PONER A JESUCRISTO EN EL CENTRO
Desde el comienzo de su servicio a la Iglesia, el papa Francisco ha venido insistiendo en el peligro de pretender «ser cristianos sin Jesús», y ha afirmado rotundamente su convicción con estas palabras: «La Iglesia ha de llevar a Jesús: este es el centro de la Iglesia. Si alguna vez sucediera que la Iglesia no lleva a Jesús, sería una Iglesia muerta» (Homilía en Santa Marta, 7 de septiembre de 2013). Es necesario poner a Jesucristo en el centro de nuestras parroquias y comunidades cristianas.
1. Ocultamiento de Jesús
Corremos el riesgo de reforzar de muchas maneras la presencia de la Iglesia, dejando a Jesús en un plano secundario, ocultado por nuestras actividades pastorales y organizativas. Por ejemplo, invitamos a los feligreses a tomar parte en la vida de la parroquia y a colaborar en sus actividades. Sin darnos cuenta, lo que vivimos con más intensidad es la pertenencia a la parroquia y la voluntad de reforzarla. Paradójicamente, se puede producir una ausencia de encuentro vital con Jesús al quedar como ocultado y en segundo plano.
2. Volver a Jesús
Es volver al Dios encarnado en Jesús como nuestro primer referente afectivo y vinculante, la fuente de nuestro ser, la única verdad de la que nos está permitido vivir y crecer: Jesucristo. Es una conversión a la que estamos llamados todos los seguidores de Jesús.
Necesitamos una Iglesia marcada por la experiencia de Jesús. Impulsada por creyentes que tienen conciencia de vivir desde él y para su proyecto del reino de Dios. De ahí la importancia de volver a poner en primer plano los gestos del reino de Dios, introduciendo y actualizando en el mundo los gestos y actuaciones de Jesús.
3. Introducir la verdad de Jesús en el cristianismo actual
¿Dónde podemos experimentar hoy que el reino de Dios se está acercando? ¿Dónde podemos escuchar los cristianos de hoy la llamada a creer en esta Buena Noticia? Hay que introducir la verdad de Jesús entre nosotros para discernir qué hay de verdad y qué hay de mentira en el cristianismo actual.
Hay una Iglesia animada por el Espíritu y el fuego de Jesús, que vive y opera también hoy en sus mejores seguidores. Pero hemos de detectar también con más honestidad y humildad las desviaciones y adulteraciones del cristianismo actual.
4. Hacia un futuro nuevo
¿Cómo puede mirar la Iglesia al futuro cuando parece que no hay futuro? Solo desde la confianza en el Dios encarnado en Jesús. La Iglesia no puede fundamentar su porvenir sobre sí misma. No hay recetas concretas, pero hay caminos de búsqueda. Se necesitan testigos nuevos de Jesús que inicien caminos nuevos en la historia del cristianismo.
José Antonio Pagola
NUEVA ETAPA EVANGELIZADORA
1. Recuperar el proyecto de Jesús, capítulo 2