su gran amor
en este encuentro con el Evangelio.
Con Jesús entre nosotros,
¿acaso no podemos intentar
que este amor sea mutuo y tangible,
especialmente para con los necesitados y afligidos?
Que la bondad de Dios brille en nosotros.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo
descienda sobre nosotros
y permanezca para siempre..
000discipulosmisioneros@gmail.com