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24 Tiempo ordinario – C (Lc 15,1-32)

Evangelio del 15 / Sept / 2019
Publicado el 09/ Sep/ 2019
por Coordinador - Mario González Jurado

EL GESTO MÁS ESCANDALOSO

El gesto más provocativo y escandaloso de Jesús fue, sin duda, su forma de acoger con simpatía especial a pecadoras y pecadores, excluidos por los dirigentes religiosos y marcados socialmente por su conducta al margen de la Ley. Lo que más irritaba era la costumbre de Jesús de comer amistosamente con ellos.

De ordinario, olvidamos que Jesús creo una situación sorprendente en la sociedad de su tiempo. Los pecadores no huyen de él. Al contrario, se sienten atraídos por su persona y su mensaje. Lucas nos dice que «los pecadores y publicanos solían acercarse a Jesús para escucharle». Al parecer, encuentran en él una acogida y comprensión que no encuentran en ninguna otra parte.

Mientras tanto, los sectores fariseos y los doctores de la Ley, los hombres de mayor prestigio moral y religioso ante el pueblo, solo saben criticar escandalizados el comportamiento de Jesús: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos». ¿Cómo puede un hombre de Dios comer en la misma mesa con aquella gente pecadora e indeseable?

Jesús nunca hizo caso de sus críticas. Sabía que Dios no es el Juez severo y riguroso del que hablaban con tanta seguridad aquellos maestros que ocupaban los primeros asientos en las sinagogas. Él conoce bien el corazón del Padre. Dios entiende a los pecadores; ofrece su perdón a todos; no excluye a nadie; lo perdona todo. Nadie ha de oscurecer y desfigurar su perdón insondable y gratuito.

Por eso, Jesús les ofrece su comprensión y su amistad. Aquellas prostitutas y recaudadores han de sentirse acogidos por Dios. Es lo primero. Nada tienen que temer. Pueden sentarse a su mesa, pueden beber vino y cantar cánticos junto a Jesús. Su acogida los va curando por dentro. Los libera de la vergüenza y la humillación. Les devuelve la alegría de vivir.

Jesús los acoge tal como son, sin exigirles previamente nada. Les va contagiando su paz y su confianza en Dios, sin estar seguro de que responderán cambiando de conducta. Lo hace confiando totalmente en la misericordia de Dios que ya los está esperando con los brazos abiertos, como un padre bueno que corre al encuentro de su hijo perdido.

La primera tarea de una Iglesia fiel a Jesús no es condenar a los pecadores sino comprenderlos y acogerlos amistosamente. En Roma pude comprobar hace unos meses que, siempre que el papa Francisco insistía en que Dios perdona siempre, perdona todo, perdona a todos…, la gente aplaudía con entusiasmo. Seguramente es lo que mucha gente de fe pequeña y vacilante necesita escuchar hoy con claridad de la Iglesia.

José Antonio Pagola

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One Comment
  1. Juan Miguel 11/09/2019 at 23:21 Responder

    Jesús los acoge tal como son, sin exigirles previamente nada. Les va contagiando su paz y su confianza en Dios, sin estar seguro de que responderán cambiando de conducta. Lo hace confiando totalmente en la misericordia de Dios que ya los está esperando con los brazos abiertos, como un padre bueno que corre al encuentro de su hijo perdido.

    Una vez más Jesús vuelve a situarnos al borde de nuestra miseria y de nuestra incapacidad para amar. En Jesús encuentran una acogida y comprensión que no encuentran en ninguna otra parte.

    ¡Acogida y comprensión!, la gente buscaba a Jesús, seguía a Jesús y hoy nuestras parroquias se vacían, ¿no lo buscan hoy?, ¿no estamos necesitados de él?. Quizá la clave este en esas dos palabras, acogida y comprensión…

    ¿Somos acogedores, comprensivos en nuestra vida en nuestras parroquias con las personas que necesitan, nuestra mirada compasiva? En muchas ocasiones nuestra iglesia se parece a esas empresas que invitan a los jubilados ofreciéndoles un viaje de placer para ver y conocer otros lugares, de entrada parecen preocupados por la gente que invitan, pero en cuanto se descuidan les quieren vender cosas, es una pura estrategia comercial.

    Quizá nosotros también vendemos ‘cosas’, y quizá también Jesús este fuera, a descampado contagiando su paz y su confianza en Dios.

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