Te abriré la puerta, Jesús,
cuando vengas a mi santuario
y oiga tus pasos acercarse.
Acompañaré la soledad
de quien se siente abandonado,
añorando la ausencia del amor.
Te abriré, Jesús, mis entrañas,
cuando oiga el grito y clamor,
del ser humano herido.
Acariciaré con mis manos,
prodigando ternura y consuelo,
hasta lograr dibujar sonrisas.
Te abriré, Jesús, mis ojos,
cuando la pobreza me reclame,
y no ignore ni acelere el paso.
Echaré mano al talonario,
cuando alguien se vea en la calle
por no poder pagar el alquiler.
Te abriré, Jesús, mi corazón,
para ser abrazo que acoja
la alegría del cálido encuentro.
Usaré mi poder e influencia,
para hacerme escuchar
en favor de quien no tiene voz.
Te abriré, Jesús, mi esperanza,
para que colmes mi vida,
de la alegría de tu presencia.
Hoy es Enmanuel
y su amor es regalo que todo ser humano
tiene derecho a recibir y también debe compartir.
¡Aquí estoy, Jesús!
Dispuesta a dar mi amor.
¡Zorionak eta urte berri on!
2.018
María Jesús