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Domingo de Ramos – A (Mateo 26,14–27,66)

Evangelio del 05 / Abr / 2020
Publicado el 30/ Mar/ 2020
por Coordinador - Mario González Jurado
espiritualidad, evangelio, renovación

NO TE BAJES DE LA CRUZ

Según el relato evangélico, los que pasaban ante Jesús crucificado se burlaban de él y, riéndose de su sufrimiento, le hacían dos sugerencias sarcásticas: si eres Hijo de Dios, «sálvate a ti mismo» y «bájate de la cruz».

Esa es exactamente nuestra reacción ante el sufrimiento: salvarnos a nosotros mismos, pensar solo en nuestro bienestar y, por consiguiente, evitar la cruz, pasarnos la vida sorteando todo lo que nos puede hacer sufrir. ¿Será también Dios como nosotros? ¿Alguien que solo piensa en sí mismo y en su felicidad?

Jesús no responde a la provocación de los que se burlan de él. No pronuncia palabra alguna. No es el momento de dar explicaciones. Su respuesta es el silencio. Un silencio que es respeto a quienes lo desprecian y, sobre todo, compasión y amor.

Jesús solo rompe su silencio para dirigirse a Dios con un grito desgarrador: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». No pide que lo salve bajándolo de la cruz. Solo que no se oculte ni lo abandone en este momento de muerte y sufrimiento extremo. Y Dios, su Padre, permanece en silencio.

Solo escuchando hasta el fondo este silencio de Dios descubrimos algo de su misterio. Dios no es un ser poderoso y triunfante, tranquilo y feliz, ajeno al sufrimiento humano, sino un Dios callado, impotente y humillado, que sufre con nosotros el dolor, la oscuridad y hasta la misma muerte.

Por eso, al contemplar al Crucificado, nuestra reacción no puede ser de burla o desprecio, sino de oración confiada y agradecida: «No te bajes de la cruz. No nos dejes solos en nuestra aflicción. ¿De qué nos serviría un Dios que no conociera nuestros sufrimientos? ¿Quién nos podría entender?».

¿En quién podrían esperar los torturados de tantas cárceles secretas? ¿Dónde podrían poner su esperanza tantas mujeres humilladas y violentadas sin defensa alguna? ¿A qué se agarrarían los enfermos crónicos y los moribundos? ¿Quién podría ofrecer consuelo a las víctimas de tantas guerras, terrorismos, hambres y miserias? No. No te bajes de la cruz, pues, si no te sentimos «crucificado» junto a nosotros, nos veremos más «perdidos».

José Antonio Pagola

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3 Comments
  1. GERMAN FLAMM CARVAJAL 04/04/2020 at 22:00 Responder

    Creo que hay un día,en que Cristo abandona la cruz, abandono que explica su resurrección y que hace posible que 21 siglos posteriores,el siga presente entre nosotros, ya sea por la práctica de muchos cristianos en las asistencias a las misas,participando y/o recibiendo sacramentos,procesiones,en Comunidades de Base, y en muchas otras personas que con sus propios caminos espirituales contemplan y viven parte o todas sus enseñanzasEnseñanzas que descubrimos en personas tales como Luther King. Gandhi y otros.
    Y otros que son invisible a nuestros ojos,como mujeres y hombres muy lejanos físicamente,pero que en sus sociedades fueron ejemplos de virtud,
    Este Cristo es propiedad de la humanidad,no es excluyente por la practica de ciertos ritos, el que le interesa a Cristo,al Espíritu,es el rito de hacer, de vivir, de practicar el Bien, que es su mandamiento,contenido en el Sermon de la montaña y en su oracion al Padre,al Espiritu.

  2. Javier 04/04/2020 at 19:50 Responder

    Jesús supero las tentaciones utilizando las enseñanzas que Dios Padre le trasmitía cuando se retiraba a orar. Jesús supera la Cruz con Amor y con una infinita confianza en su Padre, aunque este no le hable. Jesús conoce al Padre como ningún otro lo puede conocer, por eso guarda silencio, soporta el terrible sufrimiento y espera la muerte con Amor. Creo que es la enseñanza más importante que nos deja Jesús. Confiar en Dios Padre hasta el final, aunque no entendamos nada. Sus matemáticas, son diferentes a las nuestras, así como su física y su sentido de la justicia. Todo en Dios Padre es incomprensible para nosotros. Sólo podremos conocerlo oyendo a Jesús y mirando lo que hace Jesús. Lo que dice Jesús lo dice Dios Padre. Lo que le gusta a Jesús, le gusta a Dios Padre y lo que no le gusta a Jesús no le gusta a Dios Padre. Aprendamos a hacer lo que le gusta a Dios Padre mirando a Jesús y viendo cómo confió plenamente en Él. Lo mismo tenemos que intentar hacer nosotros. Poner nuestra confianza en Dios Padre y en nada más. Hay que ser valientes e intentarlo.

  3. mercedes castellano fdez 02/04/2020 at 16:32 Responder

    Es verdad que es el versículo más desgarrador e impresionante del Evangelio
    El párrafo de esta reflexión :»Sólo escuchando hasta el fondo este silencio de Dios, descubrimos algo de su Misterio….etc ; ha sido para mí de una gran ayuda
    Ahora estamos viviendo momentos dificiles , en los que necesitamos meditarlo así .
    No recuerdo quien dijo , que si Jesús se hubiera bajado entonces de la cruz…..es cuando hubiera dejado de creer en él ……
    Muchas gracias por este comentario a este Evangelio
    Un abrazo

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