No está aquí:
¡Ha resucitado!
(Mt 28,6)
Son las palabras del ángel a María Magdalena y la otra María, cuando estas van en el amanecer del primer día de la semana a visitar el sepulcro de Jesús.
Nos llega claro el mensaje: Ni el dolor ni la muerte tienen la última palabra. Es una luz, un consuelo, un ponerse en marcha la fe para abrir camino a la esperanza.
Falta nos hace tener presente este mensaje en medio de nuestro mundo de hoy tan convulso, tan dolorido, tan necesitado…
Acabada la Semana Santa, cada año, hemos recorrido el viacrucis. Recuerdo una reflexión que sobre ello hacía Louis Evely:
«Bien podríamos los cristianos, después de haber recorrido el viacrucis, celebrar en la Pascua, llenos de alegría, la devoción de lo que serían Las estaciones del gozo, que son las apariciones del Resucitado. Y recorrerlas gozosamente, pausadamente, volviendo de nuevo a realizar con Jesús cada una de esas experiencias con las que él intentó, tiernamente, pacientemente, afectuosamente, convencernos de su resurrección, cambiar todas las tristezas en alegrías. De este gozo, de esta certeza de los Apóstoles, nace la audacia de la fe».
Hagamos juntos Las estaciones del gozo. Lo necesitamos. La Pascua es el paso entre la muerte y la vida. Nuestra religión debe ser la religión de la alegría; pero no de una alegría fácil sino de una alegría que nace de una tristeza superada: «Vuestra tristeza se convertirá en gozo» (Jn 10,20).
Nuestra religión no es la de la ausencia, sino la de la presencia de Jesús entre nosotros. Y a nosotros nos toca ser testimonio de esa Presencia, siendo luz y sal en medio de este mundo nuestro.
Vivir y compartir la certeza y la alegría de tener al Resucitado en medio de nosotros.
Termino con una estupenda frase de Moltman: «El cristianismo solo cumple verdaderamente su misión si contagia de esperanza a los hombres».
¡Feliz Pascua de resurrección!
Mercedes Castellano
GVJ Galilea
Me ha parecido estupenda su reflexión sobre la Pascua de Resurrección. Gracias