¿A QUIÉN ACUDIREMOS?
Quien se acerca a Jesús, con frecuencia tiene la impresión de encontrarse con alguien extrañamente actual y más presente a nuestros problemas de hoy que muchos de nuestros contemporáneos.
Hay gestos y palabras de Jesús que nos impactan todavía hoy porque tocan el nervio de nuestros problemas y preocupaciones más vitales. Son gestos y palabras que se resisten al paso de los tiempos y al cambio de ideologías. Los siglos transcurridos no han amortiguado la fuerza y la vida que encierran, a poco que estemos atentos y abramos sinceramente nuestro corazón.
Sin embargo, a lo largo de veinte siglos es mucho el polvo que inevitablemente se ha ido acumulando sobre su persona, su actuación y su mensaje. Un cristianismo lleno de buenas intenciones y fervores venerables ha impedido a veces a muchos cristianos sencillos encontrarse con la frescura llena de vida de aquel que perdonaba a las prostitutas, abrazaba a los niños, lloraba con los amigos, contagiaba esperanza e invitaba a la gente a vivir con libertad el amor de los hijos de Dios.
Cuántos hombres y mujeres han tenido que escuchar las disquisiciones de moralistas bienintencionados y las exposiciones de predicadores ilustrados sin lograr encontrarse con él.
No nos ha de extrañar la interpelación del escritor francés Jean Onimus: «¿Por qué vas a ser tú propiedad privada de predicadores, doctores y de algunos eruditos, tú que has dicho cosas tan sencillas, tan directas, palabras que siguen siendo palabras de vida para todos los hombres?».
Si muchos cristianos que se han ido alejando estos años de la Iglesia conocieran directamente los evangelios, sentirían de nuevo aquello expresado un día por Pedro: «Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos».
José Antonio Pagola
Sí, es mi experiencia en estos tiempos de confusión, incertidumbre. Sólo cada vez que acudo a la palabra y al actuar desde la fe en Jesús, siento un poco de claridad. Un poco, porque hay mucho polvo y yo mismo lo sustituí por ellos con el tiempo y los contratiempos.
GRACIAS José Antonio, un abrazo fraterno.
Jesús es rechazado por escribas y fariseos… pero la gente sencilla que le seguía, le había visto curar por compasión, con amor y les hablaba del Padre, como nadie les había hablado nunca… pusieron en EL toda su esperanza… Jesús era el amigo y compañero de camino –
Y la confesión de Pedro, que nos narra el evangelista, emociona… es una confesión con toda la fuerza del Espíritu.
Que nosotros digamos también, Señor, que creemos en TI.
¿Dónde iremos si no? Sólo Tu tienes palabras de vida eterna.
Gracias, Señor.