Anunciar hoy a Dios como buena noticia
Después de una obra dedicada a Recuperar el proyecto de Jesús, abordamos ahora un tema de importancia vital: «Anunciar hoy a Dios como buena noticia». El evangelista Marcos nos dice que Jesús recorría las aldeas de Galilea «proclamando la buena noticia de Dios». Sin duda, el relato evangélico recoge una experiencia real: en el mensaje y la actuación de Jesús, aquellos campesinos de la Galilea de los años treinta captaban a Dios como algo nuevo y bueno. A los que vivimos en medio de una sociedad indiferente y descreída, el hecho no deja de sorprendernos. ¿Cómo pudo Jesús anunciar a Dios como buena noticia? ¿Qué tiene que suceder para que el misterio de Dios pueda ser experimentado como algo nuevo y bueno? Es probablemente la pregunta clave para imprimir la dirección adecuada al acto evangelizador en la sociedad actual.
¿Qué ofrezco a las comunidades cristianas a lo largo de este libro? Antes que nada es necesario que todos tomemos conciencia de la grave crisis religiosa que estamos viviendo entre nosotros. Por eso, en un primer capítulo titulado «En medio de una crisis sin precedentes», ofrezco una reflexión sobre la grave crisis que nos está sacudiendo y sobre los profundos cambios que se están produciendo entre los cristianos que solo hace unos años llenaban nuestras iglesias. No podemos ser espectadores ingenuos de lo que está sucediendo. Antes de buscar algunas claves para orientar nuestra acción evangelizadora hemos de situarnos con confianza grande en el Dios revelado en Jesús, pero también con realismo ante esta profunda crisis. Las preguntas y preocupaciones que están en el trasfondo de este libro son estas: ¿qué ha de ser y cómo ha de actuar la Iglesia de Jesús en estos momentos críticos? ¿Cómo hemos de entender y vivir hoy nuestra misión evangelizadora en las parroquias y comunidades cristianas?
El segundo capítulo lo he titulado «Acoger el misterio de Dios en la noche». No podemos permanecer pasivos ante una crisis tan radical. Hemos de reaccionar. ¿Cómo vivir la experiencia de Dios en medio de una noche tan oscura? ¿Cómo dar noticia de un Dios que parece interesar cada vez menos a la gente? No son cuestiones teóricas, sino preguntas que llevamos hoy muy dentro no pocos creyentes y evangelizadores. Dos convicciones subyacen en mi reflexión. La primera nos puede inquietar. En un futuro ya próximo, sin experiencia de Dios no habrá creyentes: el futuro de la fe entre nosotros está ligado al cultivo de la experiencia personal de Dios, sobre todo en nuestras comunidades. La segunda nos ha de alentar: el nihilismo moderno que pone en crisis a Dios puede ser punto de partida de un acercamiento más auténtico a su Misterio, pues está dejando al descubierto nuestras falsas imágenes de Dios, nuestros ídolos y nuestras manipulaciones de lo divino.
En este clima de caminos nuevos en medio de la noche, en el capítulo tercero, «Anunciar a Dios desde un horizonte nuevo», señalo brevemente algunas actitudes que, a mi juicio, hemos de cultivar en nuestras comunidades para anunciar a Dios en nuestros días. Destaco la confianza absoluta en la acción salvadora de Dios; la necesidad de promover un nuevo comienzo de la fe; la importancia de acoger el Evangelio antes que anunciarlo a otros; la actitud de caminar con los hombres y mujeres de hoy, abriendo caminos al reino de Dios; el cuidado de la fe como adhesión al camino abierto por Jesús; la construcción de una Iglesia que puede ser también hoy «signo de salvación» para todos.
Para anunciar a Dios desde un horizonte nuevo es necesario reavivar en nuestras comunidades la experiencia de Dios que vivieron los primeros discípulos al encontrarse con Jesús. En el capítulo cuarto, que titulo «Experiencia de Dios y evangelización», articulo mi reflexión en tres partes. Primero pongo de relieve diversos síntomas y rasgos de la sociedad moderna, necesitada de una experiencia nueva de Dios. Luego hago ver la necesidad de tomar conciencia de que nuestro trabajo evangelizador en medio de esa sociedad se sustenta, con frecuencia, en una experiencia empobrecida de Dios. Por último expongo la necesidad de impulsar una nueva etapa evangelizadora para actualizar en nuestros tiempos aquella experiencia originaria que vivieron con Jesús los primeros discípulos –hombres y mujeres– que se encontraron con él.
Los primeros discípulos vivieron con Jesús la experiencia de un Dios amigo del ser humano. Es un dato que no lo hemos de olvidar ni oscurecer. No abriremos caminos que acerquen a los hombres y mujeres de hoy al misterio de Dios si no aprendemos a «vivir y comunicar la experiencia de un Dios amigo». Este es el título del capítulo quinto. Toda la actuación de Jesús no es sino la encarnación del amor y la amistad de Dios hacia el ser humano. A partir de este dato podremos describir la experiencia cristiana de Dios en clave de amistad y entender la llamada a anunciar la Buena Noticia de un Dios amigo del hombre en un mundo donde se sufre tanto por la falta de amor.
Sin testigos no es posible transmitir hoy la experiencia de Dios vivida en torno a Jesús. Hoy, lo mismo que en la Galilea de los años treinta, no faltan escribas, doctores y jerarcas, pero, ¿hay testigos que se han encontrado con Jesús, capaces de comunicar la experiencia del Dios vivo que han descubierto encarnado en su persona? En el capítulo sexto, que he titulado «Testigos del Dios de la vida», trato de responder de manera sencilla y concreta a preguntas que hemos de hacernos los creyentes de hoy: ¿quién es testigo del misterio de Dios? ¿Qué vive ese testigo? ¿Qué es lo decisivo en su experiencia? ¿Qué es lo que comunica a los hombres y mujeres de hoy? ¿Cómo lo hace? ¿Cómo se sitúa en medio de esta sociedad tan indiferente ante Dios?
Con frecuencia no somos conscientes de que la sociedad moderna tiende a generar un hombre vacío de interioridad, lleno de ruido y sordo a las llamadas de Dios. Para muchos puede ser el mayor obstáculo para escuchar la Buena Noticia de Dios. Por eso, en el capítulo séptimo abordo «La necesidad de recuperar la espiritualidad de Jesús». Después de señalar algunos rasgos de la cultura moderna del ruido y la superficialidad subrayo la sordera interior de no pocas personas, que no aciertan a abrirse a la Buena Noticia de Dios. Trato luego de la importancia del silencio como camino hacia Dios. Por último, ante nuevas propuestas de caminos espirituales, concluyo reafirmando la necesidad de cultivar una espiritualidad arraigada en Jesús, si no queremos empobrecer nuestro seguimiento a quien es nuestro Maestro y Señor.
José Antonio Pagola
2. Anunciar hoy a Dios como buena noticia
Sí que es una crisis sin precedentes.Entre mis familiares y amigos , con hijos educados religiosamente ,éstos han abandonado todos, la práctica religiosa y no digamos ya los nietos.
Y son buena gente,pero , por los motivos que sean se han ido y ya «no les dice gran cosa» , aunque seguro que en su interior esta viva la necesidad de trascendencia y de búsqueda , aparcada más o menos conscientemente quizás por otrpos intereses inmediatos,
En algo habremos fallado , pero ahora lo que importa es intentar esta nueva etapa evangelizadora
Nos damos cuenta de que lo urgente es ése «volver a Jesús pero de VERDAD .
Quiero agradecer a Jose Antonio Pagola toda la labor que viene haciendo desde hace años, en este terreno , Y que si bien es verdad que las cosas van mal, también es cierto que hay mucha semilla que se ha ido sembrando y gente que va encontrando el camino de vuelta
Que Dios le bendiga y le siga acompañando