Cercana ya la Navidad, me gustaría aportar una reflexión a partir de una poesía de Luis Rosales, en la que trata del diálogo entre Dios Padre y el Ángel “asignado” al portal de Belén, que sube a su presencia para comunicar cómo van las cosas.
Diálogo entre Dios Padre y el Ángel de la Guarda del niño, que regresaba de Belén
(Empieza con la pregunta del Padre).
–¿La mula?
–Señor, la mula está cansada
y se duerme,
ya no puede darle al niño
un aliento que no tiene.
–¿La paja?
–Señor, la paja,
bajo el cuerpo se endurece,
como una pequeña cruz
dorada pero crujiente.
–¿La Virgen?
–Sigue llorando…
–¿La nieve?
–Sigue cayendo,
hace frío entre la mula y el buey.
–¿Y el niño?
–Señor. El niño…
ya empieza a fortalecerse,
y está temblando en la cuna
como un junco en la corriente.
–Todo está bien.
–¡Señor…! ¡Pero…!
–Todo está bien.
Lentamente,
el ángel plegó sus alas
y volvió junto al pesebre.
Luis Rosales, Retablo de Navidad
Dios se encarna y empieza la aventura humana, teniendo que sortear dificultades. Crece, y a lo largo de su vida, en su pasión por el Reino, se enfrenta a incomprensiones, persecución, traición, abandono y tortura en la Cruz. Pero el mal no tiene la última palabra, la vida es más fuerte que la muerte, y en su resurrección, Jesús nos da el triunfo final.
Vivimos rodeados de noticias que nos llegan, de este mundo nuestro tan convulso (que “gime en dolores de parto”, como apunta san Pablo). Noticias de guerras, sufrimiento de los desplazados de sus hogares, violencia, incluso en el seno de las familias, dolor… sufrimiento en nuestro recorrido.
Y, como el ángel de la poesía, le decimos a Dios: ¡Señor…! ¡Pero…!
Y Él nos responde también: Todo está bien.
El mal no tendrá la última palabra y Cristo ha vencido a la muerte, suya es la victoria. Es nuestra esperanza.
Nuestro recorrido no es fácil, el suyo tampoco lo fue. Él va delante de nosotros y nuestros dolores, yendo de su mano, tienen sentido… Todo está bien.
¡Feliz Navidad!
Mercedes Castellano
Grupo Virtual de Jesús Galilea
ENMANUEL
DIOS CON LA HUMANIDAD
¿Quién no tiene recuerdos de navidades entrañables? Sin duda, han dejado en nuestro corazón presencias llenas de amor y ternura, que el paso del tiempo no podrá borrar.
Si alguien me preguntara hoy, ¿qué es para tí la Navidad?, respondería convencida y segura: para mi la Navidad es el otro-@, ese rostro humano donde Dios refleja su imagen e imprime en ella su misericordia.
¿Qué sería del hombre y la mujer sin el amor de Dios?
Un amor que nos ha hecho libres para creer, sentir, obrar, y que, sin embargo, no nos «suelta» del todo, porque sabe la vulnerable y frágil condición de nuestra humanidad.
Estudios sociológicos hablan de la gran pandemia de este siglo XXI que afecta a hombres y mujeres de toda condición: LA SOLEDAD.
Una realidad que provoca un gran sufrimiento, la agonía lenta de toda esperanza, todo anhelo y alegría.
El otro, ese rostro ignorado, apartado, excluído, echado fuera, donde su vida y presencia no moleste, no interfiera en mis intereses y conveniencias, no me interpele de cerca, por aquello de la conciencia y el compromiso.
El otro, amado por Dios, cuya mirada busca su rostro de amor y misericordia.
Creo que el pecado más grave de tantos cristianos-@s de nuestra sociedad, es el olvido, abandono e indiferencia, hacia quienes sufren en soledad, la falta de amor y reconocimiento.
Navidad de risas y gozos vacíos de sentido perdurable y horizonte de esperanza.
Navidad con los míos: familia y amigos, mi grupo y compañeros.
Enmanuel, humilde y pequeño, cuya presencia inadvertida, al abrigo de sus padres María y José, nos dice dónde encontrar el rostro del amor de Dios y su Misericordia.
En la soledad del que no cuenta y pasará rumiando sus deseos entre lágrimas, en la desnudez del que nada posee, en quien tiene por techo y hogar la fría intemperie, en el desarraigo de quien tuvo que dejar su tierra y raíces, en tantos hombres y mujeres mal heridos, que han quedado tirados en los arcenes de la vida, tal vez confinados en lúgrubes espacios, viendo la indiferencia in-misericordie pasar de largo.
Sabemos que existe esta triste realidad, posiblemente habrá quienes la hayan ido incubando a lo largo del año, con actitudes y comportamientos carentes de verdad y justa equidad, de todo gesto humano.
Pienso que la Eucaristía en Navidad, debe ir previamente acompañada de un verdadero encuentro con la Reconciliación.
Reconocer el daño causado, las actitudes poco evangélicas, la falta de respuesta, la omisión y silencio. Y estar decididos a cambiar con la evidencia de los gestos, todo cuanto sabemos hace daño y arranca la dignidad.
Que el FIAT de María nos ayude a responder con coherencia, a la Misericordia y Amor de Dios en cada ser humano.
Entonces Enmanuel será CARNE VIVA, LLENA DE MISERICORDIA entre nosotros, podremos cantar con júbilo: «EL SEÑOR HA ESTADO GRANDE Y ESTAMOS ALEGRES»
¡ZORIONAK ETA URTE BERRI ON!
Gracias a todos y todas
Miren Josune