Queridos amigos y amigas de Grupos de Jesús:
Reproducimos la entrevista que hizo Jorge Blanco (editorial San Pablo, Argentina) a José Antonio Pagola el pasado 1 de junio de 2016.
En ella se aborda el papel del teólogo y la teología en el mundo actual y la gran repercusión que ha tenido la obra “Jesús, aproximación histórica”, así como las resistencias y dificultades que encontró.
Finalmente, se aborda la insistencia de Pagola de que la Iglesia “vuelva a Jesús” con experiencias, entre otras, como los Grupos de Jesús. ¡Que lo disfrutéis!
P/ Estimado José Antonio, me atrevo a hacerle esta pregunta, poniéndome en el sitio de muchos lectores de esta revista, como así también de quienes se consideran no creyentes e, incluso, de tantos otros que viven su fe cotidianamente, ¿para qué sirve un teólogo, hoy, y en este momento que nos toca vivir?
R/ En estos momentos en que estamos viviendo un cambio sociocultural sin precedentes necesitamos teólogos centrados totalmente en impulsar en la Iglesia de Jesús una conversión radical sin precedentes. El hombre moderno está logrando avances muy positivos, pero empieza a tomar conciencia, aunque solo sea de manera confusa, de que está fracasando en los objetivos más decisivos. Son muchos los que hoy comienzan a reclamar algo que no es solo técnica ni ciencia, algo que no es tampoco ideología ni doctrina religiosa. El hombre de hoy se siente perdido y busca caminos para vivir una experiencia diferente de la vida: una vida más sana, más digna, más justa, más humana. Por eso no necesitamos tanto teólogos que desarrollen doctrina religiosa sino teólogos profetas del Evangelio y testigos de Jesús que sepan ofrecer al hombre de hoy con frescura y radicalidad el camino abierto por Jesús para construir un mundo más digno, más justo y más dichoso.
Por otra parte, la historia de la Humanidad se encuentra atrapada por un sistema económico financiero objetivamente inhumano, que conduce a una minoría de poderosos a un bienestar insensato y deshumanizador, mientras dos tercios de la humanidad se hunden en la miseria, la destrucción y el hambre. La razón queda secuestrada. No se pregunta por los fines. No se habla del sentido de la historia. Es el momento de recuperar el proyecto del reino de Dios promovido por Jesús y desarrollar una teología humanizadora y liberadora que ponga en el centro de la historia el bien común de todos los pueblos y el cuidado de la tierra como casa común de todos.
P/ A pesar de contar con una prolífica obra, su libro “Jesús, aproximación histórica” (PPC, Madrid 2007) fue traducido a diversos idiomas y las ventas lo han convertido prácticamente en un verdadero bestseller. ¿Cómo definiría a esa obra? ¿Cómo es el Jesús de su libro?
R/ Como dice su título, mi libro es un esfuerzo de aproximación histórica a Jesús. He tratado de conjugar el rigor histórico con un lenguaje claro y accesible. Por una parte, he estudiado a lo largo de muchos años los trabajos de los investigadores más importantes con el máximo rigor del que soy capaz. Por otra parte, he tratado de contarlo con palabras vivas y sencillas a los hombres y mujeres de hoy.
Los lectores encontrarán en mi libro un Jesús vivo y concreto. Con un mensaje claro en sus labios: el amor inmenso de un Dios Padre que quiere una vida más digna y dichosa para todos. Con un proyecto bien definido: construir un mundo más sano, más justo y más humano abriendo caminos al reino de Dios. Con una predilección muy precisa en su corazón: los últimos, los despreciables, los oprimidos por los poderosos y los olvidados por la religión… Con una fidelidad total y absoluta a su Padre, traducida en una vida de compasión, de búsqueda de justicia y de entrega generosa hasta la muerte.
Aunque el libro se ha traducido ya al ruso, al chino o a la lengua japonesa, yo no hablo nunca de “éxito editorial”. Es otra cosa. He recibido cientos de testimonios de personas alejadas que se han encontrado con Jesús: médicos ateos, profesores agnósticos, políticos no creyentes, divorciados alejados de la Iglesia, pastores luteranos, presos de diversas cárceles, enfermos terminales hundidos en la desesperanza… Estoy abrumado. Son personas que han encontrado en Jesús fuerza nueva para vivir, perdón, un sentido nuevo a su existencia. Ahora veo que Jesús está vivo y tiene un poder de atracción increíble.
P/ Sin embargo, su libro ha generado una gran controversia, levantando opiniones confrontadas dentro de la Iglesia, e incluso, siendo criticado duramente al punto tal que la misma editorial lo retiró de las ventas en España ¿Se trató de una censura eclesiástica? ¿Cómo vivió tales dificultades?
R/ En mi libro presento a Jesús como “conflictivo y peligroso”. Ahora veo que lo fue y lo será siempre. Creo que el miedo a Jesús se despierta en nosotros cuando empezamos a entender su proyecto, cuando conocemos mejor cómo amaba a los últimos, cuando vemos con claridad lo que esperaba de sus seguidores. Creo sinceramente que mi libro ha despertado inquietud y rechazo cuando se ha captado que Jesús es un desafío peligroso para la Iglesia actual tal como, de ordinario, la entienden, la viven y la organizan algunos sectores.
Te voy a decir abiertamente lo que pienso. Creo que la polémica se ha levantado, no porque yo niegue la divinidad de Jesús sino precisamente porque afirmo que en esa vida concreta de Jesús se nos está revelando el verdadero Dios. A quien no acepte en todo su realismo la encarnación del Hijo de Dios en la humanidad entrañable de Jesús, todas las páginas de mi libro le pueden parecer de sabor arriano. Por el contrario, quien busque a Dios encarnado y revelado en la vida y en la historia entrañable de Jesús, lo descubrirá en toda la grandeza de su amor insondable en cualquiera de sus páginas. Diría algo más. Quien no quiera saber nada de cómo era Jesús, qué vivía y cuál era su proyecto, sentirá la tentación de descalificar mi libro con toda clase de críticas; quien, por el contrario, se interese por conocer más a Jesús es fácil que se encuentre con él con más autenticidad.
P/ ¿Cómo vivió esa experiencia de rechazos y descalificaciones, sobre todo por parte de la jerarquía española?
R/ Todo terminó con una sentencia definitiva de la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe que, en sesión celebrada ante Benedicto XVI, declaró que mi obra no contiene ninguna proposición contraria a la doctrina de la fe. Naturalmente, el clima actual creado por el papa Francisco es muy diferente. ¿Cómo he vivido todo esto? Para mí ha sido una gracia inesperada. Lo mejor que me ha podido pasar, pues me ha identificado de manera más radical y definitiva con Jesucristo. Me ha confirmado en mi pasión por Jesús y me ha hecho más libre para gritar su mensaje. Por otra parte, no me han quedado ni heridas ni rencor alguno contra nadie. No he tenido que hacer ningún esfuerzo para perdonar. Es un regalo que Dios me ha hecho a través de mi madre. Ella era así.
P/ ¿Considera que la Iglesia, tradicionalmente, nos ha enseñado y transmitido una imagen de Jesús rigurosamente “divino”, postergando la visión de su costado humano? ¿Qué aporte propone su investigación crítica?
R/ Estoy convencido de que para abrirnos al misterio insondable de Dios encarnado en Jesús no es suficiente confesar las fórmulas dogmáticas de los concilios cristológicos ni adherirnos a las propuestas de algunos teólogos que tratan de encontrar un lenguaje más actual para reformular el lenguaje de Calcedonia. Por eso, solo haré aquí dos sugerencias de carácter pastoral:
Siguiendo una idea sugerida en su momento por Leonardo Boff, creo que en Jesús descubrimos a alguien tan humano, tan humano que no es como nosotros: solo Dios puede ser tan humano. Cuando hablo con Jesús siento que ese Misterio último de la realidad que los creyentes llamamos “Dios” yo no lo podré encontrar en ningún lugar de la creación ni en ningún punto de la historia como lo puedo encontrar en Jesús: en ese ser tan humano y entrañable con todos, en ese proyecto humanizador del reino de Dios, en esa vida entregada por amor a la crucifixión, en esa victoria inexplicable sobre la muerte…
Por otra parte, no hemos de olvidar que para creer en la condición divina de Jesús no es suficiente pronunciar fórmulas dogmáticas. Confesamos de verdad a Jesús como Dios cuando lo amamos sobre todas las cosas, cuando ocupa en nuestro corazón y en nuestra vida un lugar único y absoluto, cuando lo seguimos como único Maestro y Señor.
P/ ¿Es notorio escuchar con frecuencia en sus charlas, entrevistas, etc., la necesidad que tenemos como Iglesia de “volver a Jesús”. ¿Por qué? ¿Tan lejos estamos de él?
R/ El giro que necesita el cristianismo actual, la autocorrección que hemos de impulsar en la Iglesia consiste sencillamente en volver a Jesucristo. Necesitamos urgentemente que la Iglesia se centre con más verdad y más fidelidad en la persona de Jesús y en su proyecto del reino de Dios. Esta conversión radical a Jesús, el Cristo, es lo más importante que puede ocurrir en la Iglesia en los próximos años. Si no se produce esta conversión, el cristianismo de muchos que se llaman hoy cristianos se irá diluyendo, en medio de la sociedad moderna, en formas religiosas cada vez más decadentes, sectarias y anacrónicas, y cada vez más alejadas del movimiento profético de seguidores querido por Jesús.
Cuando yo hablo de “volver a Jesús” y me esfuerzo en impulsar los “Grupos de Jesús”, no estoy pensando solo en impulsar un aggiornamento o adaptación de la Iglesia a los tiempos de hoy. Hablo de volver a Jesús, que es el origen y la razón de ser de la Iglesia. El único que justifica su presencia en el mundo y en la historia. Volver a Jesucristo que es la única verdad de la que nos está permitido vivir a sus seguidores. Dejar al Dios encarnado en Jesús ser el único Dios de la Iglesia: el Dios defensor de los pobres, el Dios de la misericordia, el Dios amigo de la vida y del ser humano.
Volver a Jesús es, antes que nada, desarrollar una calidad nueva en nuestra relación con él. Una Iglesia formada por cristianos que se relacionan con un Jesús apagado que no enamora ni seduce, que no llama ni toca los corazones… es una Iglesia sin futuro en la sociedad moderna de nuestros días.
Necesitamos además poner más verdad evangélica en la Iglesia. Discernir qué hay de verdad y de mentira en nuestras iglesias y nuestras curias, en nuestras actividades pastorales y en nuestras celebraciones. No nos podemos resignar a vivir un cristianismo sin conversión. ¿Hasta cuándo seguiremos en la Iglesia sin hacer un examen de conciencia colectivo a todos los niveles?
Y, todo esto, para recuperar el “seguimiento” a Jesús como núcleo esencial de la fe cristiana y para asumir el proyecto humanizador del reino de Dios como la primera tarea de la Iglesia que es siempre “buscar el reino de Dios y su justicia” contribuyendo a crear un mundo más sano, más digno y dichoso para todos, empezando por los últimos.
P/ Por último, ¿qué opinión le merece el papado de Francisco, a tres años de su elección? Desde su experiencia, ¿le parece que verdaderamente estamos en camino de la transformación que la Iglesia necesita?
R/ El papa Francisco es un regalo de Dios a la Iglesia. Es el primer papa que me ha hecho pensar en Jesús de Nazaret: su estilo profético, su acogida entrañable, su predilección constante por los más pobres y necesitados, su libertad para condenar el sistema neoliberal como una “economía que mata”, su estilo de predicar con el ejemplo… Hace unos días en una Televisión francesa le escuché a un historiador agnóstico que felicitaba a la Iglesia católica por tener “un líder que contagia autenticidad”.
A los pocos meses de ser elegido, el papa Francisco dijo estas palabras que no olvidaré nunca: “La Iglesia ha de llevar a Jesús: este es el centro de la Iglesia, llevar a Jesús. Si alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, sería una Iglesia muerta” (Homilía en S. Marta, 23 de octubre de 2013). Yo no me había atrevido a decir tanto, pero el papa tiene razón. Una Iglesia, una diócesis o una parroquia… que no lleva a Jesús, está muerta.
Por eso, el papa se ha apresurado a poner en marcha en la Iglesia una renovación evangélica y evangelizadora. Así dice en La alegría del Evangelio: “Quiero invitar a todos los fieles cristianos a una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría de Jesús”. El papa no habla de una adaptación de la Iglesia a los tiempos modernos, no se queda tampoco en volver al espíritu y al horizonte del Concilio Vaticano II. Habla de “volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio”. Nos dice que no nos dejemos paralizar por el miedo a la novedad porque, si lo hacemos, “seremos simplemente espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia”.
El papa Francisco ha creado grandes expectativas y con razón. Sin duda, el papa podrá renovar las instancias centrales de la Iglesia, pero hay algo que no hemos de olvidar. La Iglesia es mucho más que el Vaticano. La Iglesia la formamos muchos millones de fieles que nos reunimos en las parroquias y comunidades cristianas de todo el mundo. Y el papa no puede hacer desde el Vaticano lo que es tarea nuestra. En estos momentos, la fe en nuestras parroquias y comunidades está estancada, o se está perdiendo, o comienza a renovarse. El futuro de la fe se jugará en buena parte en estas comunidades. Esta renovación no vendrá impulsada por decretos firmados en Roma, ni será fruto de planes pastorales elaborados por las Conferencias Episcopales de cada país. La conversión que necesitamos llegará por caminos abiertos por el Espíritu de Jesús en el pueblo sencillo de Dios. Solo Jesús salvará a su Iglesia.
(Entrevista original: http://www.sanpablo.com.ar/rol/nota.php?id=5174)
GRACIAS una vez más a José Antonio Pagola.
Muy importante qué hacer en este momento, sea lo que fuere de las afirmaciones fundamentales de este planteamiento: El movimiento de Jesús, comienzo su obra prolamando la inminencia del reino de Dios y la cristología, que nos ha acostumbrado a esta visión aislada de Jesús (muchos esfuerzos de la crítica histórica por dar con la singularidad del «Jesús Historico» han contribuido también a esa visión). Para nuestro tema, sin embargo, es de capital importancia colocar a Jesús en el contexto de su pueblo, y en el contexto del grupo de Jesús, del que arranca el proceso histórico en que se origina la Iglesia.
GRACIAS , una vez más a José Antonio Pagola
Yo compré el libro en su primera edición y fue como decir…»Este SI es Jesús…….»..y lo compartí con amigos y familiares , no podía hacerles mejor regalo.
Pertenezco a uno de los Grupos de Jesús y vivimos en esa pequeña comunidad la experiencia de un Jesús vivo y cómo el Espíritu se mueve entre nosotros.
No ceso de dar gracias a Dios por ello y a J.A.Pagola por habernos conducido hacia EL,
EL HOMBRE Y MUJER, IMAGEN DEL AMOR DE DIOS.
Muchas veces me hago la pregunta: ¿reflejo en mi vida el AMOR de Dios, su Misericordia?
Es aquí donde mi fe se detiene, mira y contempla a Jesús nacido de mujer, «acampando» en medio de la Humanidad, mostrando el verdadero «rostro» de Dios.
Al hablar del Jesús histórico, nos podemos «perder» en múltiples comprensiones de su realidad, que muestran su perfil humano.
La idea «clave» y definitiva de la vida de Jesús, la encontramos en la identificación que hace de sí mismo respecto a Dios: «el Padre y yo somos uno, como el Padre me AMA así os AMO yo».
Es la esencia verdadera de su filiación con la Divinidad, con el Verbo que desde siempre existe y es, nos ha mostrado cómo es Dios y su inefable AMOR.
Se nos ha inculcado una idea de Dios «etérea», ausente de la vida y en otra realidad distinta que no conocemos. Muchos son lo que perciben a Dios como un «SER» extraño e indiferente, alejado de cuanto conforma nuestra frágil y vulnerable Naturaleza.
Es un error ciego, negar esa «presencia» del Amor que nos habita y nos envuelve, en el abrazo profundo y grande, de la vida que Dios nos regala cada día, como don fecundo de su Misericordia.
¿Cómo experimentar la cercanía de Dios, sentir «su mano» cálida posarse sobre nuestra vida?
Hablamos del lenguaje del Amor, el que todos-as comprenden desde el corazón, aunque la razón no siempre pueda entender.
De ahí que, la Misión de Jesús, su fiel testimonio de vida, tuvieron la lucha permanente de no sucumbir y caer en la «tentación» de una religión de rigor, conforme a leyes, ritos y preceptos, «circunstancial», de hecho «oportuna» e «interesada».
Un Dios al servicio del albedrío humano, «sometido» al provecho del hombre y mujer. Como esos padres-madres consentidores, llenos de permisividad, dando a sus hijos toda suerte de regalos y caprichos, llegando incluso a pensar, que así los aman más, eludiendo la justa equidad de las acciones y comportamientos.
No es así como el Amor de Dios se nos ha manifestado, sino a través del Amor y persona concreta de Jesús.
Un hombre tan humano, como para sentir estremecimiento en sus entrañas ante el sufrimiento ajeno, llorar la pérdida de un ser querido, experimentar profunda Misericordia, ante el hombre y la mujer caídos en el pecado y la debilidad, conmoviéndose en su corazón, por las muchedumbres hambrientas de pan, de justicia y liberación.
Sin duda, Jesús se dolía de la penosa y triste situación, en la cual vivían muchos de sus más allegados coetáneos.
La Historia de Jesús, no hubiera pasado de ser, el relato de un hombre bueno y justo, víctima de las intrigas maquinadas en su contra, como fruto de la envidia y rivalidad, de un orden político y religioso establecidos desde el poder y autoridad, a costa del sometimiento y esclavitud de los más desfavorecidos.
La HUMANIDAD de Jesús, no tuvo otra esencia ni misión, que mostrar al mundo el ROSTRO del AMOR de Dios, su VOLUNTAD de Salvación para todo hombre y mujer.
En efecto, esta Verdad y realidad, como AUTORIDAD recibida del Padre, no podía estar sujeta a la Ley y preceptos establecidos, aunque Jesús dejara claro que: «no había venido a transgredir ni una «tilde» de la Ley, sino a darle cumplimiento».
Por tanto, no debemos pensar en Jesús como un «revolucionario» del orden establecido, dando lugar a conflictos y alterando la convivencia sana de su pueblo.
¿Era esto verdad, vivían aquellos hombres y mujeres sometidos al poder extranjero, en la paz justa, la que hiciera posible vivir en un orden social nuevo? Su actitud pacífica y conciliadora, no le hizo caer en tristes ambigüedades, ni en una toleracia permisiva, con la injusticia y abusos cometidos a diario, hacia los desdichados de la sociedad que le tocó vivir.
Para Jesús, la Salvación de Dios, tenía que conformarse con las obras de Amor y Misericordia, para hacer así creíble y visible el verdadero «rostro» de Dios, no sólo a través de las palabras, sino en las obras, en la manera nueva de relacionarnos unos con otros, viviendo en la comunión fraterna del Amor.
¿Quién era Jesús, para aquellos hombres y mujeres que tuvieron la suerte de conocerle, vivir a su lado, próximos a él, compartir su AMOR y experimentar dentro de sí, su entrañable Misericordia?.
Sin duda, la «imagen» del AMOR del Padre, su verdadero «rostro», vividos como expresión de su misma esencia, en total entrega de sí mismo y al servicio de cuantos hombres y mujeres encontró en su camino, fue la confirmación que hizo exclamar a muchos de sus seguidores y coetáneos: «VERDADERAMENTE, ESTE HOMBRE ES HIJO DE DIOS».
El Padre Pagola, al aproximar y plasmar, la imagen histórica de Jesús a sus seguidores, hace una apuesta por el HOMBRE y su imagen de Dios. No del hombre y la mujer desnaturalizados, sin el AMOR que habita en su corazón, como criaturas del Padre.
Hay un misterio insondable, que no es posible desvelar, sino es a través del AMOR, ese «rostro de Jesús Resucitado». Los que le «vieron», dieron testimonio de Él, comprendieron, al fin, su misión y trayectoria existencial, el por qué de su entrega a la voluntad del Padre.
Los Grupos de Jesús, estamos llamados-as a ser no tardando, «celulas vivas» de Misericordia, dentro y fuera de las parroquias.
Esta realidad, que a muchos les cuesta creer, por falta de verdad coherente en el testimonio de la vida concreta, es necesaria y urgente, si de verdad queremos seguir a Jesús y hacer creíble su mandamiento de Amor.
Estaremos hablando de Jesús y sus seguidores, muchos siglos más, generaciones enteras, nada o poco cambiará la realidad, si cada cristiano-a, no se toma en serio, el Espíritu de las primeras comunidades cristianas, lleno de Amor vivido y compartido.
Humildemente puedo decir que, cada día que Dios me regala la vida, la única interpelación que me hago, es cómo responder a la MISERICORDIA y Amor de Dios. No tengo en absoluto ninguna duda: haciendo el bien y amando como Jesús.
Creo sinceramente, que a los hombres y mujeres hay primero que conocerlos, saber qué dicen y piensan, juzgar los hechos con Misericordia y siempre buscar y querer su bien.
He leído el libro de Pagola: Jesús de Nazaret. Para mí, describe la semblanza luminosa de Alguien que está VIVO entre nosotros, abriéndose paso en la historia de la Humanidad, alentándonos con su Espíritu, lleno de Misericordia y Amor, a ser testigos creíbles de su Buena Noticia.
La erudición de las palabras y la exégesis que hagan estudiosos y entendidos, aunque puedan y deban acercarnos a la Verdad de la Revelación, no debe ser causa y motivo de distanciamiento, de la verdadera Sabiduría de Dios, la que «anida» en el corazón de los humildes y sencillos.
El perfil humano de Jesús solo puede ser entendido desde esa Sabiduría que permite hablar al corazón, como fiel expresión del Amor de Dios.
Me quedo con el Jesús de los Evangelios, cuyas entrañas se «estremecían», al contemplar el sufrimiento de los indefensos y débiles. ¿A qué esperamos para hacer lo mismo?
Al terminar el Año Jubilar de la Misericordia, pensemos que no se acaba su «bálsamo de Amor». Hay multitud de seres humanos que aún esperan, algunos-as con demasiada «urgencia» ya no resisten más. Démonos prisa, es Jesús humano, quien nos pide nuestra respuesta.
Luego, tal vez, nos atrevamos a expresar con fe sincera y llenos de gratitud, sobrecogidos por el «Misterio insondable de Dios»: «SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO».
Miren Josune