Hoy resucita Jesús, hoy celebramos el mayor día de la esperanza universal en la historia. Jesús que parecía vencido, destruido en la cruz, resucita para recordarnos que el mal nunca tiene la última palabra, que la oscuridad es vencida por la luz, que la muerte es derrotada por aquel que es la resurrección y la vida. Que el odio y la envidia, aunque parezcan vencer, son derrotados por el amor y la misericordia. «Jesús en la muerte y desde la muerte, entró en el ámbito mismo de la vida divina, realidad primera y última. El Crucificado continúa siendo el mismo, pero sin la limitación espacio temporal de la forma terrenal» (B. Forcano, El resto histórico de la resurrección de Jesús).
No debemos ver este hecho de la resurrección solo como un hecho histórico del pasado, que realmente se consumará en el día de la parusía, sino que debemos experimentarlo cada día y en cada instante; comenzamos a pregustar la resurrección.
Jesús resucita hoy y lo hago cuando soy capaz de darme una nueva oportunidad y me acepto y valoro como soy, alegrándome de mi personalidad, viendo la bondad de Dios en mí. Siendo positivo, dando muerte en mi al egoísmo, miedo y rencor.
Resucito cuando salgo corriendo a bajar de la cruz a los condenados por esta sociedad en ellas, a los desfigurados de nuestro mundo víctimas de la injusticia y la hipocresía del mal; los drogadictos, las mujeres vulneradas, a los que no son productivos al capital; ancianos, niños, enfermos, a los que no tienen nombre y mueren en el océano.
Resucito cuando no dejo que me roben la utopía como medio para la transformación de esta sociedad de muerte en la sociedad de Jesús el reino de Dios. Resucito cuando no me conformo con que las cosas sean como son. Resucito cuando no me dejo vencer por el desánimo.
Resucito cuando descubro el ingenio femenino de la mujer en la historia de la salvación. Resucito cuando veo que Jesús no se le aparece en primer lugar a los apóstoles varones, sino que primero se le aparece a la súper apóstol María Magdalena para recordarnos que en el Reino de Dios no hay diferencia entre hombre y mujer.
Resucito cuando hago brotar una sonrisa en el rostro de alguien que sufre. Resucito cuando llevo y transmito esperanza, cuando damos pan, comida y cariño al hermano solo y desamparado. Resucito cuando me pongo en el lugar del otro y solo así puedo comprenderlo.
Resucito cuando celebro a Jesús resucitado, su presencia y su perdón en la celebración comunitaria de los signos sacramentales del pan y el vino, como a los de Emaús, para que abriéndonos los ojos podamos reconocerlo en los pobres y en los signos de los tiempos de nuestro día a día.
Resucito cuando comienzo a vivir esta vida como única y eterna. Resucito cuando me dispongo a vivirla en plenitud, aceptándome y aceptando todo desde la fe y la esperanza.
Resucito cuando descubro que mis familiares, amigos y bienhechores que han partido a la eternidad están resucitados en la presencia de Dios. En un reino de paz, alegría y gozo. La muerte nunca es el final, el amor es más fuerte que la muerte.
Hermano construyamos en el mundo el reino de Dios, que viviremos en plenitud en el día de la Resurrección plena y universal. No dejemos que el COVID nos robe la alegría y el gozo de esta noche santa. Un fuerte abrazo, feliz pascua de resurrección. Paz y bien.
Jonny Pereira Socas
Grupo de Jesús Cáceres