NUESTRA GRAN TENTACIÓN
La escena de las «tentaciones de Jesús» es un relato que no hemos de interpretar ligeramente. Las tentaciones que se nos describen no son propiamente de orden moral. El relato nos está advirtiendo de que podemos arruinar nuestra vida si nos desviamos del camino que sigue Jesús.
La primera tentación es de importancia decisiva, pues puede pervertir y corromper nuestra vida de raíz. Aparentemente, a Jesús se le ofrece algo inocente y bueno: poner a Dios al servicio de su hambre. «Si eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes».
Sin embargo, Jesús reacciona de manera rápida y sorprendente: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». No hará de su propio pan un absoluto. No pondrá a Dios al servicio de su propio interés, olvidando el proyecto del Padre. Siempre buscará primero el reino de Dios y su justicia. En todo momento escuchará su Palabra.
Nuestras necesidades no quedan satisfechas solo con tener asegurado nuestro pan material. El ser humano necesita y anhela mucho más. Incluso, para rescatar del hambre y la miseria a quienes no tienen pan, hemos de escuchar a Dios, nuestro Padre, y despertar en nuestra conciencia el hambre de justicia, la compasión y la solidaridad.
Nuestra gran tentación es hoy convertirlo todo en pan. Reducir cada vez más el horizonte de nuestra vida a la satisfacción de nuestros deseos; vivir obsesionados por un bienestar siempre mayor o hacer del consumismo indiscriminado y sin límites el ideal casi único de nuestras vidas.
Nos engañamos si pensamos que ese es el camino que hay que seguir hacia el progreso y la liberación. ¿No estamos viendo que una sociedad que arrastra a las personas hacia el consumismo sin límites y hacia la autosatisfacción no hace sino generar vacío y sinsentido en las personas y egoísmo, insolidaridad e irresponsabilidad en la convivencia?
¿Por qué nos estremecemos de que vaya aumentando de manera trágica el número de personas que se suicidan cada día? ¿Por que seguimos encerrados en nuestro falso bienestar, levantando barreras cada vez más inhumanas para que los hambrientos no entren en nuestros países, no lleguen hasta nuestras residencias ni llamen a nuestra puerta?
La llamada de Jesús nos puede ayudar a tomar más conciencia de que no solo de bienestar vive el ser humano. También los hombres y mujeres de hoy necesitamos cultivar el espíritu, conocer el amor y la amistad, desarrollar la solidaridad con los que sufren, escuchar nuestra conciencia con responsabilidad, abrirnos al Misterio último de la vida con esperanza.
José Antonio Pagola
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Marina Ibarlucea
Gracias P. José Antonio. Me haces pensar de nuevo en l dilema que traigo como buena latinoamericana (¿ ) en el corazón. La pobreza evangélica es ambivalente. No podemos pensar en Dios y su misterio si no tenemos una vida digna. Tampoco tendremos vida digna si solo pensamos n la pobreza sociológica. Como unir nuestra hambre d Dios a la carencia extrema? Has hablado mucho en tus escritos de la opresión de unos cuantos sobre la mayoría, y la posición firmísima de Jesus . Es desgarradora la miseria. Creo que lo es más la ausencia de Dios de nuestras vidas. El seguimiento de Jesus comporta esos dos aspectos. Como unirlos en el detalle de la vida, día con día¿.? Como amar esa presencia de Jesus en sus preferidos sin olvidar la lucha contra un sistema cruel que los condena a la pobreza? Es mi dilema. Cada vez que me acerco a los preferidos de Jesus me hago estas preguntas que me avergüenzan. Solo me queda el recurso infalible de Su Misericordia. gracias, P. Pagola