¿QUÉ ES MÁS SANO?
La cultura moderna exalta el valor de la salud física y mental, y dedica toda clase de esfuerzos para prevenir y combatir las enfermedades. Pero, al mismo tiempo, estamos construyendo entre todos una sociedad donde no es fácil vivir de modo sano.
Nunca ha estado la vida tan amenazada por el desequilibrio ecológico, la contaminación, el estrés o la depresión. Por otra parte, venimos fomentando un estilo de vida donde la falta de sentido, la carencia de valores, un cierto tipo de consumismo, la trivialización del sexo, la incomunicación y tantas otras frustraciones impiden a las personas crecer de manera sana.
Ya S. Freud, en su obra El malestar en la cultura, consideró la posibilidad de que una sociedad esté enferma en su conjunto y pueda padecer neurosis colectivas de las que tal vez pocos individuos sean conscientes. Puede incluso suceder que dentro de una sociedad enferma se considere precisamente enfermos a aquellos que están más sanos.
Algo de esto sucede con Jesús, de quien sus familiares piensan que «no está en sus cabales», mientras los letrados venidos de Jerusalén consideran que «tiene dentro a Belzebú».
En cualquier caso, hemos de afirmar que una sociedad es sana en la medida en que favorece el desarrollo sano de las personas. Cuando, por el contrario, las conduce a su vaciamiento interior, la fragmentación, la cosificación o disolución como seres humanos, hemos de decir que esa sociedad es, al menos en parte, patógena.
Por eso hemos de ser lo suficientemente lúcidos como para preguntarnos si no estamos cayendo en neurosis colectivas y conductas poco sanas sin apenas ser conscientes de ello.
¿Qué es más sano, dejarnos arrastrar por una vida de confort, comodidad y exceso que aletarga el espíritu y disminuye la creatividad de las personas o vivir de modo sobrio y moderado, sin caer en «la patología de la abundancia»?
¿Qué es más sano, seguir funcionando como «objetos» que giran por la vida sin sentido, reduciéndola a un «sistema de deseos y satisfacciones», o construir la existencia día a día dándole un sentido último desde la fe? No olvidemos que Carl G. Jung se atrevió a considerar la neurosis como «el sufrimiento del alma que no ha encontrado su sentido».
¿Qué es más sano, llenar la vida de cosas, productos de moda, vestidos, bebidas, revistas y televisión o cuidar las necesidades más hondas y entrañables del ser humano en la relación de la pareja, en el hogar y en la convivencia social?
¿Qué es más sano, reprimir la dimensión religiosa vaciando de trascendencia nuestra vida o vivir desde una actitud de confianza en ese Dios «amigo de la vida» que solo quiere y busca la plenitud del ser humano?
José Antonio Pagola
Audición del comentario
Marina Ibarlucea
Excelentes reflexões. Gostei DEMAIS!!!
LA LOCURA DE QUIEN AMA
Domingo X del T.O. Ciclo – B
El relato del Evangelio, presenta a Jesús en medio de los diferentes escenarios y controversias, que suscitan sus palabras y gestos en quienes escuchan y observan. Le llaman «loco», poseído por el maligno. Su familia piensa que no está en su sano juicio, al verle increpar y echar fuera, las fuerzas del mal, ofreciendo resistencias.
Jesús se enfrenta a las críticas, en ellas no reside la Verdad sino la insidia de sus adversarios, quienes se resisten a creer en su fuerza sanadora, aquélla que nace del Espíritu que le habita y está dirigida a buscar el bien, liberando de tantas esclavitudes y posesiones, a quienes son víctimas de su propia fragilidad y pecado.
Su palabra es clara y certera: hay un mal más dañino que la propia fragilidad de la Naturaleza, más que los mezquinos actos de tantos males y pecados, hechos al libre albedrío de los instintos más viscerales. Consiste en ofender y negar la acción del Espíritu, la que libera, sana y hace recobrar la dignidad perdida. Jesús es contundente y firme en sus palabras, se pronuncia dando razón de su proceder y actuar: «os aseguro, que todo aquéĺ que ofenda y profane la acción del Espíritu Santo, no encontrará perdón».
Jesús revela así, su íntima unión con el Padre y el Espíritu que habita en él, es el aliento de Vida lleno del Amor de Dios.
Sus parientes, entre ellos, su Madre, salen a su encuentro, piensan que desvaría y no se percata de la maldad que anida en el corazón de sus enemigos, y temen por su vida, le dicen: mira, tu madre y hermanos te están esperando.
Jesús responde a sus palabras: ¿Quién es mi madre y familia? Parece despectiva su interpelación, más nos quiere dejar clara y lúcida, la idea que podamos hacernos de él. Mira en derredor, contempla a aquellos hombres y mujeres que le escuchan, pues quieren seguirle, han encontrado en él, el sentido y razón de su vida, es su Amigo, Hermano, Maestro.
Hay una familia más plena, la que nunca te traiciona ni busca su interés; siempre puedes contar con élla. Familia que en todo momento, acepta la voluntad del Padre y pone por obra su Amor y Misericordia. Esta famiĺia no sabe de indiferencia, nada ajeno le parece extraño e inaccesible, es la FAMILIA de los hijos e hijas de Dios.
No tengo la menor duda, si queremos hallar el verdadero y lúcido sentido de la vida, hemos de fomentar las realidades que habitan en nuestro ser más íntimo: el amor y la entrega de sí, la Misericordia del corazón hecha compasión, generosidad y altruísmo, servicio humilde, capacidad de atenta escucha, honestidad sincera en el obrar….,
interminables los gestos y actitudes que dan sentido a la vida y son testimonio del Evangelio vivido en la Verdad de Jesús.
La peor locura es convertir el corazón en una «piedra» ¡No, al suicidio del Espíritu!. El que nos vuelve indiferentes a los otros.
Miren Josune.