Queridos amigos y amigas:
En mi carta anterior os hablaba de la importancia de «conversar con Jesús» y tratar con él para poder conocerlo mejor. Terminaba con estas preguntas: ¿Cómo puedo yo escuchar a Jesús si está en silencio y no puedo oír su voz? ¿Cómo lo puedo ver actuando si es invisible y solo puedo percibirlo por la fe en mi interior?
Los evangelistas escribieron sus relatos precisamente para ayudarnos a los creyentes, que vendríamos siglos más tarde, a mantenernos en contacto vivo con Jesús resucitado. Hicieron dos cosas:
En primer lugar, recogieron las palabras que habían escuchado a Jesús, pero no como si fueran el testamento de un maestro muerto del pasado, sino como palabras de un Maestro que está vivo y sigue hablándonos hoy a nosotros desde el fondo de nuestro ser.
Esas palabras que podemos leer en el evangelio tú y yo, le dan voz a ese Jesús silencioso que habita en nosotros. También hoy le podemos escuchar las palabras que decía por los caminos de Galilea:
«Hombre de poca fe, ¿Por qué dudas?».
«Animo, soy yo. No tengáis miedo».
«Tus pecados están perdonados. Vete en paz».
«¿Que quieres que haga yo por ti?»…
En segundo lugar, los evangelistas recogen también la actuación de Jesús, lo que hacía, cómo trataba a las gentes, cómo era con los más necesitados… Pero no lo hacen para redactar la biografía de un personaje muerto para siempre, sino para que sus seguidores podamos también hoy percibir su acción en nosotros.
Esa actuación de Jesús, que podemos leer en los evangelios, le da visibilidad a ese Jesús invisible que habita en nosotros.
El que curaba a los enfermos, me está sanando por dentro.
El que abrazaba a los pequeños, me está abrazando cuando me ve débil y sin fuerzas.
El que llamaba a los discípulos, hoy me está llamando a mí.
El que curaba a los ciegos, me está dando una luz nueva para mirar la vida de manera diferente.
No solo le escucharás y le dejarás actuar en tu interior, sino que podrás hablarle y dialogar con él.
«Creo, Señor, pero aumenta mi poca fe».
«Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero».
«Señor, yo te seguiré adonde vayas».
«Jesús, si quieres puedes limpiarme».
Haz tú mismo la experiencia. Toma en tus manos un texto evangélico que te resulte más familiar. Tu vida puede cambiar para siempre.
José Antonio Pagola
Gracias de todo corazón, gracias con toda mi alma, por tus palabras tan proximas, tan llenas de Luz, de Amor y comprensión; con ellas me siento mas motivada para que mi camino para seguir a Jesús, sea mas auténtico, mas alegre, con mas fuerza de espíritu y también fisica, para afrontar las dificultades.
Qué alegría estar en los Grupos de Jesús, somos UNO en una fraternidad que nos une el Amor imperecedero del Maestro. ¡Cuanta fuerza! ¡Cuanta Fe! ¡Cuanto Amor!
Gracias Jose Antonio, necesitamos tu guía, tu claridad de entendimiento, tus razonamientos que nos ponen en marcha.
Recibe mi amor en Cristo.
He sentido una gran alegría al leer las dos últimas cartas de José Antonio. No es fácil de entender e identificarse con lo que nos propone, pero sin duda alguna es el paso que hay que dar para vivir a Jesús y seguir sus pasos. Sólo desde el diálogo personal y profundo con él, se llega a la unión plena y en consecuencia a la transformación de nuestra forma de ser y vivir.
La lectura personal del evangelio es nuestra gran herramienta.
Gracias y un abrazo.
Arantxa
Gracias, José Antonio .
Son reflexiones de gran ayuda porque son VERDAD.´
El Evangelio está VIVO.
A veces leemos un texto que creemos ya «conocer «y nos damos cuenta de que siempre nos despierta algo nuevo…Jesús nos sale ahí al encuentro , dándonos la Mano para continuar en camino
Un abrazo.