HOGARES CRISTIANOS
Hoy se habla mucho de la crisis de la institución familiar. Ciertamente, la crisis es grave. Sin embargo, aunque estamos siendo testigos de una verdadera revolución en la conducta familiar, y muchos han predicado la muerte de diversas formas tradicionales de familia, nadie anuncia hoy seriamente la desaparición de la familia.
Al contrario, la historia parece enseñarnos que en los tiempos difíciles se estrechan más los vínculos familiares. La abundancia separa a los hombres. La crisis y la penuria los unen. Ante el presentimiento de que vamos a vivir tiempos difíciles, son bastantes los que presagian un nuevo renacer de la familia.
Con frecuencia, el deseo sincero de muchos cristianos de imitar a la Familia de Nazaret ha favorecido el ideal de una familia cimentada en la armonía y la felicidad del propio hogar. Sin duda es necesario también hoy promover la autoridad y responsabilidad de los padres, la obediencia de los hijos, el diálogo y la solidaridad familiar. Sin estos valores, la familia fracasará.
Pero no cualquier familia responde a las exigencias del reino de Dios planteadas por Jesús. Hay familias abiertas al servicio de la sociedad y familias egoístas, replegadas sobre sí mismas. Familias autoritarias y familias donde se aprende a dialogar. Familias que educan en el egoísmo y familias que enseñan solidaridad.
Concretamente, en el contexto de la grave crisis económica que estamos padeciendo, la familia puede ser una escuela de insolidaridad en la que el egoísmo familiar se convierte en criterio de actuación que configurará el comportamiento social de los hijos. Y puede ser, por el contrario, un lugar en el que el hijo puede recordar que tenemos un Padre común, y que el mundo no se acaba en las paredes de la propia casa.
Por eso no podemos celebrar la fiesta de la Familia de Nazaret sin escuchar el reto de nuestra fe. ¿Serán nuestros hogares un lugar donde las nuevas generaciones podrán escuchar la llamada del Evangelio a la fraternidad universal, la defensa de los abandonados y la búsqueda de una sociedad más justa, o se convertirán en la escuela más eficaz de indiferencia, inhibición y pasividad egoísta ante los problemas ajenos?
José Antonio Pagola
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Marina Ibarlucea
FAMILIA EN EL AMOR DE EMMANUEL.
EL hombre y la mujer buscan ser amados y respetados en toda su dignidad, hacia dentro de la vida más íntima y privada, y también, hacia fuera, en medio de la sociedad y el mundo. No puede haber verdadera familia cristiana, si no se proyecta y abre a los demás,
Emmanuel, no vino a quedarse anclado en su humilde reducto de Nazaret, al cobijo y amparo de su familia. Un día expresará con firmeza y determinación, a la interpelación de sus parientes y amigos: «tu madre y hermanos te están esperando».
Nosotros, al igual que hiciera Jesús, hemos de responder con verdadero sentido solidario: ¿Quién es mI familia y qué respuesta debo dar, a este frágil niño llamado con fe Enmanuel?.
En medio de no pocas tensiones y ambientes enrarecidos, es fácil perder el sentido y la razón de la propia vida, viviendo de espaldas a lo esencial, «robotizados» por el «todos lo hacen y es lo que se lleva». También la familia sufre la insana tentación de un burdo relativismo que envuelve las actitudes humanas creando indiferencia, siendo insolidarios unos de otros, rompiéndo relaciones, la sana convivencia.
Sin AMOR y RESPETO no puede haber familia que sostenga sus propios y sólidos cimientos. De ahí que, la Navidad nos vuelve a recordar, el Amor de Dios vivido todos los días del año, dentro y fuera de la familia. Hogares que no deben convertirse en «búnker» de aislamiento y a salvo de todo riesgo. La familia está llamada a ser, pequeña «colmena» de Amor y Esperanza, donde la ternura y dulzura sean un «panal de miel», abierto a compartir con tantas soledades, tantos abandonos y desarraigos.
Bueno es degustar, los deliciosos y típicos dulces navideños y el cava en torno a una buena mesa familiar. Mucho más profundo e íntimo, poder experimentar el cálido abrazo fraterno y solidario, gesto de AMOR. Seamos si, familia de Emmanuel, haciendo la voluntad del Padre-Madre de todos.
¡LA PUERTA SIEMPRE ABIERTA!!
Miren Josune.