Marcos 14,22-26
Mientras estaban cenando, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición y se lo dio, diciendo:
—Tomad, esto es mi cuerpo.
Cogiendo luego un cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo:
—Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios.
Después de cantar los salmos, salieron para el monte de los Olivos.
- Ver el contenido de las dos reuniones de este tema en el libro Grupos de Jesús, de José Antonio Pagola
Primera reunión: Acercamiento al Evangelio
– Guía de lectura
– Acercamiento al texto evangélico
– Comentario
Segunda reunión: Acercamiento a la vida
– Conversión personal
– Compromiso en el proyecto de Jesús
– Sugerencias para la oración
GVJ Monseñor Romero
Tema 36
Haced esto en memoria mía
Jesús y los apóstoles solían comer juntos, en esta cena Jesús elige un lugar especial, es una comida de despedida, sabía que era la última cena antes de su partida de este mundo.
Jesús quiso compartir la cena, no solo con los apóstoles sino con todas las personas abatidas y humilladas que buscan la paz, para los pecadores que buscan perdón y consuelo, para la gente que vive con el corazón roto buscando amor y amistad.
Todos los textos hacen hincapié en el aspecto de celebración de la comunidad reunida, siempre en el marco de una comida fraterna. Compartir la mesa era para ellos, compartir la vida, clave para entender el significado profundo de lo que celebramos. Compartir el pan es identificarse con Jesús. Es aceptar su mensaje y su actividad como norma de vida; Vivir en sintonía con él, teniéndole como referente en nuestro quehacer diario.
El signo no es el pan en sí mismo, sino el gesto de partirlo y repartirlo. Lo importante es el significado que les dio. ‘Haced esto’, vivir el misterio y lo hemos reducido a un mandato de ir a misa o a una rutina y a lo sumo comulgar, pero Jesús lo que dijo fue: haced lo mismo que yo he hecho, partidos y repartiros, como el pan.
El Señor nos llama a seguir sus pasos, a cumplir sus mandatos, nos llama al amor, a la misericordia, a la justicia, a instalar el reino aquí y ahora, a la entrega a la voluntad de Dios.
La cena es un momento especial, que permite alimentar el cuerpo y, sobre todo, a compartir la mesa, que es mucho más que comer juntos. En la cena se comparten sentimientos, confidencias, San Juan de la Cruz en uno de sus versos dice “la cena que recrea y enamora”. Es la invitación de Jesús a compartir su vida, que está próxima a entregar.
Las palabras de Jesús van dirigidas a ellos: lo que yo hago, hacedlo también vosotros. Entregad vuestras vidas en defensa de todos y para que ninguno se pierda.
Partir y compartir el pan es un acto muy generoso y comprometido, es una señal de hermandad.
La última cena representa la lectura que Jesús hace de su vida y el sentido que da a su muerte. Se trata de una celebración fraternal en la que se deja ver la compasión y el servicio, rasgos que definen el comportamiento de Jesús en su vida.
Jesús no viene para los justos sino para los necesitados, no se ofrece a los sanos sino a los enfermos, por eso, todas las personas que en la vida les haya tocado cargar con mucho sufrimiento, ven pasar a Jesús a su lado con mucha más cercanía y esto les llena de esperanza.
Compartir un mismo pan y beber del mismo cáliz nos indica que todos debemos vivir centrados en Cristo, y desde Cristo, llevar una vida eucarística, de caridad, a las periferias sociales y existenciales.
La misa actual nos ayuda a revivir la cena del Señor; la Eucaristía no es solo el pan eucarístico sino también el partir y compartir, y eso debe enlazarse en todas nuestras relaciones …. Construyendo comunidades fraternas.
Como nos decía Fray Marcos en su homilía de Corpus Christi, el sacramento es la unión del signo sacramentado y la realidad significada… El signo no es solo el pan, sino el pan partido, repartido y compartido…
Recibir la comunión nos compromete a ser coherentes con nuestra forma de vida intentando desterrar de nosotros el odio, la duda y la ira y todo lo que nos aparte de ser verdaderamente humanos. Y tener la confianza que cuando le pedimos el pan al Señor, Él nos lo da y nosotros adquirimos la obligación de compartirlo.
Cuando vamos a misa, hacemos memoria de esa cena, preparamos la mesa, agradecemos, pedimos, rezamos juntos la oración del Padre nuestro, compartimos el pan, nos sentimos unidos y nos preparamos para la vida cotidiana. Hace falta quizás, recalcar la vivencia comunitaria y el compromiso comunitario que eso conlleva.
Es importante acoger a la gente, saludarla, interesarse por ellos, crear comunidad.
La lectura de la palabra, en especial la proclamación del Evangelio, debe ser bien leída para que todos la puedan entender y la interpretación de esas lecturas (homilía) es fundamental. El momento más intenso es la consagración, Jesús se hace presente, es un momento muy íntimo y la comunión es muy personal: el previo, y el momento – de silencio – posterior. También es importante la música en la misa, se dice que quien canta reza dos veces.
Todos los gestos, oraciones, la bendición final ayudan para que se produzca ese cambio interior que nos enseñó Jesús.
Tal vez es importante que la eucaristía esté abierta a los hermanos de otras iglesias y a hermanos que no creen en Dios, pero que buscan la justicia, el bien común como nos dice Mateo 10, 41: “El que recibe a un profeta porque es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo porque es justo, recompensa de justo recibirá”. Y si esa recompensa que nos habla Mateo es el Reino de Dios, cómo podemos negar la eucaristía al profeta que vive deshonrado y al justo que vive estigmatizado.
Después de estar reflexionando sobre este tema sentimos que es importante seguir profundizando en las palabras y en los gestos que pronunció Jesús ante sus amigos.
El documento de Aparecida, 251 nos dice: “La Eucaristía es el lugar privilegiado del encuentro del discípulo con Jesucristo. Con este Sacramento Jesús nos atrae hacia sí y nos hace entrar en su dinamismo hacia Dios y hacia el prójimo. Hay un estrecho vínculo entre las tres dimensiones de la existencia cristiana: creer, celebrar y vivir el misterio de Jesucristo … La Eucaristía, fuente inagotable de la vocación cristiana es, al mismo tiempo, fuente inextinguible de impulso misionero. Allí, el Espíritu Santo fortalece la identidad del discípulo y despierta en él la decidida voluntad de anunciar con audacia a los demás lo que ha escuchado y vivido”
Conversación con Jesús.
Señor, quiero agradecerte la profunda alegría que siempre me transmitís al sentir tu contacto y tu ternura al estar contigo y como abrazas mi corazón para que sea más sensible con las necesidades de mis hermanos, sobre todo de los más pobres; y me llenas de tu fuerza y de tu alegría para transmitirla en gestos de amor a los demás.
Ven Señor Jesús,
te quedaste en medio nuestro, para enseñarnos a vivir en comunión contigo y con nuestros hermanos.
Gracias por estar siempre a nuestro lado en los momentos de alegría y en los momentos de dificultad, no nos dejes nunca.
Amén.
Estimados amigos: Paz y Bien
Me gusta mucho su página y los comentarios sobre textos evangélicos. Muchas gracias.
Les doy a conocer el nuevo libro mío que ha salido: «El esplendor del relato», en Editorial Exlibris (autora: Marciana Molina López). También trata sobre textos del Evangelio, con una interpretación diferente a la sacerdotal que estamos acostumbrados. Si entran en la editorial encontrarán una amplia explicación. Muchas gracias. Un abrazo.
RESUMEN WEB T36
Este pan y este vino representan el proyecto en el que yo invertí mi vida, mis energías psíquicas, espirituales, afectivas.
Cuando nos dice que hagamos eso en memoria suya además de hacer el rito de la bendición del pan y el vino, es vivir como Él vivió, es aceptar a los demás como son, es amarlos hasta el extremo y servirlos. Si solo nos quedamos en acercarnos a tomar el cuerpo y la sangre de Cristo, no hemos entendido nada y no hemos comulgado, solo hemos participado en un rito vacío.
La invitación que se nos hace es a la entrega por el reino, a comulgar con la propuesta de Jesús, a construir el sueño por el que dio la vida. A unirnos comunitariamente a ese camino, a sabernos acompañados y acompañadas.
Está claro que a lo que se nos invita es a una experiencia comunitaria y el “hagan esto en mi memoria” no remite solo a los gestos que luego se convirtieron en liturgia, sino a lo que pasa después, en la vida. ¡¡Hagan esto, sean pan, entréguense!!!
Con su gesto, Jesús nos está diciendo: esto soy yo, esta es mi persona, así tienen que ser ustedes… Y lo mismo con la sangre, que significa vida. Jesús, al repartir el cáliz, nos está diciendo: yo doy mi vida por los demás, hagan ustedes lo mismo.
Me da la disponibilidad para abrirme al exterior, a los otros, me pide un discernimiento de mi vida más allá de los problemas y aspiraciones cotidianas de mi bienestar y supervivencia.
Jesús aprovecha la cena judía de la pascua para sellar con esta experiencia simbólica el centro de su mensaje: Entregar completamente nuestra vida a los demás; repartirnos como él se repartió a todos. El pan y el vino simbolizan la vida entregada. El lavatorio de los pies relatado por Juan sella aún más la actitud de servicio: Aun el Maestro sirve con sencillez inusitada a sus alumnos. Intuyo que quería ligar este acto de abajamiento inaceptable, “lavarles los pies” con LA fracción del pan y el brindis con el vino. No podían quedar dudas del profundísimo mensaje.
Pienso que la Eucaristía es un momento para dar gracias por todo lo recibido y al mismo tiempo fortalecer nuestro compromiso con el servicio a la comunidad.
En la cena, Jesús entrelaza su vida con el pan y el vino, y de esta manera pone en un mismo plano la vida física y la vida espiritual. El cuerpo y la sangre son las formas humanas de Dios, un Dios que nos invade de la misma manera que invade la masa del pan y el agua del vino. Esto, nos permite cada día alimentarnos físicamente de Dios. Por su parte, nuestro espíritu también lo hace con las palabras, los gestos y la ternura de aquellos que nos rodean, lo que nos obliga a no retener nuestra humanidad solo para unos pocos. Si Dios acarició al mundo con las manos de Jesús, nosotros podemos devolver esa caricia en el corazón de los demás. (este párrafo me indico Adolfo que lo guardara para incluirlo en el resumen para la web; je je je, entonces me toca confesarme, lo copié literalmente de algún grupo que ya lo tenía incluido en la web. Sabéis que soy una copiona, que ya ni me molesto en indicar que está tomado de alguna otra parte. Sorry. Pero me pareció una chulada de texto, en eso estamos de acuerdo).
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Desde el Grupo de En Camino hemos meditado sobre este pasaje y entendemos que Jesús es consciente de que su hora está cerca, por eso toda su experiencia vital y espiritual quiere concentrarla en palabras y gestos que puedan ser, sino entendidos, sí aceptados por aquellos amigos que vivían con sus miedos, ambiciones, límites y que no tenían del todo claro lo que estaba pasando por la cabeza de aquel ser tan humano.
Además del valor simbólico, el recordar aquella cena nos hace sentir envidia por la manera de expresar la vida, el amor, o incluso las diferencias de aquella pequeña comunidad, sobre una mesa compartiendo pan y vino con amigos de manera cálida y renovadora. Hoy en día, aunque vivamos buenos momentos sentados en una mesa, no valoramos la importancia de esos momentos.
En la cena, Jesús entrelaza su vida con el pan y el vino, y de aquella manera pone en un mismo plano la vida física y la vida espiritual. El cuerpo y la sangre son las formas humanas de Dios, un Dios que nos invade de la misma manera que invade la masa del pan y el agua del vino. Esto, nos permite cada día alimentarnos físicamente de Dios. Por su parte, nuestro espíritu también lo hace con las palabras, los gestos y la ternura de aquellos que nos rodean, lo que nos obliga a no retener nuestra humanidad solo para unos pocos. Si Dios acarició al mundo con las manos de Jesús, nosotros podemos devolver esa caricia en el corazón de los demás.
Acercamiento a la vida
El acercamiento a la vida de este pasaje tiene diferentes prismas. Para algunos de nosotros la eucaristía es un momento de comunión con Cristo y nos ayuda a fortalecer nuestro vínculo con Él. Por otro lado, para otros de nosotros la celebración eucarística ha quedado en un simple recuerdo de aquello, y que por su formato o rigidez, se convierte en una repetición de ritos pero no de sentimientos, y rara vez se llega a la fibra o a la esencia de lo que realmente se está conmemorando. Ante esta imposibilidad, algunos de nosotros aprovechamos la celebración para dialogar con Aquel que dio su vida por aquellos que ni siquiera le entendían. Y en este diálogo descubrimos que Jesús no solo daba la vida por aquellas mujeres y hombres sencillos, daba la vida a cambio de la eternidad de sus actos y sus palabras, daba la vida por su coherencia y humanidad.
Esto lo entendió bien Pablo de Tarso cuando explicaba a los Corintios que no se puede celebrar la eucaristía, y por lo tanto no se puede actualizar la memoria de Jesús, en un contexto de injusticia en el que a los más pobres se les abochorna. Si la celebración eucarística no saca lo mejor de nosotros mismos, habremos convertido el acto en un culto vacío.
Un fuerte abrazo.
Queridos hermanos, amigos y compañeros de camino. Somos el GVJ Shemá-Effetá.
Compartimos nuestra experiencia en relación al tema 36.
-Convocar a los hermanos, evocar el Misterio y provocar la Memoria de Quien, primero, nos mostró el Camino Verdadero hacia la Vida… Aquella Vida que tanto anhelamos alcanzar TODOS JUNTOS.
– Si Jesús entrega su vida por mi -por nosotros-, también debo -debemos- entregar nuestra vida por Él y por los hermanos. Debo pedirle a Jesús fuerzas para poder actuar como Él y poder actuar y vivir profundamente comprometida con Su plan de salvación.
– Este Tema nos enseña que Jesús aquí renueva esa alianza. El establecimiento de la nueva alianza se sella compartiendo pan y vino. Partiendo y compartiendo el pan Jesús nos dice esto soy yo pan que me parto y me reparto en servicio de todos y así tenéis que ser vosotros. La sangre es vida y esa vida la reparto y distribuyo para que todos tengan vida verdadera y así tenéis que hacer vosotros.
-¡Qué misterio de amor y qué milagro tan glorioso! Sentirnos invitados a esta intimidad con Dios, que nos debería de llevar a dar una respuesta igual, a entregar la vida por los demás.
– Jesús nos invita en cada eucaristía a sentarnos con EL en la mesa; Si todos no podemos sentarnos en la mesa a compartir el pan de Jesús, no podemos hablar de él. Esta pandemia nos trajo mayor pobreza en nuestros países “en vías de desarrollo”, miles y millones tienen hambre, ellos solo tienen para comer UNA VEZ al día, es decir, ellos no están en la mesa del Señor, ellos están excluidos por nosotros.
-Veo yo, con bastante pena, que el común de las misas en las que suelen participar la gran mayoría de mis hermanos católicos se ha venido convirtiendo, sobre todo en estos últimos años de los social media, en algo muy rutinario o de simple cumplimiento familiar o social (muy para las modas pasajeras de las fotitos/videítos de tu red social de preferencia nomás: sobre todo en lo referido a los bautismos, las primeras confesiones, las primeras comuniones, las confirmaciones, los matrimonios, las consagraciones o, incluso, los funerales); como que, de a poquito, se fue perdiendo mucho del sentido profundo y la intimidad propia del encuentro «tú a tú» en esos momentos únicos y distintos.
-…lo más importante es que, al reconocer la presencia real de Jesús, comer el pan y beber el vino, eucarísticos, se motive dentro del creyente o la creyente el deseo ardiente de trabajar por el Reino de Dios y la vida en abundancia, la vida en plenitud. Comer a Jesús es asumir enteramente a su proyecto de vida, es construir en torno a la mesa una comunidad de auténticos hermanos que se aman y se apoyan mutuamente; revisemos en comunidad, en familia, si se vive una auténtica comunidad solidaria en torno a la mesa de la eucaristía, o simplemente esperamos participar de un espectáculo que parece místico y nos olvidamos que la presencia se realiza en comunidad…
Oración
Muchísimas gracias, Señor Jesús, por permitirnos participar activamente y presencialmente en la sagrada Eucaristía.
Por favor, bendice a todos los que asisten, y a los que no pueden venir todavía,
Bendice a los que tienen problemas y a los que están enfermos, así como al personal médico que tanto se ha desgastado con esta pandemia.
Permítenos poder ser portadores de Buena Nueva a todos nuestros vecinos y amigos y ayúdanos a transmitir tu mensaje de amor a cada uno de ellos, para que disfruten y se alimenten con tu cuerpo y sangre, Amén.
Aurora – María José – Carlos – Wilmer – Manuel – Edgar
GVJ Misericordia.
TEMA 36 : “Haced esto en memoria mía”. APORTACIÓN PARA LA WEB
ACERCAMIENTO AL TEXTO EVANGÉLICO
– . Este pasaje de la Ultima cena, es una manera de despedirse Jesús y dejar constancia de los símbolos que comportan compromiso, continuidad y perdurabilidad. Es la forma básica de mantener unidos a sus seguidores. Nos iguala a todos; podemos alimentarnos de El .
En nuestra sociedad materialista y que excluye los símbolos que transcienden la mente choca la referencia antropofágica de «comer y beber» el «cuerpo y la sangre» de Jesús: no se acepta y se rechaza.. Personalmente, lo considero como «gasolina» para mi espíritu, porque me hace tomar conciencia de la energía que recibo de Jesús . Esto me hace sentirme unida a los cristianos que realizan el mismo gesto que yo en todo el mundo. La Eucaristía me aporta estabilidad y confortabilidad al sentirme «una» con los que la comparten conmigo.
– . ¡No es una despedida sino un “Hasta Siempre” !. A través de sus oraciones, que fueron muchas como ser humano , el Padre le va revelando cual iba a ser su “destino” y … como dice el evangelista ( Lu 22 , 14 ) “cuando llegó su hora … “ , Jesús quiso que recordaran … y hacerles constar el cómo … “siempre estaré con vosotros …” ( Mt 28 , 20 ). Con ello nos demostraba su sentimiento más profundo: ¡ el amor por toda la humanidad !. Siento agradecimiento , una alegría profunda y acogido por el mejor y más Santo ser humano Ungido – El Hijo de Dios – y el más perfecto testimonio a seguir en esta vida terrenal … Jesús me está invitando a amar y ser compasivo ( compartiendo con él el cáliz del sufrimiento y amor desinteresado ) con toda la humanidad , especialmente con los más necesitados y marginados. Jesús nunca hizo diferencias entre sus allegados y nos enseña a compartir con todos.
-. Durante la institución de la Eucaristía , intuyo que El estaba a la vez angustiado porque conocía lo que le esperaba y emocionado porque llegaba el momento culmen de su vida, se cumplirían en El las escrituras y el fin de su misión llegaría a su cumplimiento perfecto . Las palabras de Jesús, que hoy se repiten en cada Eucaristía me invitan a participar de la mesa del Señor y a compartir con el hermano, por quien El entrego su vida. Siento agradecimiento inmenso y a la vez la invitación a la entrega por el hermano, sin exclusiones, ni de religión, ni de raza, ni de sexo , a vivir la fraternidad universal, empezando por las personas que tengo más cerca.
-. Jesús, en el tema anterior, nos ha dejado un gran legado para sus seguidores: el Padrenuestro; y Él ahora, quiere despedirse y compartir, repartirse con los suyos en una Cena, en donde instituyó el Sacerdocio y la Eucaristía, para poder reunirnos en su Nombre y celebrar con otros hermanos. Entiendo que Jesús, quiere ahondar más en profundidad los últimos momentos de su Vida, recordarles lo que han vivido, y han escuchado a Jesús, un estilo diferente de vivir, compartiendo, curando, intentando cambiar los corazones de las personas. Al decir “esto es mi cuerpo”, está afirmando lo que Él es como persona viva. Al decir “ésta es mi sangre”, está tratando de manifestar lo que es como persona muerta, machacada y vida entregada con generosidad para todos. “Mensaje”: Él nos envía a dar lo mejor de nosotros mismos en favor de los demás; hoy, serán los refugiados, emigrantes, la lucha que vemos a diario en recoger personas en el mediterráneo, y que Europa mira para otro lado: “una gran vergüenza”, grupos que están repartiendo comida en campos de refugiados, y un largo etcétera.
-. Sus sentimientos , en esos momentos , debieron ser muy contradictorios: alegría de estar juntos, tristeza de saber que era su última vez y de que ellos lo iban a extrañar mucho, y también mucho miedo a lo que venía. El vivir ese momento en cada Eucaristía debería moverme a renovar el compromiso de entrega al otro, si solo le lograra sacar el verdadero sentido.
CONVERSIÓN PERSONAL y COMPROMISO CON EL PROYECTO DE JESÚS
-. Hasta hace unos años solo faltaba a la celebración eucarística por causas de fuerza mayor, pero tratando de ser sincera conmigo misma he de confesar que muchos años lo hice por costumbre y principalmente por miedo a que Dios se enojara conmigo y a las críticas que me harían en mi familia. Últimamente he faltado mucho a misa, y sé que esto no contribuye a mi crecimiento espiritual. Encuentro la misa a veces llena de fórmulas tan repetitivas y unas homilías tan lejanas a la realidad que no me apetece asistir. Pero tengo conciencia que en el fondo es que no le he logrado saborear y tomar conciencia de lo que en realidad significa: la presencia viva de Jesús que nos invita a renovar el compromiso. La meditación de este tema me está ayudando a recordar el significado de la misa y ya el pasado sábado hice un esfuerzo por concentrarme en lo que estaba ocurriendo especialmente en la consagración. Lo negativo de nuestras celebraciones es lo monótono en que a veces se cae, donde a en ocasiones hasta el celebrante parece hacerlo más por mero cumplimiento. La misa está lejos de ser la fiesta que debe ser, es una reunión de personas con caras largas y mirada perdida.
Hay algo de positivo en el esfuerzo de muchos grupos para amenizar con cantos alegres, de ministros de la Palabra que leen despacio y saboreando las palabras y de algunos sacerdotes que se esfuerzan en involucrar a la feligresía haciendo preguntas y haciéndoles sentir parte importante que también puede aportar. No sé si será posible ser un poquito más flexible en la liturgia por ejemplo un Credo que salga del corazón, dando énfasis al amor del Padre hacia nosotros, al ejemplo que nos transmitió Jesús que pasó haciendo el bien y al Espíritu Santo que es el que nos hace sentirnos comunidad y querer seguir adelante , un Padrenuestro, como hablamos en el tema anterior, en que recordemos, que nos quiso decir Jesús con cada una de sus frases.
-. La participación en la Eucaristía para mí es vital y para todo seguidor de Jesús. Sabemos que nos estamos solos, y que Él está realmente en el pan y el vino. Acogemos su palabra en nuestro corazón para hacerla nuestra, y nos alimentarnos con su cuerpo y sangre para que su Espíritu nos ayude y fortalezca en nuestro caminar. Vivir la experiencia de sentirnos comunidad, reunidos con otros hermanos y hermanas, para vivir abiertos a los demás, desde nuestra pequeñez, para que nuestro entorno sea más humano. El ofertorio, la gran ofrenda de Jesús y la vida de tantos hermanos nuestros necesitados que le presentamos al Señor, para que Él se haga presente a través de otras personas con su cercanía, que sientan la fuerza de la comunidad es importante . Pero … en nuestras comunidades se constata la poca participación en la Eucaristía, personas de edad que han dejado y jóvenes, niños que no se ven. Se empieza en el núcleo familiar, donde, por desgracia, Dios no forma parte, ni se le nombra. No existe para ellos, es un desconocido.
-. Si, acostumbro a participar todos los domingos en la Eucaristía dominical, del Colegio Calasanz de los padres escolapios. Desde hace más de 15 años estoy yendo allí todos los domingos y aunque muchas cosas van cambiando a través de los años, me siento muy comprometida con esta comunidad y con sus proyectos en pro de los mas necesitados.
Creo que a todos nos ayudaría mucho y quizás nos sentiríamos mejor si nos disponemos antes con el corazón más abierto y dispuesto a reconocer a todos los presentes como hermanos. Como aspectos negativos creo que falta profundidad en las relaciones interpersonales …
-. Me ausento muchas veces. Tal vez porque exijo demasiado de los celebrantes y de los asistentes … ¡ No se parece en nada a una comunidad espiritual celebrando la Eucarística como Jesús nos lo pidió , y menos tal como lo hizo Él y sus primeros discípulos ,”los del camino”… ! . Pero de vez en cuando , aunque no sea domingo , celebramos un misa de pequeña comunidad muy participativa . Me gustaría una celebración menos metódica , y ,a veces , demasiado masiva …
Participativa en varios momentos: oración inicial, un corto comentario de lo que Vamos a vivir juntos , dialogo en la homilía , despedida fraternal con alguna oración de algun@ de l@s participantes … Cuando decido asistir empiezo por dar-le gracias al Señor. Le pido que resista mis “críticas” contra los asistentes. Mis acompañantes , mi comunidad , en esos momentos , son virtuales en el mi espíritu y en mi mente … casi siempre son los más necesitados de ayuda espiritual , social … etc. En nuestro grupo de Jesús presencial cada cual tiene libertad ( como es lógico) para asistir a su parroquia. No obstante dialogamos y meditamos sobre ello , ¡ hay opiniones de todas clases ! , pero casi todos opinan que su asistencia es “individual” y no tiene nada de “comunitaria”… ¡ Escuchan , “cumplen en parroquia “ , hacen lo que tienen que hacer … y … salen .
-. Soy asidua participante de la Eucaristía en mi parroquia. Me ausento cuando estoy fuera, pero no suelo faltar si no hay un motivo. Es un compromiso. Participo activamente:toco la guitarra y canto. Leo la lectura… Cuando le recibo a Jesús le recuerdo a las personas que me preocupan y que necesitan fuerza. Le digo al Señor que aunque ya sé que El conoce sus necesidades, yo soy la que necesito verbalizárselo (la verdad es que es una necesidad mía porque el Señor no necesita que yo le recuerde nada).En nuestra parroquia, la Eucaristía es muy participativa. Somos como una familia. Las peticiones se hacen desde el asiento y también se comenta el Evangelio entre los que quieran expresarse… El párroco fue pionero desde después del Vaticano II. La paz la cantamos dándonos todos los asistentes la mano y es una inmensa cadena de manos unidas. Los cantos se acompañan con campanitas , tanto los niños como las personas de más de 80 años. Es interactiva. Pero cuando no esté nuestro párroco (tiene 92 años), probablemente vendrá otro más joven pero no tan avanzado que es lo que ocurre en esta diócesis. Nuestro obispo es partidario de fastos en la vestimenta del celebrante y sus curas están retrocediendo…alguno va con sotana … En-fin, hacemos lo que podemos …
GVJ MISERICORDIA
De: Iciar Martinez Soriazu , Jesús Fuster Millet , Maria Mecedes Angarita Urdaneta , Marina Saiz Hoz , Puri Ugarte Lopetegui , Xinia Flores Marchena , Lc. Wolfgang Streich BNL.
Querido lector/a, con ilusión compartimos contigo un resumen de lo que nos ha sugerido el tema 36: “Haced esto en memoria mía”.
ACERCAMIENTO AL TEXTO EVANGÉLICO
Hoy comentamos la Última Cena, el último encuentro de Jesús con sus discípulos. Fue un encuentro tenso, lleno de contradicciones: Judas había decidido traicionar a Jesús, Pedro lo ha negado ya… Jesús lo sabía, pero no perdió la calma ni el sentido de la amistad. Al contrario, precisamente en esta Última Cena instituyó la Eucaristía y realizó el supremo gesto de su amor por todos ellos.
Los evangelios describen esta cena como especial, pues Jesús se despide de sus discípulos; pero antes, quiere transmitirles la esencia de su mensaje: el amor. Amor a todas las personas, buenas y malas, pobres y ricos. Amor idéntico al que Dios siente por todos sus hijos. Por todos nosotros.
En su inmenso amor, en su obediencia, en su pleno cumplimiento a lo que el Padre Dios quiere, Jesús escoge el momento conmemorativo de la Pascua Judía para instituir esta gran celebración en la que nos pide que lo recordemos siempre. En ella, nos sentimos invitados a estar en su presencia, a pensar como Él, a sentir con sus mismos sentimientos, a que nuestra vida sea testimonio para los demás. Cada vez que participamos en la Eucaristía estamos invitados a hacernos conscientes de la importancia de todo ello.
Cuando pronuncia sus palabras sentimos, por una parte, cercanía a Jesús, porque estamos representando aquello que Él vivió en un momento muy especial. Es la celebración de que todos somos uno alrededor de Él. Agradecimiento también, porque solo el Hijo de Dios puede ser capaz de semejante sacrificio por todos nosotros, por enseñarnos con su vida y su muerte que otra forma de vivir es posible, y que está para siempre con nosotros agarrándonos de la mano.
La Eucaristía, por tanto, nos ayuda a revivir la cena y además cada vez nos ayuda a sentirla más auténticamente genuina, como si estuviera pasando en ese momento. Es una gran ayuda para cumplir su mandamiento principal “amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Quizás no lleguemos a eso pero hemos de avanzar en esa dirección y no hay ayuda mejor que la Eucaristía; pues cuando distribuye los trozos del mismo pan, y les hace beber del mismo cáliz, es un símbolo de que todos somos iguales y todos somos uno, desde el Padre y para el Padre (desde el más poderoso al más humilde). Todos aprendemos con Jesús, todos podemos vivir la vida como Él nos la está enseñando, y todos nos podemos alimentar de la esperanza, paz y alegría de sentirlo a nuestro lado.
Así pues, no tiene sentido la celebración eucarística si no asumimos los mismos sentimientos de Jesús en ese momento: ser también vehículos de su paz, entregarnos también a ser «comidos» por los demás», a vivenciar que cualesquiera que sean nuestras circunstancias anímicas y personales Jesús está con nosotros, no nos abandona nunca y nos mantiene su fidelidad y la promesa de llevarnos al Padre.
ACERCAMIENTO A LA VIDA
+ Durante muchos años he vivido la Eucaristía de una manera bastante superficial y sin concentración. Hoy, el domingo es un día especial. Me siento a gusto en ella, hablo con Jesús, recuerdo su vida y muerte, y hablo con el Padre. Puedo afirmar que ahora me reconforta. Antes iba a cualquier parroquia, ahora me gusta ir a la mía. Y a la misma misa todos los domingos. Entiendo que es una manera de compartir la Eucaristía siempre con la misma gente de mi parroquia. No me gusta ausentarme, salvo fuerza mayor.
+ Yo entiendo que se nos pide a los cristianos ir los domingos a misa, no como una absurda obligación, sino a modo de llamada de atención para que no olvidemos que debemos dedicarle, como mínimo, un tiempecito al Señor a la semana, y así no desconectar totalmente.
+ Si asisto a la Eucaristía, disfruto de escuchar los sermones cuando están bien preparados. Me doy cuenta perfectamente si el cura no la ha preparado. También soy consciente de la responsabilidad que implica sentirte amado por Dios, tener un hermano Jesús tan maravilloso. Maranatha en este sentido me ayuda mucho.
+ En las parroquias de esta región la Eucaristía dominical es muy concurrida, hay varias Eucaristías el día domingo y todas son muy animadas, bastante católico, participando la mayoría con toda devoción, no falta quien esté un poco despistado e interrumpe con el sonido del celular. Eso es en cuanto lo positivo que uno percibe. Pienso que lo negativo es que no es fácil para todos vivir la experiencia de Jesús, hay poca conversión. El asistir a la Eucaristía se convierte como en una rutina y no se hace ningún esfuerzo por ser coherente.
+ Y esa es la triste realidad de la mayor parte de las Eucaristías parroquiales: no hay comunidad. «Cada uno come su pan» pero sin comunión vital entre ellos. Muy de otra manera habría que celebrar «la cena del Señor», el memorial de su amor y de su presencia activa entre nosotros, de forma que se haga patente no solo el recuerdo vivo de Jesús, también la íntima comunión de todos los comensales con Jesús y entre ellos.
+ El momento cumbre es la consagración pero pienso que el Señor está con nosotros, desde que nos encontramos en la puerta o de camino. El cariño que sentimos y la alegría de encontrarnos otra vez, todos juntos.
+ Por supuesto que es central el momento del vino y del pan, pero para mí tiene un especial significado el darnos la paz. Nos damos la mano poco. Y nos deseamos la paz, menos todavía. Por eso es tan importante para mí dar la paz a nuestros compañeros, conocidos o desconocidos. Me parece un momento central porque es uno de los pilares que nos transmite Jesús.
+ Para mi cantar todos juntos es importante, terapéutico y se genera una energía comunitaria muy buena cuando cantas junto a los demás, cuando rezas con una sola voz.
ORACIÓN
Te doy gracias Señor por invitarme al banquete celestial y poderte recibir para entrar en el Misterio insondable de tu Amor y Misericordia. Y así, caminar contigo buscando tu voluntad y poder desprenderme de tantas cosas que me apartan de tu amor y tu gracia. Vienes a mí y te haces uno con mi pequeñez y miserias por Amor. Gracias Señor, muéstrame al Padre y guíame con tu Espíritu para cada día darme como Tú te das a todos. Amén
ISABEL, JAVIER, LUCILA, MARGALIDA, MARIVI, RICARD, ANA VILMA, ANTONIO, FRANCIS
GVJ EMAÚS TEMA 36
Haced esto en memoria mía
Marcos 14,22-26
– Acercamiento al evangelio
– Jesús celebra la cena de su despedida con sus discípulos porque sabe que será entregado y quiere despedirse y que le recuerden
-¿Qué dice y hace Jesús con sus discípulos? Se sienta con sus discípulos a cenar
– él sabe que es su última cena, quiere trasmitir algunos mensajes claros y de suma importancia, con dos alimentos básicos: el pan y el vino
-Jesús comunicando a sus amigos lo que va a ser importante que hagamos para continuar su misión…Esa misión a la que Él ha sido fiel hasta el final de su vida..
-Parte y reparte el pan diciéndoles: comed este es mi cuerpo entregado por vosotros
Les da a beber del cáliz, diciéndoles tomad y bebed, este es el cáliz de la alianza que se entrega por todos, para remisión de los pecados.
<Y nos habla de la Eucaristía…para que hagamos en memoria suya, esa misión, que nos toca a nosotros ahora, en esta sociedad, en estos años de nuestra vida en la tierra…
-. Y la cena era la despedida con amor y compartir de su ser y cuerpo y su todo con nosotros
-¿Cuál sería la intención de Jesús en esos momentos en los que veía claramente que estaban preparando su muerte? Pienso que al despedir a los suyos quiso prolongarse en ellos, en nosotros, que formamos la iglesia. Y se nos dio en el pan partido y el vino, signo de la sangre “de la nueva alianza” (Jeremías 31,33). Sería consciente de que con su muerte se iba a inaugurar esa “Nueva Alianza” (¿?): “Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones…Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.”
Y esa nueva ley no es otra que la del Amor: “Amaos unos a otros como Yo os he amado”. Ese es el “testamento de Jesús”.
Jesús nos dice que seamos misericordiosos, tengamos compasión, empatía, que importa la persona no la ley, porque antes que la ley está la persona
ACERCAMIENTO A LA VIDA
Acercamiento a la vida Es muy importante que tomemos conciencia clara de que el signo no es el pan, a secas, sino el pan partido y repartido, preparado para ser comido. El hecho de partir el pan forma parte de la esencia del signo. Jesús se hace presente en ese gesto, no en la materia del pan ( web de FE ADULTA)
Celebrar la eucaristía es comprometerme con los demás.
Es aprender de Jesús, el camino de la entrega.(web de FE ADULTA)
El riesgo siempre es el mismo: Comulgar con Cristo en lo íntimo del corazón, sin preocuparnos de comulgar con los hermanos que sufren. Compartir el pan de la eucaristía e ignorar el hambre de millones de hermanos privados de pan, de justicia y de futuro"(web de FE ADULTA)
TESTIMONIOS DE VIDA
VEO
Misa en la catedral, como muchas otras misas, he visto 50 /60 personas, hay que echar mucha fe Encuentro de personas, pero no de comunidad. La gente va a alimentar la fe, pero no a encontrarse con la comunidad.
CONTEMPLO
Lo que más valoro son los silencios. Después de la comunidad.
La misa se llamaba la fracción del pan. Eucaristías muy ritualizadas. Hay que hacer otro tipo de eucaristías, estas no evangelizan. Las personas se conocen, pero en la mayoría de los casos no se hablan.
Se mide el tiempo. Misas multitudinarias, pero no compartimos nada. Cuando rezaba el padre nuestro, no tienes otra que ir a tu parroquia.
ACTUO
Acción participar, buscar espacios más íntimos
Trabajar para dar protagonismo a seglares. Implicaciones políticas y sociales de la eucaristía. Las eucaristías por lo general no son vividas, no principio y fin, deben ser fuente y meta.
me invita a que tenga un encuentro real y actualizado con Él: comer su cuerpo “entregado” y beber su sangre “derramada” por la humanidad entera, por cada uno de ustedes mis queridos hermanos Emaús, por mí, y es así como puedo verlo, escucharlo y al comerlo…tocarlo y permitirle que actúe en mí.
VEO
Muchas personas en el Templo en la Santa Misa Dominical.
CONTEMPLO
-La asamblea de los fieles congregada en el nombre de Jesús.
-La presencia real de Jesús en la Palabra
-Su presencia también en el Sacerdote.
-La alabanza y acción de gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo.
-La presencia real de Jesucristo en la Sagrada Hostia.
-El canasto vacío en el centro del Templo que nos recuerda los hermanos de la comunidad que carecen de alimento diario para calmar su hambre física.
-La fraternidad y la solidaridad de los hermanos en Cristo.
ACTÚO
-Dispongo mi mente, mi corazón y mi ser para la celebración de la Santa Misa con alegría y gratitud al Dios de la vida y le pido perdón por mis debilidades, flaquezas, caídas….
-Expreso mi alegría en los cantos de alabanza en unión con la asamblea.
-Escucho la Palabra, como nos exhorta nuestro Párroco, con los “sentidos bien agudos”. La homilía me es de gran ayuda en su discernimiento para ponerla en práctica y hacerla vida en mi vida, ¡¡¡ el gran reto!!!
-Doy y recibo el saludo de la paz.
-Presento mi vida al Señor y la ofrenda en especie (víveres y limosna (acá le decimos “ofrenda”).
-Comulgo sacramentalmente…en caso de no ser digna, espiritualmente.
-Doy gracias a Dios por permitirme experimentar la presencia real de Jesucristo en las especies consagradas del vino y el pan, en la Palabra, en la familia, en los demás y especialmente en los pobres y oro para que el Espíritu Santo me fortalezca para no desfallecer y para que la paz de Cristo perdure en mí y sea capaz de transmitirla a los demás.
A la luz del Padre nuestro…cómo puedo vivir la Eucaristía para llegar a ser un discípulo misionero?
VEO
A mi nieta AITANA…que se calma cuando la tengo en brazos…
CONTEMPLO
A esos príncipes de esta familia que pasaron ante nosotros como una estrella fugaz, y que la precedieron…y a su paso … nos llenaron de bendiciones…
Y contemplo ahora esta nueva vida que surge…que viene pidiendo paso en nuestra familia, como tú me decías Tere…Y contemplo la cantidad de cosas bonitas y alentadoras que he recibido de todos vosotros…
ACTÚO
Oro con Aitana en brazos…
Padre nuestro que estás en los cielos…que nos envías a nuestra nieta…para que le sostengamos el mundo…Para que le sepamos transmitir una infinita confianza en Ti…En las personas…En la vida…Para que le mostremos, con nuestras actuaciones que merece la pena vivir..
Santificado sea tu nombre…porque nos mandas tu Amor en ella..
Venga a nosotros tu Reino… ese reino en el que, fija tu mirada en los niños, te encanta que ellos se acerquen a Ti…Con su espontaneidad, con su permeabilidad, con su transparencia, con sus sueños…con su vida centrada en el momento presente…
Hágase tu voluntad…Haz de mi lo que quieras…Lo que hagas de mi , te lo agradezco…Lo acepto todo ..Confianza en ti y en la vida y en las personas… Infinita confianza, es a lo que me comprometo a transmitirle a Aitana…
En la tierra como en el cielo…en todos los rincones del Universo…todo él impregnado de un infinita confianza hacia Ti..
Danos hoy nuestro pan de cada día…Te lo pediré siempre para ella y para todos los niños del mundo…
Perdona nuestras ofensas…Las de todos..
Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden…Para que el mundo que le ofrezcamos a Aitana merezca la pena de ser habitado y vivido…
Y no nos dejes caer en la tentación…de dejarnos llevar por la amargura, y el resentimiento…y el desánimo…Ella , ahora, es ajena a todo eso y no le gustaría nada descubrirlo un día en su propia vida …
Y líbranos del mal…Ese mal que producimos tantas y tantas veces…Algunas, sin pretenderlo…cuando lo que deseábamos era producir un bien…Otras, quizá demasiadas, conscientemente…Pero sobre todo…líbranos del mal , a ella también… de no llegar a descubrir Tu Presencia en nuestras vidas..
VEO
Este texto me evoca toda una trayectoria y evolución en mi vida respecto a la comprensión de estas palabras de Jesús, desde los seis años, cuando hice mi Primera Comunión, hasta hoy.
CONTEMPLO
La Eucaristía, la Misa, en la que he participado casi todos los días de mi vida desde esa fecha, ¿qué me dice? ¿Qué es para mí?
Al comienzo era ( bueno, y lo sigue siendo) un encuentro muy especial con Jesús, entonces, desde una fe infantil que creía con fe ciega que Jesús estaba ahí, en el pan consagrado, en el sagrario al que mi madre solía llevarme a “hacer la visita”, a pasar un breve rato con Él.
Luego ya empecé a intentar profundizar en el sentido de la Misa, de la celebración eucarística. Y no acababa de entenderla del todo. Siempre me ha parecido un misterio tan amplio y tan profundo que nunca acabo de abarcarlo por completo. Ninguno de los comentarios que he leído, y que sigo leyendo, me parece que lo explica por entero: Ágape fraterno, signo de la entrega de Jesús por amor que nos capacita para entregarnos nosotros también al Padre y a nuestros hermanos, memorial de su muerte y resurrección por nuestra salvación etc. etc. etc.
ACTÚO
Hay varias frases, del evangelio o de la liturgia, que me expresan lo que vivo y entiendo de la Eucaristía:
“El que come mi carne y bebe mi sangre habita en Mí y Yo en Él”. Lo creo y me siento “habitada”, no solo en el momento de la comunión, sino siempre. “Te damos gracias, Padre, porque estás siempre con nosotros en el camino de la vida”.
“Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección, Ven, Señor Jesús”, es decir: Anunciamos que te has hecho uno de nosotros, “DIOS CON NOSOTROS”, y has vivido amando hasta el extremo, hasta la muerte de cruz. Proclamamos que VIVES, que has resucitado y VIVES: en el Padre, en cada uno de nosotros, en toda la creación donde alienta tu Espíritu. Pero por eso decimos: Ven, Señor Jesús, porque eso “Es ya, pero todavía no”. Necesitamos abrirnos, hacerle espacio en nuestra vida, escucharle, seguirle. Dejar que vaya transformándonos “a Su Imagen”, hasta vivir como Él “entregando la vida”, “amando a los demás como Él nos ama”, especialmente a los más débiles y necesitados, sus preferidos.
“Por Cristo, con Él y en Él, a Ti, Padre….por el Espíritu….Toda la vida consiste en vivir ese Misterio de Amor que nos hace unos con Jesús para vivir con Él, por Él y en Él. Como dice la canción: “Hemos venido a tu Mesa a recordar el misterio de tu Amor”. Y luego lo vivimos en el transcurso de nuestra vida cotidiana. Ahí es donde celebramos la eucaristía “en espíritu y verdad”, en la vida. La celebración es “para la vida”. Si no fuera así sería un culto vacío.
TODOS IMPLICADOS
EN EL PAN DEL AMOR
Tres episodios de una misma realidad:
LA NECESIDAD DEL SILENCIO.
Hay una realidad profunda que está presente en la vida de Jesús, el íntimo deseo de estar en el silencio y encontrarse con el Padre, es su descanso más buscado, llenarse de su Amor.
También el hombre y la mujer necesitan hallarse, encontrarse con la Verdad que mueve y da sentido a su vida.
El creyente no puede vivir de espaldas, ignorar la llamada del Amor, con que Dios Padre quiere entablar un diálogo, mediante el cual, conformemos nuestra vida y voluntad a la suya.
LA MIRADA COMPASIVA
A Jesús se le «estremecen las entrañas», le conmueven las carencias humanas que causan sufrimiento y dolor. Cuán triste y desolador es vagar de un lado para otro, perdidos, sin rumbo hacia ninguna parte, buscando remedio, respuesta que ayude a paliar la zozobra de un mañana incierto, sin horizonte de una vida más humana y digna.
Vemos a Jesús con la mirada atenta, al reclamo que hacen de él cuantos le siguen, fijando su atención y expectativas en todo cuanto dice y hace, palabras y gestos de profunda y sentida Misericordia.
Hombres y mujeres que aún no comprenden desde la razón, el sentido verdadero de la actitud y obrar de Jesús, la novedosa y Buena Noticia, que ha de servir de guía, señalar con el ejemplo, el Camino de la Misericordia que conduce a la salvación y la Vida.
También nosotros, necesitamos comprender, cuál es la certeza que ha de mover nuestro obrar, el sentido verdadero de nuestra vida, para poder ser «ALIMENTO» que remedie, las numerosas y diversas carencias humanas.
Hay una necesidad mucho más honda que la mera subsistencia, abarca la totalidad de la persona y tiene su centro en la profunda experiencia del AMOR vivido.
El amor que es don de sí mismo, se compadece del sufrimiento del otro, se pone junto a él, y se compromete. Supone tal actitud, tener que “mojarse”, corriendo el riesgo tantas veces, de tener que hacer frente a incomprensiones.
DADLES VOSOTROS DE COMER
Las carencias y problemas del ser humano, el reconocimiento de sus legítimos derechos y libertades, llevan aparejados el compromiso y la responsable tarea de asumirlos entre todos y cada uno.
Ante el requerimiento que le hacen a Jesús sus discípulos, para que despache a las gentes exhaustas, el Maestro les insta a que sean ellos mismos quienes pongan remedio.
Es la crónica de todos los días, “despachar al otr@”, argumentar razones, tratar de justificar con excusas y pretextos, nuestra total indiferencia y desinterés.
Jesús sabe muy bien que “cinco panes y dos peces” son multitud cuando se aúnan voluntades, se salvan barreras, se comparte una verdadera comunión de bienes espirituales y materiales.
El pan que sana y alimenta, es Eucaristía de misericordia que se entrega, ¿a quién? A ese hombre, esa mujer cansados, que buscan en tí y en mí el pan del amor, la dignidad y la vida. Luego vendrá el reparto y es seguro que habrá para tod@s.
La Misericordia convertida en don y ayuda, no puede dejarse únicamente en manos de las instituciones, ni de aquellos que dirigen las políticas sociales, ya que al amparo de las leyes y decretos promulgados, el ser humano corre el flagante riesgo de convertirse, en objeto de manipulación y no en sujeto de derecho.
Jesús no acepta evasivas que eludan la responsabilidad de cada uno de nosotros, ni trata de quitarse el «problema» de encima porque sabe que los males que afligen al hombre y la mujer, tienen su raíz en la falta de amor y misericordia.
Por muy eficaces que sean las leyes, contemplen las carencias y necesidades de las personas, habrá que tener en cuenta el factor humano, la persona y su realidad, y esto sólo es posible desde el compromiso y actitud personal.
LA MISIÓN COMO SERVICIO
Es el comienzo de tomarse en serio al otro, todo cuanto forma parte de su vida. El SERVICIO en primera persona será ejemplo a imitar, si queremos ir tras las huellas de Jesús.
Cuando la persona se convierte en una ficha de laboratorio, un número de expediente, historia clínica, se corre el riesgo de caer en la total indiferencia, tratando a los demás como objetos de fácil manipulación.
Los problemas que afligen a la Humanidad, no tendrán solución de justa equidad, si nosotros, los que estamos «al otro lado» de la realidad doliente, nos quedamos rezagados, «cruzados de brazos» y «mirando al Cielo», esperando sea la autoridad competente, quien ponga remedio. La ayuda ha de venir de todos y cada uno, no únicamente del gesto puntual que prestan los entes estatales, las ong, incluso la propia Iglesia.
Es multitud de veces, como en el día a día, se va fraguando con dedicación y paciencia, el futuro de las personas y los pueblos, desde el compromiso y actitud personal de todo cristiano que se precie de serlo, cada vida debe ser contemplada con amor y Misericordia, el mismo que Dios nos tiene. Somos las «manos» y «rostro de Dios», hoy Jesús, nos vuelve a recordar:
«Dadles vosotros de comer».
Parece que aquello que es fácil de entender, nos resulta esquivo a la hora de poner en práctica, el compromiso cristiano que debemos asumir.. No veo otra actitud coherente, que aquella que Jesús predicó con el ejemplo.
Miren Josune
APORTACION A LA WEB
GALILEA- TEMA XXXVI- APORTACION A LA WEB:
Jesús sabe que se va, que va a dejar de estar entre los hombres en forma de carne y hueso y empieza a preparar a sus discípulos para esta ausencia.
Jesús es consciente del dolor que provocará su separación de este grupo de amigos , como él mismo los llama .
Está a punto de sufrir la afrenta más grande que cabe imaginar y sin embargo prepara una celebración. Y les v a pedir que recuerden sus palabras y sus actos en esa Cena, en la que va a instaurar el Sacramento de su absoluta entrega.
Parece decirles, que para no olvidar todo lo que hasta ahora hemos compartido, hagamos de esta celebración cotidiana, algo nuevo -El, en esta cena, prescinde de los ritos tradicionales y lo hace nuevo. No hay alusión al cordero y a las hierbas, pero no falta lo esencial en una comida familiar: El pan y el vino.
El Maestro se da cuenta de que el dolor que invade a los suyos, es tan grande, que ni siquiera quieren aceptarlo. Es la negación del duelo. Sabe que los suyos, no le han entendido. Pero él está inmunizado contra la decepción y los quiere de igual manera.
En esta última cena, Jesús simboliza su entrega total al compartir el pan y el vino. Y en un momento dado de la cena, lleno de angustia y de miedo, se hace silencio….todos sienten la trascendencia del momento….Jesús, bendice el pan, lo parte, lo reparte. El va a ser pan partido y repartido, entregándose a todos. Luego beben del vino del cáliz que simboliza su entrega total hasta el derramamiento de sangre.
Y cuando dice :”Haced esto” , no lo hace usando un lenguaje de sacrificio, de pacto , como en el AT ;es un gesto muy significativo de solidaridad porque es para que lo repitamos en cuanto que nos reunamos todos en torno a la mesa y sepamos compartir el pan entre todos , como símbolo de la donación y entrega de nosotros mismos. Y dando también las gracias por todo lo, recibido; porque no podemos olvidar que él ha derramado su sangre por todos y que su Vida entregada , nos regenera y nos recuerda que el objetivo de nuestra existencia es darnos, servir; porque la plenitud humana se logra cuando nos olvidamos del ego y nos entregamos totalmente .
El seguirá entregándose, donándose, alimentándonos de todas las maneras inimaginables, para que podamos vivir con Él y en Él. Y esto no nos lo dice uno a uno, sino a toda la comunidad humana –La mesa está preparada para todos.
En las comidas que siguieron a la Última Cena, los discípulos, estarían absortos, concentrados silenciosamente, hasta caer en la cuenta de que El estaba vivo. Por eso, nuestras Eucaristías no deberían ser nunca añoranzas, sino dejar que nos caliente el corazón y recorrer la vida sintiendo que El va con nosotros y compartir y comunicar a los otros esta experiencia.
Evangelizar, es mostrarnos como se mostraba El. Algo debemos estar haciendo mal, cuando muchos de nuestros hermanos no quieren ni oírnos hablar del tema, porque no sabemos actuar como lo hacía el Maestro.
A veces hay que echarle mucha imaginación, para ver siquiera destellos de las últimas propuestas de Jesús en Última Cena, en nuestra Eucaristías y en tantas otras cosas de nuestra amada Iglesia. En los tiempos presentes nuestra Eucaristías, tal y como las vivimos, necesitan una urgente renovación.
Y para terminar dos comentarios más:
-Tenemos que tener muy presente que la Presencia de Jesús en la Eucaristía, es INSEPARABLE de su Presencia en nuestros hermanos, todos y más llamativamente en los más necesitados.
-Que cuando Jesús habla de beber luego el vino en el Reino de Dios, el símbolo del vino, da un giro, cambia. Ya no representa la sangre derramada, sino el Gozo en un Banquete.
Será un vino nuevo, un gozo completo. Así Jesús manifiesta que su Esperanza en el Reino no acaba con su muerte. Y es nuestra tarea, hacerla presente en nuestra vidas.
EUCARISTÍA: AMOR COMPARTIDO.
«Tomad, comed y bebed».
Es mi Cuerpo y mi Sangre, mi vida, el pálpito de mi corazón, el sentimiento de mi humanidad entera.Os la ofrezco y entrego, como el don más preciado, la dádiva más grande y generosa.
Tiene el «precio» que desborda todo cálculo, toda valoración, sin interés ni afán alguno, a «fondo perdido».
Jesús prosigue el elocuente e íntimo relato que hace de sí mismo. Afirma que no tiene otra razón de ser que la entrega total de su vida, haciendo visible el amor del Padre, cuyo deseo es la salvación de todo hombre y mujer.
La presencia de Jesús entre nosotros, no es una realidad transitoria, efímera, sino la certeza de que su amor nos acompaña siempre.
Es posible encontrar resistencias a través de nuestros sentidos, nos cuesta entender las realidades del Espíritu, todo cuanto la percepción humana no puede ver ni tocar. Sin embargo, aunque aparezca velado por el misterio, es más real que la propia evidencia, pues conlleva la experiencia del amor a través del don de la vida.
En la Eucaristía, el don del amor de Dios del cual Jesús es depositario haciéndose fiador de todo hombre y mujer, nos invita a creer en la fuerza sublime y transformadora de su amor.
Nosotr@s podemos entender la vida así, cada vez que amamos, hacemos el bien, damos lo mejor de nuestra persona.
Si hay una verdad que colma nuestra vida y la da sentido, es el amor vivido y compartido a través de los diferentes lazos afectivos que conforman las distintas relaciones humanas.
Es ahí, en la actitud y el gesto del otro donde el «rostro de Dios» se nos muestra certero e intuímos la cercana presencia de su amor. Un amor que no es sólo sentimiento de carga afectiva, sino el deseo profundo de buscar y querer el bien haciéndolo real.
Jesús no amó más por sentir y experimentar afecto sensible, sino por la entrega de sí, libre y consciente, en obediencia a la voluntad del Padre.
La memoria de la Eucaristía, no es sólo un recuerdo de un hecho acontecido hace dos mil años.
Es Jesús Resucitado, que sigue ofreciéndonos el don de su vida y amor, para que sigamos haciendo fecundo su mensaje.
Jesús nos dice: a nadie negaré que «empape un pedacito de pan en mi plato», beba un sorbito del «vino nuevo» de mi misericordia.
Más no deseo que estén un minuto conmigo, los que por un mezquino interés, «trafican», venden la vida del inocente, ellos son ruínes traidores de mi Amor
El pan del amor no puede olvidar las carencias de los pobres. Toda pobreza pide su parte de amor. ¿Cómo vivir con Jesús el reclamo y lamento de tantos hombres y mujeres, que esperan un pedacito de «pan vivo»?
¿Qué pan puede saciar la falta de amor?
«Tomad mi Cuerpo y bebed mi Sangre». Permaneced en mi Amor y Misericordia.
Antes de sentaros a mi mesa, coged la toalla y el lebrillo, no os importe «arrodillaros» frente al que está herido, abandonado y solo-a.
Aliviad su sufrimiento y enjugad sus lágrimas: el desamor y la soledad, la señal del dolor y la enfermedad, la carencia y falta de trabajo y recursos, cansancio y tristeza del alma.
Soy «servidor» de todo hombre y mujer, quiero compartir mi Amor con todos, sin excluir a nadie ni ignorar ningún sufrimiento.
Mi libertad está en amarte, en dar sentido a tu vida, ayudarte a vivir con dignidad.
Una sóla condición os pongo: «SÓLO QUIERO QUE OS AMÉIS». Compartiendo y dando la vida en la MISERICORDIA.
Cristo sigue pronunciando las mismas palabras que en la noche en que entregó su vida por amor: «Sólo quiero que os améis, como yo os he amado»
¿Queremos ayudar al Señor?
SIN OLVIDAR, QUE AMAR NUNCA HA SIDO FÁCIL. «SE ACABÓ LA CENA»… AHORA NOS TOCA HACER CREÍBLE SU AMOR.
No vale la indiferencia, la traición y el abandono. No hagamos esperar a Jesús, él se acerca a cada ser humano que sufre y anhela el don de su Misericordia.
Miren Josune