1. CAMINANDO TRAS LOS PASOS DE JESÚS
Movidos por el Espíritu de Jesús
El Espíritu de Dios empuja a Jesús hacia los últimos. Ellos han de ser los primeros en experimentar esa vida más digna y liberada que quiere Dios para sus hijos e hijas: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Lucas 4, 16-22).
Estos cuatro grupos de personas, los «pobres», los «cautivos», los ciegos» y los «oprimidos» son los que Jesús lleva más dentro de su corazón de Profeta del reino.
En el mundo se habla de «democracia», «derechos humanos», «progreso», «bienestar»… Jesús piensa en los últimos y habla de trabajar por una vida liberada que emerja desde ellos. Desde el Espíritu de Jesús solo podemos trabajar por una economía que sea «Buena Noticia» para los pobres, «liberación» para los esclavos», «luz» para los ciegos, «gracia» para los desgraciados.
Con indignación y esperanza
Jesús vive en medio de una sociedad donde no reina la justicia.
- Por una parte, el Imperio de Roma, Herodes Antipas y los poderosos terratenientes de Galilea explotan a los campesinos de las aldeas sin tener conciencia de estar arrebatando el pan a los pobres.
- Por otra parte, hace tiempo que los dirigentes religiosos se han desentendido del sufrimiento de las gentes. El imperio romano pretende que la pax romana es la paz plena y definitiva; la religión del Templo defiende que la «Torá de Moisés» es inmutable. Mientras tanto, los excluidos del imperio y los olvidados por la religión están condenados a vivir sin esperanza. Puede haber alguna mejora en la pax romana y se puede observar de manera más escrupulosa la «Torá de Moisés», pero nada decisivo cambia para los pobres: el mundo no se hace más humano.
Jesús rompe este mundo cerrado anunciando la irrupción del reino de Dios. Esa situación sin alternativa y sin esperanza es falsa. El mundo querido por el Padre va más allá de los derechos del César y más allá de lo establecido por la religión del Templo.
Hemos de seguir a Jesús abriendo caminos al reino de Dios desde dos actitudes básicas: la indignación profética que saca a la luz las causas que se ocultan bajo el sufrimiento de las víctimas y la esperanza en el Dios de los últimos, que sostiene los esfuerzos de quienes trabajan por su reino.
LOS POBRES
Sintiendo su pobreza desde las propias carencias, la necesidad de compartir lo que, tal vez, a mí me sobre y tenga suficiente, con la carencia que me falte suplir. Es un intercambio de amor, que nace de la solidaridad, «amor con amor se paga», puesto que no existe nadie que no precise de los demás y a su vez pueda dar algo de sí mismo.
CON LOS CAUTIVOS
Víctimas de las diferentes formas de esclavitud: la trata de personas, la droga, prostitución, corrupción, sin olvidar a quienes son perseguidos, secuestrados y asesinados a causa de sus ideas religiosas y políticas. También aquellas «cautividades» creadas por la propia sicología, la falta de autonomía, la dependencia, los intereses y conveniencias de terceros, tantas ataduras como pretenden alienar, amordazar y privar de criterio y decisión.
LUZ A LOS CIEGOS
Mediante la transparencia de actitudes honestas, la verdad sin engaño ni doblez, la ausencia de apariencia. Luz para saber hallar las respuestas de un verdadero discernimiento, la coherencia en el obrar, caminar por la vida a «cara descubierta», haciendo creíble la Luz del Espíritu que ha de habitar en nosotros. No será luz de artificio que dure tan sólo un instante, sino la Luz de Cristo que abra nuestra mirada a la Verdad que no es indiferente ni ignora, las tristes realidades de esta vida nuestra.
CON LOS OPRIMIDOS
Hombres, mujeres y niños, en condiciones de vulnerabilidad extrema, confinados, expuestos a la deportación, la privación de sus derechos más elementales. Personas explotadas, víctimas de prácticas abusivas, de trabajo sin protección ni garantía de un salario digno y justo, un horario flexible, y la atención sanitaria debida. Oprimidos, teniendo que aceptar, verse sometidos a los dictámenes de leyes injustas y discriminatorias, aplicadas sin tener en cuenta a la persona, su precaria situación.
Para multitud de seres humanos, es preciso crear una realidad de Misericordia que nazca del amor entregado a través del servicio y el compartir responsable.
La actitud de los gestos y obrar coherente, podrá llamarse en Verdad, el Evangelio de la Vida.
¡Que se NOTE y se SIENTA!
¿Un lugar cercano y accesible? Comenzar en las parroquias, la Casa que debe ser de todos y todas por igual, sin trato de favor ni privilegios:
¡Servir, servir, servir! En el Amor y la Misericordia.
Miren Josune.