DIOS NO ESTÁ EN CRISIS
Es más frecuente de lo que pensamos. Los creyentes decimos creer en Dios, pero en la práctica vivimos como si no existiera. Este es también el riesgo que tenemos hoy al abordar la crisis religiosa actual y el futuro incierto de la Iglesia: vivir estos momentos de manera «atea».
Ya no sabemos caminar en «el horizonte de Dios». Analizamos nuestras crisis y planificamos el futuro pensando solo en nuestras posibilidades. Se nos olvida que el mundo está en manos de Dios, no en las nuestras. Ignoramos que el «Gran Pastor» que cuida y guía la vida de cada ser humano es Dios.
Vivimos como «huérfanos» que han perdido a su Padre. La crisis nos desborda. Lo que se nos pide nos parece excesivo. Nos resulta difícil perseverar con ánimo en una tarea sin ver el éxito por ninguna parte. Nos sentimos solos, y cada uno se defiende como puede.
Según el relato evangélico, Jesús está en Jerusalén comunicando su mensaje. Es invierno y, para no enfriarse, se pasea por uno de los pórticos del Templo, rodeado de judíos, que lo acosan con sus preguntas. Jesús está hablando de las «ovejas» que escuchan su voz y lo siguen. En un momento determinado dice: «Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre».
Según Jesús, «Dios supera a todos». Que nosotros estemos en crisis no significa que Dios esté en crisis. Que los cristianos perdamos el ánimo no quiere decir que Dios se haya quedado sin fuerzas para salvar. Que nosotros no sepamos dialogar con el hombre de hoy no significa que Dios ya no encuentre caminos para hablar al corazón de cada persona. Que las gentes se marchen de nuestras Iglesias no quiere decir que se le escapen a Dios de sus manos protectoras.
Dios es Dios. Ninguna crisis religiosa y ninguna mediocridad de la Iglesia podrán «arrebatar de sus manos» a esos hijos e hijas a los que ama con amor infinito. Dios no abandona a nadie. Tiene sus caminos para cuidar y guiar a cada uno de sus hijos, y sus caminos no son necesariamente los que nosotros le pretendemos trazar.
José Antonio Pagola
Las crisis tienen una parte muy positiva, si nos preguntamos, qué nos ha llevado hasta ahí y empezamos a tomarnos en serio corregir errores ….
No hace mucho, en un grupo de amigos, ya todos abuelos , comentábamos en que podíamos haber fallado en el tema de la educación religiosa, habida cuenta del abandono por parte de los hijos de la práctica religiosa en cuanto a Sacramentos etc….y no digamos de los nietos …
Educados en Colegios religiosos y familias lo que se entiende por «practicantes».
Estuvimos de acuerdo en admitir que habíamos priorizado dogmas normas, cumplimientos, ritos y que ahora nos damos cuenta de que si hubiéramos priorizado a JESÚS… si hubiésemos contribuido a que se enamorasen del Maestro de Galilea, las cosas hubieran sido diferentes.
Como dijo el Papa Francisco, nada más llegar:»ES URGENTE VOLVER A JESÚS».
Pues eso… volvamos de verdad a Jesús, su Persona, su Vida y su Mensaje…
Él nos está esperando.
Porque Dios no está en crisis.
Interesante tu comentario, el mismo me trae a colación un concepto que muchos educadores denominan la «mancomunidad generacional» que no es otra cosa que la ausencia de un referente (un modelo de persona a seguir) para los jóvenes y nosotros los ‘disque’ «adultos mayores» siempre cuestionamos a los jóvenes,«mirando la paja que hay en sus ojos… sin mirar la ‘viga que tenemos en nuestros ojos».
Saludos y bendiciones,
Gustavo