Concienciación
El seguidor de Jesús, alentado por él, comienza a mirar el sufrimiento de los marginados con ojos diferentes, no se siente indiferente ante las diversas injusticias que se producen ante sus ojos, se sensibiliza cada vez más ante las necesidades de los últimos.
Poco a poco va creciendo, en él, el inconformismo ante una sociedad en la que está ausente el reino de Dios y su justicia. Sabe que un mundo donde no hay justicia, ni siquiera como ideal o búsqueda, no es un mundo humano. Poco a poco se va despertando en él un deseo de vivir de una manera diferente, trabajando por una vida más humana para todos.
Decisión inspirada por el seguimiento a Jesús
La concienciación puede llevar a tomar la decisión de comprometerse. La del cristiano no es una decisión asumida por motivos ideológicos o intereses políticos, sino por coherencia con su determinación de seguir a Jesús, abriendo caminos a un mundo más digno, sano y dichoso para todos, empezando por los últimos.
Este compromiso no es un simple añadido al resto de su vida. Una especie de hobby. Es expresión de una postura de servicio que poco a poco afecta a toda su persona. En realidad, no se puede separar el tiempo dedicado al “servicio voluntario” del estilo de vida de la persona. Ser voluntario no es solo realizar una determinada actividad en un momento concreto. Es, además, toda una forma de vivir que va modelando poco a poco su personalidad.
La entrega del tiempo libre
El voluntario no da cosas, se da a sí mismo. Ofrece su persona, sus cualidades, su trabajo. Concretamente, ofrece su tiempo libre. Esto significa que entiende ese tiempo como servicio a los demás y no como trabajo para sus propios intereses. En su vida hay un tiempo en el que esa persona se dedica a actuar solo en favor de los demás.
Este compromiso del voluntario introduce una verdadera “revolución” en la concepción del tiempo libre propio de la sociedad competitiva y hedonista. Es un “tiempo para los otros”, un tiempo consagrado al servicio de los débiles, un tiempo comprometido en la transformación de la sociedad, un tiempo de denuncia práctica y profética de la sociedad del bienestar que vive de espaldas a los marginados.
Desde el trabajo en equipo
El voluntario cristiano no actúa por libre, en solitario, promoviendo acciones individuales. Actúa desde una comunidad cristiana, haciendo presente a la Iglesia en el mundo de los marginados. Esto no significa que su compromiso inspirado por la fe deba llevarse a cabo solo en instituciones o asociaciones propias de la Iglesia, sino también con frecuencia en otras de naturaleza no eclesial. En cualquier caso, la acción del voluntario se lleva a cabo desde el trabajo en equipo. En una sociedad donde los problemas son complejos, la labor individual resultará a la larga menos efectiva que el trabajo coordinado.
Con carácter permanente
El compromiso del voluntariado exige una continuidad en la prestación de servicios. Se trata de una colaboración estable, regular, y no esporádica o intermitente. Hay personas que, por diversas razones, solo pueden comprometerse en acciones concretas. Ciertamente esa colaboración puede ser muy valiosa y necesaria. Pero, si se quiere llevar adelante un servicio eficaz, es necesario contar con voluntarios de compromiso permanente.
Por otra parte, este carácter estable del compromiso es importante, pues implica con más fuerza a la persona, le ayuda a conocer con más profundidad los problemas y sus raíces, permite una mayor experiencia y capacitación.
Servicio gratuito
El voluntario escucha en su corazón la invitación de Jesús: “Gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mateo 10,8). Esta gratuidad no es solo un rasgo admirable de su amor generoso y desinteresado. Es un gesto que invita a una “cultura alternativa”. Ese trabajo realizado de manera gratuita rompe la dinámica consumista y competitiva. En una sociedad donde todo tiene un precio, esa gratuidad es un gesto de protesta que cuestiona el valor absoluto que se le concede a lo económico. El dinero no lo es todo. Se puede servir a los demás de una manera nueva y diferente.
Vida solidaria
Todo el compromiso del voluntario está motivado, orientado y realizado por el sentido de solidaridad. La persona comprometida en un trabajo voluntario va creciendo en vida solidaria: siente las necesidades de los otros como propias; se siente responsable del bien de los demás; es capaz de dar la cara por otros; sabe defender algo no para sí, sino para beneficio de los demás; en vez de competir se dedica a compartir; en vez de obsesionarse por ganar sabe dar y ayudar. Poco a poco su vida se hace cada vez más fraterna y solidaria.
Formación adecuada
Para vivir de manera responsable el compromiso de servicio a los marginados no basta la buena voluntad. Es necesaria una preparación adecuada. Una formación inicial para capacitarse y una formación permanente para seguir actualizando y desarrollando esa capacitación primera. Es conveniente que esta formación se lleve a cabo no solo de forma teórica, sino en contacto con la problemática concreta en que trabaja el voluntario. Y no de manea individual y aislada, sino en grupo.
José Antonio Pagola, NUEVA ETAPA EVANGELIZADORA, 4. Caminos de evangelización, capítulo 7