El ser humano en busca de sentido
Como en todos los tiempos, los hombres y mujeres de hoy andan buscando vivir de manera acertada en medio de conflictos y contradicciones, aciertos y errores, luchas y trabajos. Su primer problema no es la religión, sino la vida, acertar a vivir de una manera digna del ser humano.
Un ser lleno de contradicciones
De manera precipitada y hasta ingenua se ha llegado a pensar que la ciencia podría responder a todos los interrogantes del ser humano y que la tecnología podría satisfacer los anhelos del corazón humano. No es así.
El hombre de hoy, como el de todos los tiempos, sigue siendo un enigma difícil de descifrar. La pregunta elemental podría ser esta: ¿quién es este ser lleno de contradicciones? Siempre en busca de seguridad, y siempre desamparado. Llamado a la luz, y acosado de incertidumbres. Nacido para vivir, y abocado a la muerte.
La necesidad de sentido
El hombre de hoy, como el de todos los tiempos, no puede acallar del todo un interrogante que envuelve en profundidad toda su existencia y se despierta una y otra vez de manera callada, pero inevitable: ¿qué sentido tiene todo? ¿Qué sentido tiene la existencia? Casi espontáneamente brotan en nosotros interrogantes que no tienen fácil respuesta: ¿qué somos? ¿De dónde venimos? ¿Qué es lo que buscamos? Son preguntas a las que la ciencia y la técnica no pueden responder.
Solo una respuesta convincente a estos interrogantes puede permitirnos vivir de manera digna. Necesitamos saber quiénes somos y de dónde venimos, por qué existimos y adónde vamos, incluso para integrar de manera adecuada el poder de la ciencia y de la tecnología en la dinámica de la historia humana. Hasta ahora, las religiones han sido las «grandes dadoras de sentido». Hoy la religión está en crisis. Sin embargo, no es previsible que el ser humano se acostumbre a vivir su existencia como algo sin sentido.
El ser humano en busca de proyecto
Sea cual fuere la respuesta que se dé al sentido último de la existencia, hay algo que parece imponerse de forma clara. El ser humano no se realiza si no es haciendo el bien. Las distintas formas de entender la existencia pueden llevarnos a pensar de forma diversa acerca de lo que es bueno o malo, de lo que debemos hacer o evitar, pero la llamada que experimenta la conciencia humana a hacer el bien parece una constante inherente al ser humano.
La necesidad de proyecto
Ya no es posible afirmar de manera inocente la objetividad e imparcialidad de la ciencia tecnológica. Hay algo previo que lo determina todo: los fines que se pretenden, las decisiones que orientan la investigación, las implicaciones y las consecuencias del desarrollo científico y tecnológico. El potencial científico se puede desarrollar para potenciar la industria militar o para acabar con el hambre en el mundo. El progreso científico-tecnológico no aporta, sin más, mayor humanidad. El hombre necesita actuar en el horizonte de un proyecto capaz de conducirlo hacia su propio bien, hacia su realización, hacia niveles de existencia siempre más dignos del ser humano.
El sistema de valores
¿Cuáles son aquellos valores auténticos que hemos de perseguir si queremos avanzar hacia la liberación real y hacia la realización más plena del ser humano? ¿Qué es lo que puede hacer al hombre más digno de tal nombre? Las ciencias nos pueden enseñar mucho acerca de los medios que podemos utilizar o los modos de funcionar en un campo u otro, pero nada nos dicen sobre los valores que hemos de promover. La ciencia no tiene conciencia, y no nos puede señalar el camino a seguir.
Parece necesario contar con un patrimonio estable y fundamentado de valores morales, dignos del ser humano. ¿Es esto posible sin referencia a algún valor último y absoluto? ¿Es posible una moral digna del ser humano sin Dios?
José Antonio Pagola, NUEVA ETAPA EVANGELIZADORA, 4. Caminos de evangelización, capítulo 1