Queridos amigos, amigas de Grupos de Jesús:
El Grupo de Jesús «La Paz» quiere compartir con nosotros una semblanza de su compañera Alicia Mairlot, que recientemente ha fallecido. Le damos gracias a Dios por la vida de Alicia, y al grupo «La Paz» por ayudarnos a conocer a esta gran hermana que nos ha dejado.
Semblanza de Alicia Mairlot (por Francisca Sánchez CCV)
Compartí con ella 4 años en las reuniones mensuales que el Grupo de Jesús realizábamos el último lunes de cada mes.
Alicia Mairlot nació en Madrid el 6 de enero de 1936 y, cuando tenía pocos años, su familia se trasladó a vivir a Úbeda (Jaén) por razones del trabajo de su padre, de origen belga, que ejercía la profesión de oculista.
Alicia era la tercera de cuatro hermanas: M.ª Dolores, Carmelita de Vedruna, M.ª Covadonga, Alicia y M.ª José. Las cuatro se educaron en el Colegio de nuestras Hermanas en Úbeda.
A los 20 años ingresó en el noviciado de Carabanchel el día 3 de marzo de 1956.
Se licenció en Lenguas Románicas y ejerció como profesora de Lengua y Literatura en diversos colegios de la Provincia: Sevilla, Cádiz, Jaén, El Escorial, etc.
En 1978 se integró en la Comunidad de Inserción de Linares, en el barrio de La Fuente del Pisar en C/ Madroñal, 60. Trabajó un tiempo como educadora y profesora de Lengua y Literatura en SAFA (Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia promovida por los Jesuitas). Después se unió a un grupo de mujeres del barrio en paro y juntas formaron una cooperativa de limpieza, LINASUR, que posteriormente se abrió al trabajo de ayuda a domicilio. Ahí vivió en primera persona su opción por los pobres y por la clase obrera, haciéndose una de ellos. También participó en la Asociación de Vecinos La Esperanza y en la Parroquia de San Sebastián en el Polígono de Arrayanes, impulsando la formación de los jóvenes.
Tuvo ocasión de hacer dos viajes solidarios a América Latina: El Salvador y Honduras. Con motivo del encuentro internacional de los Comités Oscar Romero, SICSAL en el Salvador (1995), Alicia se sumó a dicho evento. Su objetivo era tener un encuentro con Dios hundido en los problemas de la historia. Fue para ella una gran alegría conocer personalmente a los obispos Don Pedro Casaldáliga y Don Samuel Ruiz (Chiapas), a Jon Sobrino, etc., y participar en la celebración del Encuentro.
Le impactaron mucho los días que estuvo en S. José las Flores, zona del norte en la montaña, en casa de H. Teresa G. de la Rasilla, religiosa de Asunción. Ahí tuvo la experiencia del sufrimiento de la gente durante el tiempo de la guerra. ¡Cómo escapaban por la montaña huyendo del ejército hacia la frontera con Honduras y cómo los alcanzaron en el río Sumpul y allí los acribillaron y murieron unas 600 personas! El río estaba rojo de tanta sangre. Contaban las barbaridades de los soldados contra el pueblo indefenso. Metimos los pies en el río con devoción, como un bautismo en la lucha por la justicia y, como señal, tomamos una piedra del río para recordarlo siempre. Alicia vivía todo esto, intensamente.
En 1999, la CONFER nacional hizo una llamada a las comunidades religiosas de España para apoyar y acompañar a las comunidades de Honduras con ocasión del huracán Mitch que había sido devastador. Las cuatro hermanas que formaban la comunidad de Linares cerraron la casa y respondieron a la llamada. Fue una rica experiencia compartiendo con el pueblo hondureño la situación de dolor y pobreza.
Poco después participó en la fundación de la Comunidad de Ceuta (1999) en solidaridad con los inmigrantes.
En 2005 se integró en la Comunidad en Madrid en el barrio de La Ventilla donde vivió sus últimos quince años, trabajando en Pueblos Unidos en la acogida y el acompañamiento de mujeres inmigrantes. Se organizó una Escuela de Adultos para las mujeres extranjeras que querían aprender español y de ahí surgió una amistad grande y el trabajo de venta de dulces en la puerta de las iglesias y en eventos sociales.
En la Asociación de Vecinos, Alicia formó parte de la junta directiva y participaba en los talleres de Inteligencia Emocional y Taller de Memoria con mujeres de escaso nivel cultural, poniéndose sin destacar, como una más, animando y acompañando… sencillamente. En las actividades del Huerto Urbano La Ventilla le encantaba estar con la gente y participar en sus actividades.
Su búsqueda por la igualdad y solidaridad con los débiles y menos favorecidos, con los de abajo, como ella decía, era fruto de su honda espiritualidad: la espiritualidad de la encarnación. Leer desde la Palabra los acontecimientos sociales, le llevaba a un compromiso con la justicia y con los derechos humanos.
A los dos años de vivir en La Ventilla, tuvimos la suerte de encontrar la comunidad de base San Atanasio, que tenía su sede cerca de nuestro barrio. Fue una gran alegría y desde entonces nuestra comunidad participa en ella, siendo un refuerzo grande el compartir la fe y la vida con esta comunidad de base.
Finalmente, el 24 de marzo de 2020, día de San Oscar Romero, el Coronavirus se la llevó. No nos dejaron acompañarla. Murió COMO UNA DE TANTOS… como había vivido.
He tenido la suerte de convivir con Alicia Mairlot cuarenta y seis años y me siento muy afortunada por este regalo: Jaén, Linares y el barrio de La Ventilla en Madrid, han sido los escenarios donde se ha desarrollado nuestro compartir.
Una gran mujer. Al igual que Francisca Sánchez, la autora de la reseña. De la amistad y el amor de ambas nos honramos en el barrio de la Ventilla de Madrid.
Mil gracias por tanto, y tan generoso, trabajo.
Un abrazo.
Soy Maria Dolores Mairlot Carmelita Vedruna hermana de Alicia, residente en Washington.
Os agradezco mucho la publicación de su semblanza. Alicia siempre fue la buena de la familia, estudiosa y la primera en obedecer a ¨poner la mesa¨ orden de mi madre. Para mí es un ejemplo de lo que hoy debe ser la vida religiosa.
Un cariñoso abrazo.
¡Que vida tan llena!… una auténtica seguidora de Jesús.
Yo no la conocí personalmente, pero doy gracias a Dios por haber tenido entre entre nosotros a esta persona tan ejemplar.
Y qué bonita casualidad que llegara a la Casa del Padre el mismo día del Santo de Oscar Romero.
Gracias Francisca por compartirlo entre nosotros. Estas personas iluminan nuestro caminar.
Un abrazo