Jesús, profeta de la compasión
Jesús fue el primero en vivir totalmente desde la compasión de Dios, desafiando claramente el sistema de santidad y pureza que predominaba en la sociedad de su tiempo. La actividad profética de Jesús, se caracteriza por tres rasgos inconfundibles. Jesús es…
- un profeta curador dedicado a aliviar el sufrimiento de los enfermos;
- un profeta defensor de los pobres, excluidos del imperio de Roma y olvidados por la religión del templo;
- un profeta amigo de pecadores que acoge a gentes indeseables que viven al margen de la Alianza.
Son tres rasgos que han de caracterizar a quien sigue radicalmente sus pasos.
Un profeta curador
Jesús se acerca, antes que nada, a los enfermos de las aldeas. Son los que más sufren.
Su tarea siempre es la misma: alivia su dolor, acaricia la piel de los leprosos, libera a los poseídos por espíritus impuros, los rescata de la marginación en que viven y los devuelve a la convivencia.
Los evangelios señalan repetidamente que Jesús curaba «movido por la compasión». Se dice literalmente que a Jesús «le temblaban las entrañas» al ver sufrir a los enfermos.
Jesús sufre al ver la distancia que hay entre el sufrimiento de estos hombres y mujeres, enfermos y desnutridos, y la vida sana que Dios quiere para todos ellos. No los cura para probar su condición divina o la veracidad de su mensaje. Lo que le mueve a Jesús es la compasión.
Un profeta defensor de los pobres
Esta compasión mueve a Jesús también a defender a los que viven hundidos en la miseria. Los pobres que lo rodean son un grupo fácilmente reconocible. No saben lo que es comer carne ni pan de trigo. Entre ellos hay mendigos que andan de pueblo en pueblo. Hay jornaleros sin trabajo fijo y campesinos huidos de sus acreedores. Muchas son mujeres. Entre ellas, viudas que no han podido casarse de nuevo, esposas estériles repudiadas por sus maridos.
Todos estos hombres y mujeres tienen un rasgo común: viven en un estado de miseria del que ya no podrán escapar. Jesús se une a ellos como un mendigo más. Los acoge y los defiende: «Dichosos vosotros, los que no tenéis nada porque de vosotros es el reino de Dios; dichosos los que ahora pasáis hambre porque seréis saciados; dichosos los que ahora lloráis porque reiréis» (Lucas 6,20-21).
Aquella miseria que los condena al hambre, la enfermedad y el llanto no tiene su origen en Dios. El sufrimiento de estos pobres inocentes ha de ser tomado en serio. No puede ser aceptado como algo normal, pues es inaceptable para Dios. Todos han de saber que son los hijos e hijas predilectos de Dios. Nunca en ninguna parte se construirá la vida tal como la quiere Dios si no es liberando a los pobres de su miseria.
Un profeta amigo de pecadores
Pero lo que más sorprendía de Jesús no era verlo curar enfermos en sábado o defender a los últimos de aquella sociedad. Lo que más escandalizaba era ver cómo acogía amistosamente a los pecadores y cómo se sentaba a la mesa con publicanos y prostitutas: «¿Qué? ¿Es que come con publicanos y pecadores?» (Marcos 2,16); «Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de pecadores» (Mateo 11,19 y Lucas 7,34).
¿Cómo puede actuar así un hombre de Dios? Jesús no parece oír las críticas e insiste en acoger a todos. No excluye a nadie. Él conoce bien el corazón del Padre. Todos pueden contar con su amistad. Hasta los pecadores que viven lejos de Dios.
Aquellos amigos y amigas que acoge a su mesa son hijos “perdidos” que no aciertan a volver a Dios por el camino de la Ley. Pero Dios los está buscando como un pastor busca a su oveja perdida (Lucas 15,4-7). Por eso Jesús les ofrece la amistad y el perdón de Dios antes de que se conviertan. Lo hace confiando totalmente en la compasión de Dios. No merecen el perdón. No lo merece nadie. Pero Dios es así: misericordia, amor y perdón gratuito. Nadie ha realizado en esta tierra un signo más cargado de compasión y de perdón en nombre de Dios.
JESÚS, PROFETA DEL AMOR Y LA MISERICORDIA.
Profeta mensajero revestido de autoridad, que anuncia a los hombres los designios de Dios, manifestados a través de su palabra y los signos de los tiempos. Así es como en el Antiguo Testamento, el profeta se presenta en medio del pueblo, guía su camino, revela la Ley y voluntad de Dios, escritas en «tablas de piedra».
El profeta, a mi modesto modo de entender la Escritura, no es un mago o adivino, intérprete de un Dios que cuesta reconocer y permanece oculto en el misterio.
Es alguien que mira, contempla la realidad, se deja interpelar por ella, escucha el lenguaje con que el misterio de Dios se expresa y revela.
Jesús es más que un profeta, enviado por Dios a su pueblo.
Jesucristo Profeta y más que profeta. Su autoridad no reside en ningún poder de este mundo, ni se la atribuye para sí, es el Padre quien le ha «revestido» de autoridad, encarnando en él su amor y misericordia.
Juan, el Bautista, deja, se aparta ante Aquél que es «más que yo», al que «no soy digno de desatar la correa de sus sandalias».
Profeta, si, no sólo anunciador de los designios de Dios, sino Dios vivo entre nosotros.
No se puede entender a Dios, ahondar en su misterio, sino es a través de Jesús, y no se puede revelar la Verdad de Dios sino se vive su amor y misericordia.
Jesús no quita nada, ni una tilde de la Ley y los profetas, ellos se acercaron al misterio, el Espíritu de Dios, su amor, que aún no se había revelado les iba guiando.
Jesús, aparece en la historia, es el verdadero «rostro» de Dios, se cumplen en él todas las leyes y profecías, serán una realidad viva, certera, cercana, reflejo de un Dios que se deja «tocar» a través del AMOR.
Profeta de un Dios que «escribe» su voluntad en el corazón de cada hombre y mujer, su Palabra hecha carne en Jesús, Profeta de la Misericordia.
Hoy sigue preguntándonos a tí y a mí: ¿crees tú esta Verdad?
Y Jesús nos dice: «Yo no hablo por mí, el Padre es quien me ha dado a conocer, las cosas que os he transmitido. El Padre y yo somos uno, él está en mí y yo en vosotros».
Creo Señor, pero aumenta mi fe.
Miren Josune
Acerca del Profeta de Profetas y Único Mesías.
Mateo 17,1-8
Seis días después tomó Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó a un monte alto a solas. Y se transfiguró ante ellos. Su rostro brillaba como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto vieron a Moisés y a Elías que conversaban con Jesús. Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
—Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres hago tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Aún estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió y una voz desde la nube decía:
—Este es mi Hijo amado, en quien me complazco, escuchadlo.
Al oír esto, los discípulos cayeron de bruces, aterrados de miedo. Jesús se acercó, los tocó y les dijo:
—Levantaos, no tengáis miedo.
Al levantar la vista no vieron a nadie más que a Jesús.
Marcos 1,9-11
Por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea para ser bautizado por Juan en el Jordán.
En cuanto salió del agua vio rasgarse los cielos y al Espíritu descender sobre él como una paloma.
Se oyó entonces una voz desde los cielos.
—Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.
En el 1º Texto de Mateo 17, 5, en la Transfiguración de Jesús, se refiere a: ESTE ES MI HIJO QUERIDO Y PREDILECTO. ESCUCHENLO, a si como UNA presentación a sus discípulos o más bien afianzando su vida y toda obra de amor y misericordia.
En el 2º Texto de Marcos 1, al final del vers., 10, El Bautismo de Jesús, TU ERES MI HIJO AMADO, EN TI ME COMPLAZCO.
Además que durante el recorrido que tuvo el Antiguo Testamento, siempre se hablo de un MESIAS, quien los mismos profetas se encargaron de anunciar.
A María se le Anuncia el Nacimiento de Jesús, en Lucas 1, 26-38, y en el versículo 32 dice Sera grande, llevara el título de HIJO DEL ALTISIMO…
Esto me hace reflexionar acerca del concepto profeta, que también en el fondo de mi ser lo considero como Profeta, Maestro y un todo de sabiduría, amor y misericordia. Sin pretender intencionar, debate alguno o quizás tal vez también me equivoque en la forma en que veo su vida y pasión a través de lo aprendido hasta hoy, siento que el termino PROFETA le pueda quedar muy pequeño, pero también entiendo que Jesús en su simpleza y sencillez, el también desea que veamos en los más humildes y postergados su ROSTRO, ese rostro, de los que no vemos o no tomamos en cuenta, por ir rápido por la vida, detrás de un Éxito fácil, de un Éxito egoísta, de un Éxito que no ve mas allá del núcleo de la familia (a veces). Mas allá de este éxito o triunfo, por poseer materialmente todo, al menor esfuerzo posible, en una sociedad moderna que finalmente Atenta Contra el Proyecto de Jesús.
No intento dejar un comentario, solo deseo entender mejor: La actividad profética de Jesús, que se caracteriza por tres rasgos
un profeta curador dedicado a aliviar el sufrimiento de los enfermos;
un profeta defensor de los pobres, excluidos del imperio de Roma y olvidados por la religión del templo;
un profeta amigo de pecadores que acoge a gentes indeseables que viven al margen de la Alianza.
Jesús, profeta de la compasión
Un profeta curador
Un profeta amigo de pecadores
Saber que sucede con el concepto PROFETA, siempre lo he entendido como un ser especial, encarnado en la sociedad que le toco, hecho hombre, mas alla de los profetas.
Me parece muy interesante el concepto, pero es necesario tener algunos argumentos, para ello. a mi mucho me interesan. Generalmente trabajo con comunidades en formacion en un nivel muy basico.
Bendito Padre nuestro, desde mi humilde ser ,te doy gracias cada día y a cada momento por tú gran misericordia. Sé que nos amas desde tus entrañas, jamás nosotros llegaremos amar así. Dio gracias a Dios Padre por la entrega de su amado hijo,nuestro Señor; Jesús. Bendito sea mi Señor, bendito su Espíritu Santo,y,bendito sea su amor lleno de bondad,que siempre nos espera con los brazos abiertos ,para perdonar todo nuestras faltas,.Amado Padre mio,cuánto te amo.