Celebramos en Navidad el nacimiento de un niño. Un niño es siempre promesa de futuro, capacidad de asombro, energía, ilusión…
Este niño, del que celebramos su nacimiento, es Jesús. Él crecerá y recorrerá los campos de Galilea predicando la Buena Noticia y, entre otras muchas cosas, nos dirá: “Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt 18,1-4).
En la Navidad tratamos de recuperar el niño que todos llevamos dentro, la ilusión, la esperanza, las ganas de caminar y hacer preguntas.
¿Habéis visto alguna vez a alguien que haga más preguntas que un niño de tres o cuatro años?: “Papá, ¿esto qué es? ¿Esto para qué sirve? ¿Esto por qué es así?”. No se cansa de preguntar.
Nosotros tenemos aún muchas preguntas sin respuestas definitivas y es bueno hacernos preguntas mientras caminamos; y, a cada una de ellas, seguirá una respuesta que es otra ventana abierta a preguntar de nuevo y seguir en camino… como los niños.
Porque se puede ser un “viejo” de 20 años sin preguntas y sin interés o un “joven” con muchos años más. No podemos decir: “Yo ya llegué… Nada nuevo tienen que decirme… Ya me lo enseñaron todo en el Catecismo, para qué me voy a plantear nada…”.
Salgamos de nuestra instalación, de nuestra comodidad, de nuestra apatía y pongámonos en marcha. ¡Hay mucho paisaje aún por descubrir!
Hay en nuestro interior muchas más “estrellas”, e invitaciones a la aventura, que en todo el firmamento.
Que el niño de Belén nos lo recuerde, desde su ternura, su inocencia, su ilusión y su esperanza.
¡Feliz Navidad!
Mercedes Castellano
GVJ Galilea