Queridos amigos y amigas de Grupos de Jesús:
Reproducimos la entrevista que hizo F. Strazzari (EDB) a José Antonio Pagola en enero de 2016, con ocasión de la preparación de la edición italiana del libro Grupos de Jesús.
Este breve acercamiento al itinerario de fe y existencial de Pagola, nos ayudará a conocer qué le ha llevado a promover con insistencia la necesidad de volver a Jesús y al Evangelio para reorientar nuestra fe personal y colectiva.
Estoy seguro de que todos los que participamos de algún modo en la propuesta de Grupos de Jesús, sentiremos coincidencias importantes. ¡Que lo disfrutéis!
P/ ¿Cuál es tu recorrido teológico-bíblico?
R/ Hice mis estudios de teología dogmática en la Universidad Gregoriana y Ciencias bíblicas en el Instituto Bíblico de Roma. Completé mis estudios bíblicos en L’ École biblique et archeologique de Jerusalén. Sin embargo, en el crecimiento de mi fe ha habido tres factores que me han marcado. Primero, la fe de mi madre: yo me encontré con el Evangelio en la cocina de mi casa. Después, el Concilio Vaticano II. Mis estudios en Roma coincidieron con la celebración del Concilio: pude respirar de cerca el clima de renovación que se despertó en la Iglesia; pude también escuchar directamente a algunos consultores: Bernard Häring, Karl Rahner, el padre Congar, Hans Küng, Eduard Schillebeeckx… Con ellos se despertó mi vocación a trabajar por una renovación radical de la Iglesia. Por último, mi estancia en Galilea la primavera de 1966 viviendo en la casa de los Franciscanos en Cafarnaum. Paseando por las orillas del lago y contemplando la salida del sol cada mañana, me encontré con Jesús. Ya no he olvidado que, al amanecer, Jesús contemplaba al Padre haciendo salir su sol sobre buenos y malos.
P/ ¿Por qué das tanta importancia a Jesús?
R/ En realidad yo doy importancia absoluta a Jesús, y vivo entregado a liberar a su Iglesia de lo que nos desvía de su Evangelio o nos impide volver a él. Para entender mi vida actual y mi mensaje esto es lo más importante: quiero contribuir con todas mis fuerzas a volver a Jesús. Para mí, esto es lo más decisivo que puede suceder en la Iglesia en los próximos años. Quiero trabajar de manera humilde pero firme para que en la Iglesia vivamos centrados con más verdad y fidelidad en la persona de Jesús, en su mensaje y en su proyecto de abrir caminos al reino de Dios. Esto significa volver al que es la fuente y el origen de la Iglesia, el único que justifica su presencia en el mundo y en la historia; la única verdad de la que nos está permitido vivir a los cristianos. Significa, sobre todo, dejarle al Dios encarnado en Jesús ser el único Dios de la Iglesia, el “Abba”, el Dios de la misericordia, el Dios amigo de la vida, el Padre defensor de los pobres…
P/ ¿Por que escribes pensando en las parroquias y comunidades cristianas?
R/ Estoy convencido de que el futuro de la fe en los países occidentales se decidirá, sobre todo, en las parroquias y comunidades cristianas. El papa Francisco podrá renovar las instancias centrales del Vaticano, pero la Iglesia real es mucho más que el Vaticano. El papa no puede hacer lo que es tarea nuestra. Ahora mismo, en nuestras diócesis la fe está estancada, o se está perdiendo, o comienza a renovarse. La renovación de nuestras parroquias y comunidades cristianas no se producirá por decretos firmados en Roma, ni como fruto de planes pastorales redactados en las curias diocesanas. Es demasiado tarde. Solo daremos pasos hacia la renovación que necesitamos por caminos abiertos por el Espíritu de Jesús.
Yo no escribo para desarrollar doctrina ni para ilustrar la fe cristiana ni para hacer propuestas pastorales teóricas. Al escribir me siento cerca de las gentes de nuestras parroquias, que vive su fe de manera sencilla, que reza, sufre y calla, desconcertado por el futuro incierto de la Iglesia. Lo mismo que en los tiempos de Jesús, ese pueblo sencillo no tiene problemas para acoger la Buena Noticia del Evangelio. En este pueblo cristiano se puede iniciar la reacción e impulsar la conversión a Jesucristo en los próximos años. Si ese pueblo conoce a Jesús en toda su frescura y se hace con el Evangelio, nos arrastrará a todos. Yo solo quiero acompañar y animar ese movimiento popular hacia Jesús. Solo Jesús salvará a su Iglesia. Esto es lo que siento por dentro cuando escribo.
P/ Pero has encontrado una reacción muy fuerte contra alguno de tus escritos…
R/ Sí. Nunca había pensado encontrar una reacción tan fuerte y dura contra mis esfuerzos por acercarnos con más fidelidad a la persona de Jesús. No imaginaba que había en la Iglesia tanto miedo a Jesús. Lo que he vivido en mi propia carne me está ayudando ahora a entender la fuerte resistencia de algunos jerarcas al papa Francisco. El miedo a Jesús ha existido siempre. Es explicable. Jesús hace a las personas más libres; atrae hacia la misericordia no hacia el Derecho canónico; llama a sus seguidores a colaborar en el proyecto del reino de Dios, no a defender el poder mundano de la Iglesia; nos recuerda que los últimos han de ser siempre los primeros, también en la Iglesia y el Vaticano; conduce a sus seguidores hacia lo esencial del Evangelio, no a cualquier práctica religiosa… Nada hay más peligroso para una Iglesia que buscar poder, seguridad y prestigio que un papa humilde, libre y valiente que busca recuperar en el centro mismo de la Iglesia el espíritu, el fuego y la pasión de Jesús por el reino de Dios.
P/ Pero tú, ¿estás ya tranquilo?
R/ Sí. Ahora veo que es lo mejor que me podía haber pasado. Es bueno sufrir alguna vez un poco por Jesús. Me ha obligado a identificarme con él con más verdad. Si no me identifico con Jesús, mi vida y mi trabajo en estos momentos no tendrían ningún sentido. Además, no soy capaz de sentir resentimiento alguno contra nadie. No es esfuerzo ascético. Es un regalo que me ha hecho Dios a través de mi madre. Ella era así.
P/ ¿Qué piensas del Año de la misericordia?
R/ El papa Francisco es un regalo. Quedé sorprendido cuando a los pocos meses de su elección decía estas palabras. Me las sé de memoria: “La Iglesia ha de llevar a Jesús: ese es el centro de la Iglesia. Si alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, sería una Iglesia muerta”. Yo también he pensado así muchas veces, pero no me había atrevido a decirlo. El papa no habla de “aggiornamento” o adaptación de la Iglesia a los tiempos de hoy. No se queda tampoco en recuperar las líneas de fuerza del Concilio Vaticano. Nos dice que hemos de volver a Jesucristo “que puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo”. Dice también que “hemos de volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio”.
P/ Te hablaba del año de la misericordia…
R/ Sí. Tienes razón. Francisco quiere recuperar la misericordia como el primer principio de actuación de la Iglesia. Me parece su principal aportación. La misericordia no es una ley más en la fe cristiana. Es la gran herencia de Jesús a la Humanidad. Todo aquello que impide, oscurece o dificulta captar el misterio de Dios como ofrecimiento de su misericordia gratuita e inmerecida a todos ha de desaparecer de la disciplina y de la predicación de la Iglesia pues no encierra la Buena Noticia proclamada por Jesús.
Los sectores fariseos, al ver que Jesús acogía a todos a su mesa, incluso a pecadores, publicanos y prostitutas, lo acusaron de “amigo de pecadores”. Jesús nunca se defendió de esta acusación ni la desmintió pues se sentía y era amigo de pecadores. Siento tristeza al ver que, después de veinte siglos de cristianismo, toman fuerza en la Iglesia corrientes de resistencia al papa, en cuyo trasfondo subyace la misma preocupación de los fariseos pues, en definitiva, le están pidiendo a Francisco que no caiga en la tentación de ser “demasiado amigo de pecadores”: divorciados vueltos a casar que desean recibir a Cristo en la eucaristía. No logro entender su escándalo. Pienso que solo la misericordia puede hacer a la Iglesia de hoy más humana y más creíble.
P/ ¿Qué me dices de los Grupos de Jesús?
R/ Siento una gran alegría al ver la acogida que están teniendo en todas partes. Los Grupos de Jesús es una propuesta evangelizadora en la que vengo pensando desde hace muchos años. Su objetivo principal es vivir juntos un proceso de conversión individual y grupal a Jesucristo profundizando de manera sencilla en lo esencial del Evangelio.
Mi idea es simple. No sabemos qué papas habrá en la Iglesia después de Francisco. No sabemos tampoco cómo serán los futuros obispos de nuestras diócesis. Pero no podemos permanecer pasivos en unos tiempos tan decisivos para el futuro de la fe entre nosotros. Es posible poner en marcha ahora mismo un movimiento en que laicos, religiosos, religiosas y presbíteros promuevan la conversión a Jesucristo en nuestras comunidades. Estos Grupos de Jesús, junto a otras experiencias e iniciativas, pueden hacer circular en el interior de una Iglesia en crisis y en medio de una sociedad secularizada la fuerza renovadora de Jesús y de su Evangelio. Hoy es posible. Dentro de unos años puede ser tarde.
P/ ¿Por qué tu insistencia en volver a Jesús?
R/ El síntoma más grave de la crisis religiosa es el alejamiento de los cristianos que abandonan nuestras parroquias. Se pueden analizar los diversos factores que están en la raíz de este hecho. Pero una cosa es clara: la Iglesia está perdiendo su poder de atracción. Incluso no tiene fuerza para retener a los que hace unos años estaban dentro de ella. Este dato nos obliga a hacernos una pregunta decisiva: “¿Qué hemos de hacer en estos momentos? ¿Seguimos funcionando como siempre introduciendo pequeñas reformas en la liturgia o en el trabajo pastoral, pero naturalmente desde una Iglesia que va perdiendo atractivo y credibilidad, o recuperamos cuanto antes el Evangelio y ponemos en el centro de nuestras parroquias y comunidades la persona de Jesús como la fuerza decisiva capaz de atraer a los hombre y mujeres de hoy y capaz de engendrar una fe nueva en sus corazones? Estoy convencido que es posible “refundar” nuestras parroquias y comunidades a partir de una experiencia nueva más directa y viva de Jesús y de su Buena Noticia. No veo otro camino más esperanzador. Jesús salvará a su Iglesia.
IGLESIA EN SALIDA, AL ENCUENTRO DEL OTRO-A.
En perfecto acuerdo a la hora de hacer un análisis exhaustivo, del claro «diagnóstico» que hace José Antonio Pagola, acerca de los males que afectan a nuestras parroquias y comunidades.
En efecto, es necesario y hasta urgente, una decidida apuesta por poner la Casa «patas arriba», en palabras del Papa Francisco: «ARMAR LÍO». Se entiende, sin violencias y con respeto.
Los cristianos hemos de luchar con toda nuestra fe y energías, todo nuestro coraje y valor, en hacer posible, que el mensaje de Jesús retome el Espíritu de las PRIMERAS COMUNIDADES. No sólo poniendo en común bienes materiales, sino viviendo entre todos-as la Misericordia, en la fraterna acogida del encuentro.
Jesús no es teoría escuchada de manera iterativa a través de la historia, llegando sí, hasta los confines de la Tierra. Es preciso y urgente pasar a la acción del testimonio coherente.
Cuando hablamos de Jesús y comentamos la Palabra, pocas veces nos interpelados acerca de nuestros comportamientos y actitudes. Solemos decir: Jesús denunciaba esta realidad, hacía visible estos gestos, obraba de esta manera… casi nunca se contrasta con actitudes de hoy, ni ponemos «en ciernes» nuestra credibilidad frente a la fe.
Tal vez, al hablar de Jesús, se ha hecho demasiada ostentación de saber y conocimiento, sin pensar seriamente, cómo nos debiera interpelar, comprometer su vida.
Jesús, centro de nuestra vida: que irradie tu amor en nosotros hacia fuera, como los rayos de luz que al alborear el día, llenan la vida de Esperanza.
El «rostro» transformado de la Iglesia, no debe seguir siendo egocéntrico, donde únicamente tengan cabida quienes gocen del favor y privilegio, de la empatía de los otros, mientras la mayoría del «rebaño», se siente obligado, «violentado» a permanecer fuera, a la intemperie, como «ovejas sin pastor».
Se habla de «Iglesia en salida» y, en cambio, se estrecha cada vez más, el cerco a mis intereses, mi grupo, lo mío. Este pérfil de vivir la fe, cerrado y excluyente, es el que va dejando los templos y las parroquias vacíos, provocando el desencanto y la decepción, cuando no, la desesperanza.
La vida de Jesús, siempre fue «salida, acercamiento, acogida y encuentro». Él recibió también de su madre María, el testimonio fiel de la fe, de quien tiene como misión, atender las «urgencias» de esta vida, las necesidades y carencias de los abandonados a su suerte. Ella, «corría», iba de prisa a la montaña, a acompañar y socorrer la necesidad.
Si, estoy convencida, es en las parroquias y grupos, donde se ha de producir la «revolución» del amor y Misericordia.
Cada «oveja» que se aleje y salga de nuestros templos, debe ser la «voz de alarma» que ponga en «alerta» nuestra actitud y obrar.
Los Grupos de Jesús no deben encontrar impedimentos, trabas y obstáculos en las parroquias, a la hora de ampliar espacios. Hay sitio y horarios para todos-as, sobretodo, deseos de encontrar a Jesús, viviendo en torno a su Palabra, con más verdad, más testimonio y mayor compromiso fraterno.
Causa estupor decepcionante, ver como el pecado de omisión se ha adueñado del corazón. Nadie es capaz de hablar, salir en defensa del inocente, «dar la cara» por el agraviado. Cuánto miedo a perder privilegios, y qué nulo testimonio evangélico, así está el camino, lleno de «piedras» que nadie se atreve a «guardarse en los bolsillos» o dejarlas donde estaban, en su lugar preciso.
Si no «rompemos el cerco» y quienes tienen autoridad «dada de lo Alto», párrocos y demás presbíteros, así como quienes ocupan ministerios de cierta responsabilidad, no se toman en serio, el cambio que la Iglesia y los cristianos-as, llevamos tanto tiempo pidiendo, el mandato de Jesús: «amaros unos a otros, como YO OS HE AMADO», será una utopía inalcanzable.
Cada día aumenta mi esperanza de encontrar en los Grupos de Jesús, razones para creer que Jesús Resucitado, está en medio de nosotros y de la Iglesia. Esta verdad, no debemos tomarla de manera frívola y superficial.
Pido a todos y todas: «armen lío», no nos callemos ni resignemos a dejar a Jesús, -tu hermano-a-, fuera, por culpa de tanto silencio cómplice, tanta conveniencia interesada, tanta falta de verdad y testimonio evangélico.
Recordad: no más silencios de omisión, «brazos cruzados», cómodas seguridades, espíritus aletargados.
Que José Antonio Pagola, pueda seguir impulsando este hermoso proyecto de Evangelización, sin duda, dará abundantes frutos a la Iglesia, y nuestro querido y estimado Papa Francisco, verá resurgir la savia nueva que él también espera.
«Permaneced en mi AMOR». Ahí estamos Jesús, unidos-as en torno a tí y tu Palabra. Gracias a todos y todas, ¡ánimo!, cada día somos más, y la «FAMILIA» va creciendo, con más entusiasmo y alegría desbordantes. Jesús es nuestra Esperanza.
Miren Josune