Enmanuel acampa ya
Niño, ¡despierta!,
del sueño en que tu palabra se mecía,
bajo el aliento de Dios,
Espíritu de amor y vida;
misericordia fecunda derramada
sobre la Humanidad creada.
Niño, ¡mira!,
los ojos tiernos de tu madre
que, embelesada, contempla
el fruto eterno de la promesa;
fiat amoroso y confiado
de quien amor hizo presencia.
Niño, ¡escucha!,
susurros con que el amor te acuna:
nana de cálido arrobo
y un canto de ruiseñores;
danza de alegres timbales,
son a los «cuatro vientos».
Niño, ¡percibe!,
el aroma de hierba fresca,
bajo el blanco manto de rocío
que ilumina las estrellas;
olor de azahar y romero,
la leña avivando las brasas.
Niño, ¡balbucea!,
¡Abbá!, ternura entrañable,
Palabra hecha carne,
lenguaje con que el amor expresa
el dulce sentimiento que llena
de gozo el corazón.
Niño, ¡toca!,
palpa el amor y la vida,
los besos y abrazos de José,
el pecho y caricias de María;
mecido en el calor de su regazo,
cuna que nunca se quiebra.
Niño, ¡ríe y llora!,
devuelve la inocente risa
a tantos niños cuyo llanto
espera anhelante tu consuelo;
les fue arrancada la alegría
despreocupada de sus juegos.
Niño, ¡duerme!
mañana, al despuntar el alba,
se acercarán pastores y zagalas,
trayendo pan y vino de la tierra,
leche de ovejas y cabras,
miel dulce del panal de abejas.
Y un cántico de ¡Gloria!,
un himno de alabanza,
proclamarán llenos de júbilo,
que Enmanuel «acampa» ya
por siempre en esta Tierra.
Enmanuel sigue naciendo
¡Despiertas!
Las bombas asesinas
retumban en la oscura noche,
estruendo ininterrumpido
que no te deja, niño, dormir,
de esta pesadilla de muerte.
¡Miras!
Tu mirada te empuja
a salir asustado a la calle,
caminas a tientas, tropezando,
entre los escombros y polvo,
el fuego ardiendo a lo lejos.
¡Escuchas!
Amargos y tristes lamentos,
desgarro del alma de madres,
Gritos de niños llorando,
clamando su desconsuelo,
padres rogando auxilio.
¡Percibes!
Caliente la sangre que brota,
de tu cuerpo roto y herido,
convertida en jirones tu ropa.
Miedo y frío te hacen temblar,
buscando refugio y abrigo.
¡Balbuceas!
No entiendes qué ocurre,
ni sabes aún cómo hablar,
solo un balbuceo agitado
expresa que algo te falta,
alguien más fuerte te llama.
¡Tocas!
Hacia tu débil y frágil cuerpo
apuntan los hombres crueles,
tu inocencia está ausente,
ni ves, ni oyes, ni entiendes,
tu ángel será más fuerte.
¡Ríes y lloras!
Te regalan un globo inflado,
bombones y caramelos,
para evitar tu llanto y gemido,
al penetrar la aguja en tu carne,
llenando de puntos tu piel.
¡Duermes!
Estás muy triste y cansado,
perdiste a tu madre y hogar,
el parque donde tú jugabas,
la escuela donde te enseñaban,
el mañana, ¿quién te lo dará?
¡Gloria, gloria, gloria!
Te queda vida para compartir,
amor que has de entregar,
paz que debes trabajar,
esperanza que harás realidad,
Jesús que te acompañará.
Miren Josune