Vamos avanzando en nuestro recorrido. Hemos dado ya pasos muy importantes. Poco a poco hemos ido descubriendo el estilo de vivir de Jesús. Está creciendo en nosotros el deseo sincero de vivir como discípulos y seguidores suyos. Ha llegado el momento de escuchar seis de las llamadas más importantes y fundamentales. Hemos de grabarlas bien en nuestro corazón.
Escucharemos en primer lugar la llamada a entrar en el reino de Dios para acoger el proyecto humanizador del Padre, y vivir, como Jesús, colaborando en abrir caminos a un mundo más justo y fraterno. Escucharemos luego su invitación a ser compasivos como el Padre del cielo: es la primera actitud para trabajar por un mundo más humano, como lo quiere Dios. En tercer lugar, Jesús nos llamará a centrar nuestra vida en el amor a Dios y al hermano: nada hay más importante que el amor.
EL AMOR QUE SIRVE
Servir, hacer el bien, es la invitación que nos hace Jesús para ser coherentes con la Palabra. Es bueno «ejercer la caridad y justicia, con tal de que no se aproveche el egoísmo»
La realidad es triste, observar a quienes buscan privilegios, un trato de favor o preferencia, a costa de negar el derecho de los otros-@s, a ser tratados de manera humana y digna.
Jesús nos recuerda la importancia de la entrega en el servicio abnegado y sencillo, ausente de todo protagonismo.
No son estas las actitudes que mueven el quehacer y afàn en la vida de muchos-@s.
Lo importante es «llegar», estar «por encima de» . Se impone cada vez más, un pérfil de hombre y mujer fuertemente competitivos, «trepas» cuya meta es servirse del poder, llenar sus bolsillos de pingües beneficios, abriéndose paso con escaso o nulo escrúpulo moral y ético.
La crisis de trabajo en general cuyo mayor exponente es el paro, afecta a familias enteras que ven con honda preocupación como disminuyen y desaparecen sus ingresos.
¿Cómo imaginar ante la dureza de la crisis, una actitud de servicio y entrega solidaria?
En medio de la crudas realidades por las que atraviesa el mundo que nos ha tocado vivir, emerge con fuerza una conciencia cada vez más solidaria, con los males que afectan a multitud de seres humanos.
El mensaje de Jesús no es algo obsoleto, no tiene fecha de caducidad, nos dice cuál ha de ser la actitud, el talante que debe motivar nuestras acciones: «el que quiera ser primero, sea el servidor de todos».
¡Que fuerte! Servir, no destacar, no ser valorado y reconocido.
Es un hecho, hoy se practica la arrogancia y dominio, el afán de superioridad y protagonismo.
El otro-@ no es mi prójimo, sino un estorbo en mi camino, a quien es preciso apartar y excluir.
Valores como la sencillez y humildad, la disponibilidad y cercanía, la discrepción en el obrar, la mesura y criterio sano libre de ataduras, impiden vivir la verdadera actitud evangélica, de servicio y entrega, dando paso a actitudes de clara soberbia, ufana apariencia y ambición desmedida.
Sin duda nos aguarda a «Los Grupos de Jesús» una árdua tarea, que ha de cambiar el modo de comportarnos frente a los demás.
Bueno será comenzar por tener una mirada limpia, libre de recelo y sospecha. El otro-@ no debe ser un-@ rival a abatir, alguien que va a usurparnos el «puesto».
Los dones del Espíritu se reparten, como el soplar de un viento de otoño llevando las hojas, extendiendo su alfombra de varios y hermosos colores.
Vamos a emprender el camino, a buscar ese espacio de silencio sagrado, donde podamos sentarnos en torno a Jesús, escuchar su Palabra, dejar que su amor penetre en nuestra vida.
Sugiero unas actitudes muy simples: acercarnos al otro-@, saludar y transmitir una palabra de afecto sincero, responder la llamada, el correo de quien sabemos nos necesita, ofrecer la franca sonrisa de la empatía.
No es mucho, pequeños detalles que pueden hacer la vida más humana. Y luego sí, luego podemos extender las alas no del «pavo real» que todos-@s podemos llevar dentro, sino las alas de nuestra libertad. GRACIAS JESÚS, TU AMOR EN MÍ ESTUVO BIEN HECHO.