TESTIGOS DE CRISTO RESUCITADO
1. La experiencia renovadora del Espíritu
La experiencia pascual consiste en ser alcanzados por Cristo como «Espíritu vivificador» y experimentar la fuerza secreta de su resurrección. El núcleo de esta experiencia consiste en entrar en comunión con el Crucificado como alguien que vive y es «dador de vida».
La historia de la fe cristiana es la historia de una experiencia que se contagia y se transmite de unas generaciones a otras.
2. La primacía del testimonio
La resurrección necesita de creyentes que se responsabilicen del testimonio y que, con su existencia renovada, la introduzcan en la vida de hoy. La experiencia pascual no existe ni puede ser imaginada allí donde no se puede conectar con testigos.
El testigo vive de la experiencia pascual, pero lo hace comprometiéndose en el camino que llevó a Jesús hasta la cruz y la resurrección.
La razón de ser de las comunidades no está dentro, sino fuera de sí mismas. La Iglesia, que nace de la experiencia pascual, no vive para ella, sino para el mundo. Sin embargo, nuestras comunidades cristianas viven con frecuencia muy replegadas sobre sí mismas y sus propios intereses.
La misión que nace del Resucitado nos está exigiendo hoy un desplazamiento mayor a la vida real y a los problemas de las gentes, y una implicación más decidida en las grandes preocupaciones de nuestro tiempo
3. La lucha por la vida
El Dios de Jesús es un Dios que pone vida donde los hombres ponemos muerte. Todo está al servicio de la vida: «Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia» (Jn 10,10).
Las comunidades cristianas no han nacido del Resucitado para defender lo religioso como algo sobreañadido a la vida, sino siempre al servicio de la vida.
4. La solidaridad con los crucificados
La justicia de Dios
Dios no resucita simplemente a un muerto, sino a un crucificado, esto es, a una víctima injustamente asesinada. Esto representa una esperanza en primer lugar para los crucificados de la historia y, después, para los que se acercan a las víctimas movidos por el Espíritu del Crucificado.
Hay que luchar contra la injusticia que produce víctimas: «Buscad primero el reino de Dios y su justicia» (Mt 6,33).
La Iglesia de los crucificados
En estos momentos se le está imprimiendo al mundo una dirección absolutamente anticristiana y antirresurrecional: desarrollar sin límite alguno nuestro bienestar de privilegiados a costa de seguir excluyendo, explotando y haciendo morir a pueblos enteros.
La Iglesia del Resucitado tiene la responsabilidad de que los crucificados no queden en el olvido, que se les haga justicia y que se mantenga su esperanza.
5. La responsabilidad de la esperanza
En medio de nuestra historia diaria de pecado y de violencia, de mediocridad y de apatía hacia las víctimas, el Resucitado sigue vivo, inquietando los corazones con hambre de justicia y de amor.
Antes que «lugar de culto» o «instancia moral», la Iglesia ha de entenderse a sí misma como «comunidad de la esperanza».
La Iglesia está hoy necesitada de personas que pierdan el miedo, creyentes capaces de luchar contra lo que mata la vida humana fuera y dentro de la Iglesia, cristianos dispuestos a sufrir el conflicto y la oposición dentro y fuera de la Iglesia.
José Antonio Pagola, NUEVA ETAPA EVANGELIZADORA
1. Recuperar el proyecto de Jesús, capítulo 8