VIDA ESTÉRIL
El riesgo más grave que nos amenaza a todos es terminar viviendo una vida estéril. Sin darnos cuenta vamos reduciendo la vida a lo que nos parece importante: ganar dinero, no tener problemas, comprar cosas, saber divertirnos… Pasados unos años nos podemos encontrar viviendo sin más horizonte ni proyecto.
Es lo más fácil. Poco a poco vamos sustituyendo los valores que podrían alentar nuestra vida por pequeños intereses que nos ayudan a «ir tirando». No es mucho, pero nos basta con «sobrevivir» sin más aspiraciones. Lo importante es «sentirnos bien».
Nos estamos instalando en una cultura que los expertos llaman «cultura de la intrascendencia». Confundimos lo valioso con lo útil, lo bueno con lo que nos apetece, la felicidad con el bienestar. Ya sabemos que eso no es todo, pero tratamos de convencernos de que nos basta.
Sin embargo, no es fácil vivir así, repitiéndonos una y otra vez, alimentándonos siempre de lo mismo, sin creatividad ni compromiso alguno, con esa sensación extraña de estancamiento, incapaces de hacernos cargo de nuestra vida de manera más responsable.
La razón última de esa insatisfacción es profunda. Vivir de manera estéril significa no entrar en el proceso creador de Dios, permanecer como espectadores pasivos, no entender lo que es el misterio de la vida, negar en nosotros lo que nos hace más semejantes al Creador: el amor creativo y la entrega generosa.
Jesús compara la vida estéril de una persona con una «higuera que no da fruto». ¿Para qué va a ocupar un terreno en balde? La pregunta de Jesús es inquietante. ¿Qué sentido tiene vivir ocupando un lugar en el conjunto de la creación si nuestra vida no contribuye a construir un mundo mejor? ¿Nos contentamos con pasar por esta vida sin hacerla un poco más humana?
Criar un hijo, construir una familia, cuidar a los padres ancianos, cultivar la amistad o acompañar de cerca a una persona necesitada… no es «desaprovechar la vida», sino vivirla desde su verdad más plena.
José Antonio Pagola
¡Caramba! El hermano José Antonio con esas afirmaciones, invita a reflexionar sobre qué podemos entender cómo ‘perspectiva’ y ‘prospectiva’. El primer término, en tanto a la acción en COMUNIDAD CRISTIANA, y el segundo, en cuanto a la tarea -nada fácil- de construcción de dicha COMUNIDAD (en mayúsculas), entiendo las entelequias de la semilla hecha individuo-árbol: la higuera; y del óvulo fecundado hecho individuo-persona: el ser humano.
En perspectiva hay una tarea de ‘ACCIÓN COMUNAL’ y en prospectiva otra de CONSTRUCCIÓN COMUNAL, que, en resumidas palabras se trata de un PROCESO EVANGELIZADOR, ‘transformador-transnormador’ que no solo cambia las intrascendentes FORMAS de vida, sino también los convencionalismos que nos aleja del ‘ser humano’, cambiar las NORMAS de vida. Todo ello es una tarea DESCOMUNAL, sin lugar a dudas, pero que con la ayuda del SANTO ESPÍRITU, que se nos ha entregado en gracia y verdad, se reduce y hace ligera.
No somos plantas, ni animales simples. somos seres humanos ‘actuantes-pensantes’ hechos a «imagen y semejanza» del Creador para coadyuvar (cual ‘co-creadores’) en la tarea de construcción de SU REINO donde impere su JUSTICIA.