Tiempo ordinario
Recobremos la alegría de evangelizar
Recobremos y acrecentemos el fervor, «la dulce y confortadora alegría
de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas…
Y ojalá el mundo actual –que busca a veces con angustia, a veces con esperanza–
pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes
y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio,
cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos,
la alegría de Cristo» (Evangelii nuntiandi 80).
Francisco, Evangelii gaudium 10