Hoy viajamos al Bajo Lempa de Usulután, en El Salvador. Allí vive Angel Arnaiz Quintana quien, junto con un colectivo de salvadoreños, fundaron la comunidad de Nueva Esperanza en 1991, tras una larga etapa como refugiados en Nicaragua. Pero esa es otra historia… Ángel nos envía una preciosa carta hablándonos de la experiencia que está teniendo como acompañante y coordinador de Grupos de Jesús entre estas buenas gentes, y que de seguro a nadie nos va a dejar indiferentes.
Queridas hermanas y hermanos de los Grupos de Jesús:
Deseo comunicarme con todos ustedes por la alegría que tengo de que la semilla de los grupos de Jesús está sembrada entre nosotros y de que, aunque es pequeña como el grano de mostaza, comienza a crecer y dar sus primeros frutos. En particular, le dedico este correo a José Antonio, nuestro querido Pagola, porque no dejo de admirarme, cada vez que me reúno con ellos, los grupos, de que se cumplen las palabras de esperanza que Jose Antonio nos ha dejado en sus pláticas orales y en sus escritos.
Los grupos con los que me reúno todas las semanas, martes y miércoles, son dos. Y como primera característica les trasmito con alegría que son de gentes campesinas pobres y trabajadoras. Que se están abriendo al encuentro con Jesús como el maíz cuando crece y da sus primeros chilotitos y elotes antes de que madure la mazorca. En España he visto en alguna zona de Salamanca que a estos primeros productos los llaman “hijos”, los arrancan y los tiran fuera, al fuego quizá; pero aquí, en el trópico, en estas tierra de Mesoamérica, de la cultura del maíz, son los primeros frutos, que los ofrecen de mil formas diferentes para degustarlos en familiaridad, siempre deliciosos y cargados de cariño. Pues así, pienso yo, son los logros que tenemos ya entre nosotros con estos dos grupos que se mantienen.
En un principio inicié con cuatro, siempre en esta zona campesina, fértil, de antiguas haciendas repoblada a partir de los años 90 con gente humilde, sin nada, por el final de la guerra civil, y despoblándose poco a poco hoy por la violencia que nos ha llegado.
Uno de los grupos dejó de funcionar a las primeras porque sus componentes son muy activos y tienen variadas actividades eclesiales, desde catequesis, celebraciones, enfermos, hasta misiones en otras comunidades (aquí comunidades se refiere a poblados más a menos grandes o pequeños, de carácter civil, por tanto). Así que esto de la reflexión sistemática no les va mucho, es la conclusión que deduzco, no por otros motivos.
El otro grupo que cayó al llegar al quinto tema, fue de un grupo de jóvenes. Y también creo que por el mismo motivo del anterior: no les iba el mero estudio, aunque fuera acompañado con aportes discusiones y otras participaciones personales.
Los dos grupos que quedan vivos ya van por el tema 10, el de las tentaciones de Jesús, que les llama mucho la atención la forma en que están presentadas. Desde el tema 4 o 5 les he dicho a los dos grupos que podrán llevarlos ellos por sí mismos, pero no han dejado que me saliera del grupo. En dos palabras, yo soy un misionero dominico que vine acompañando a estas buenas gentes en los 90, cuando no teníamos más que unas champas de plástico regaladas por ACNUR para vivir, y aquí sigo.
¿Cuál es la alegría que siento en cada reunión y que quiero compartir con ustedes? Pues la alegría de que conocer a Jesús tal como viene en los evangelios transforma la vida personal de cada uno de los componentes del grupo y nos ayuda a vivir en una Iglesia dinámica y participativa. Los componentes sociales ya son conocidos por nosotros, creo, por toda la trayectoria que llevamos de antes, pero deduzco que se fortalecerá cuando veamos en grupo algunos pasajes de los evangelios, como el del tema 11 y otros.
Esa transformación de la vida personal de que les hablo, no crean que es cualquier cosa. En algunos casos concretos son conversiones profundas, de gentes que han vivido alcoholizados (“bolos”, les llamamos aquí) o en situaciones de peligro o de crisis en la vida familiar y otros. Aquí es donde más me acuerdo de Pagola y sentía que tenía que decírtelo, Jose Antonio. Como he dicho son los primeros frutos, pero verdaderos, y según el evangelio seguirán creciendo incluso en las noches o en épocas de sequía o de lluvias intensas.
En uno de los grupos han acudido hasta catorce personas, pero lo normal es que nos reunamos cada semana unas 10 o 12; pero eso depende mucho de que haya trabajo en el campo o en las cooperativas de producción de camarones (gambas) o no, pues las gentes necesitan trabajar para llevar algo a casa y eso es algo escaso. En este grupo hay tres mujeres, algo mayores, de unos 50 años, analfabetas, pero tienen el don del Espíritu en sus intervenciones, es admirable.
El otro grupo es de ocho miembros, solo dos mayores, una señora y yo. Los otros seis son veinteañeros, todos con hijos y hijas, claro está. Ha habido cambios en él porque dos que iniciaron se fueron a vivir a otra parte. Son jóvenes bien dinámicos con mucha participación en la Iglesia y en otras actividades comunales.
Tenemos la suerte de contar con un material adecuado. He logrado pasar todos los temas a lenguaje latinoamericano –incluyendo los textos de los evangelios– y trasmitirlos con algunos dibujos apropiados a cada tema obtenidos de internet. Cada participante de los grupos tiene todos los temas impresos y puede leerlos y verlos y comentarlos en sus casas. Me gustaría enviarles algún tema para que lo vieran como referencia y se hicieran mejor a la idea, pero sé que esto tienes problemas legales si se extiende mucho. El Salvador es un reino de la piratería comercial y también ha llegado a Grupos de Jesús de aquí (pero no se vende, ni se cobra nada; todo es gratuito gracias a la generosidad catalana y, además solo son dos grupos y en la superperiferia, aunque lo he entregado a más gente, incluidos presbíteros). Con la experiencia que tome de esta primera iniciativa con los Grupos veré si se puede extender a otras zonas, en lo que a mí me corresponde.
Finalizo diciéndoles que a mí me está ayudando mucho a releer los evangelios en profundidad, cosa que me hacía falta, y a conocer algunas interpretaciones nuevas y de toda garantía exegética, lo cual me ha motivado también a releer con otra vista el propio cuarto evangelio, el evangelio de Juan.
Con afecto de hermano en Jesús, que nos guía y es nuestro maestro.
Angel Arnaiz Quintana