Queridos amigos y amigas:
Está ya cerca la Navidad. Seguramente, en nuestros Grupos de Jesús estamos hablando de cómo queremos vivir con fe y alegría estas fiestas entrañables. Por eso os quiero hablar hoy de algo que no podemos olvidar entre nosotros. Si en nuestros Grupos estamos haciendo un esfuerzo para volver a Jesús con más verdad y más fidelidad es porque en Jesús nos encontramos con Dios encarnado.
Dios no se ha quedado encerrado para siempre en su Misterio insondable: ha querido encarnarse en Jesús y en su vida entrañable para compartir su vida con nosotros. No se ha quedado mudo: ha querido comunicarse con nosotros, decirnos cómo nos ama y explicarnos qué proyecto tiene en su corazón para hacer un mundo más humano y fraterno.
Para encontrarnos con Dios no tenemos que hacer grandes esfuerzos. Nos basta acercarnos con un corazón sencillo a Jesús. Para conocer su amor no tenemos que estudiar teología ni aprender doctrinas que solo entienden los doctos. Cuando en nuestros Grupos vamos conociendo cada vez mejor a Jesús, cuando escuchamos sus palabras o hablamos con él, estamos escuchando a Dios, estamos hablando con Dios.
No hemos de olvidarlo nunca. A Dios nadie lo ha visto jamás. Nosotros hablamos mucho de Dios, pero nadie hemos visto su rostro. Solo Jesús, el Hijo de Dios, que viene del Padre, puede contarnos cómo es Dios. Por eso, en nuestras reuniones, nos hemos de escuchar mucho unos a otros, pero no solo para saber qué piensa cada uno, sino sobre todo para ayudarnos a escuchar juntos a Jesús. Solo él nos va descubriendo poco a poco el Misterio de Dios.
Al hacer vuestro recorrido, disfrutaréis cada vez más escuchando a Jesús sus palabras y sintonizando con sus gestos. Él nos puede ayudar a todos a desaprender ideas raquíticas y poco humanas de Dios. Él nos enseñará en cada reunión a dejarnos atraer y seducir cada vez más por ese Dios que es Misterio de misericordia infinita, de bondad insondable y de perdón continuo.
¡Cómo cambia nuestra vida cuando por fin comprendemos que Jesús es el rostro humano de Dios, el Misterio de Dios hecho carne! De pronto todo se hace más sencillo y más claro. Viendo cómo es Jesús, ahora sabemos cómo nos mira Dios cuando sufrimos, cómo nos busca cuando nos perdemos, cómo nos entiende y perdona cuando caemos.
Yo os invito a que en nuestros Grupos de Jesús celebremos con agradecimiento y alegría grande la Navidad. Que contagiemos nuestra fe en nuestras familias y en nuestras parroquias, entre nuestros amigos y seres queridos. Que recibamos a Jesús como encarnación del Misterio de Dios. Que lo acojamos en lo más íntimo de nuestro corazón y en el centro de nuestros Grupos de Jesús.
¡Feliz Navidad a todos y todas!
José Antonio Pagola