Queridos lectores, lectoras:
Con gozo llegamos al final del recorrido de Grupos de Jesús. A partir de ahora, Jesús pone toda su confianza en nosotros y nos apremia a realizar una misión de responsabilidad, pasando de ser seguidores suyos a ser mensajeros de Jesús. Ojalá nos dé la fuerza y valentía para ayudarlo y afrontar esta tarea. Compartimos nuestra última reflexión, la del tema 40, «Poneos en camino», dando las gracias a todo aquel que haya tenido el gusto de acompañarnos en todo este tiempo.
ACERCAMIENTO AL TEXTO EVANGÉLICO
Hemos sido escogidos -pura gracia del Padre- como discípulos de Jesús. Ansiamos vivir con los mismos valores y sentimientos de Jesús, de fraternidad universal amparados por el inmenso amor compasivo y transformador del Padre. Pero no bastan estas vivencias. Jesús nos envía a cada uno en particular, y a nosotros como Grupo, a que anunciemos y seamos testigos vivos de su Reino. Esta llamada queda bien patente en el relato evangélico, en el cual, Jesús envía a sus seguidores a diversos lugares para anunciar lo que han recibido; pues no se trata de que se queden para ellos con la experiencia vivida sino que deben dar a conocer su Reino. No sustituyen a Jesús, sino que van en su nombre y lo anuncian. Detrás de ellos irá Jesús, que hará que todo lo anunciado se convierta en realidad. El anuncio debe hacerse no tanto con las palabras, sino con nuestra propia vida, con nuestra sonrisa, con nuestro abrazo… Así pues, queda claro que la Iglesia nació para una clara misión: salir en busca del que sufre, del marginado, del enfermo y para anunciar a Jesús resucitado que comparte su resurrección con todos, dándonos vida.
Lo primero que nos dice Jesús es “Poneos en camino”, esto significa cambiar nuestras ambiciones y deseos de supuestas felicidades por la propuesta que Él nos ofrece. Con su sinceridad característica nos advierte y explica no solo la parte buena, sino también la negativa o los peligros que hemos de afrontar cuando nos envía “como corderos en medio de lobos”. Efectivamente, en medio de la sociedad actual esto es un reto, pues el evangelio es incómodo y compromete. Y si lo vivimos como Jesús lo vivió y predicó nos vamos a granjear muchos “lobos” y vamos a sufrir marginación, rechazo, persecución, e incluso a veces, algunos encuentran la muerte. También es muy difícil defender tu fe si supuestamente está dentro de un centro de poder que ha perdido toda la esencia de su origen. Las personas ya no quieren ni oír hablar de Jesús porque lo relacionan con la Iglesia, y esta no deja de cometer y tolerar tropelías y abusos. Tal vez, por eso, para acabar ya con toda esta situación, el Papa esté interesado y centrado en la misión.
Para andar el camino, Jesús nos da unas sorprendentes y atípicas recomendaciones: “No llevéis sandalias, ni alforja, ni talega”. No podemos llevar nada porque en la carencia de todo ello será donde se nos manifestará un Padre providente. Y por nuestra parte, es manifestar la confianza máxima a nuestro Padre del cielo porque sabemos que nuestra fuerza reside en Dios, no en nosotros ni en las cosas materiales. Prueba de la veracidad de las palabras de Jesús es el resultado de lo que ha ocurrido en la mayoría de iglesias: se han concentrado en las riquezas y honores, obviando estas palabras clave de Jesús. Por contra, Él nos envía ligeros, libres, sencillos, llenos de solo de amor, así inspiraremos más confianza, más seguridad en Dios. La fuerza para ello y la valentía nos la da el Espíritu del Señor que nos envía.
También nos dice que lo primero que hemos de desear es “Paz a esta casa”. Es importante para Jesús introducir paz en el mundo porque sin ella no puede instaurarse ni existir su Reino. La paz y la convivencia son cruciales para que exista humanidad. Pero esto solo podremos hacerlo cuando nuestro corazón y mente estén en paz. Si alcanzamos paz interior nos habremos preparado para contagiar esta paz a los demás y poder extenderla por el mundo -como quería Jesús-, porque esa paz es absolutamente necesaria para seguir a Jesús. Para ello, sería deseable recibir y hacer vida su mensaje buscando lo que nos plenifica y une como hijos de Dios; y así, poder vernos como lo que somos, hermanos de un mismo Padre. Es necesario, por tanto, buscar la unidad entre los cristianos y todas las demás religiones.
El testimonio debe darse con la vida. Solo así podremos ser creíbles, aunque somos muchos y no todos podemos actuar del mismo modo pues somos diferentes y cada uno actúa según su saber, entender y ser. Hay quienes se afanarán y no perderán ocasión para transmitir la Palabra, y anunciar que el Reino de Dios está en nuestro interior. Hay también quienes, a través de sus actos, con la vida, con la mirada puesta en el prójimo, sin palabras, estarán demostrando día a día que el Reino de Dios lo llevamos dentro. Cualquiera de las dos fórmulas es válida, pero previamente -y esto es importante y necesario-, tendremos que haber asumido que queremos seguir a Jesús, que queremos amar al Padre, y que este amor se traduce en amar al prójimo. Si no tenemos esto asumido e interiorizado, difícilmente podremos llegar a ser mensajeros de Jesús.
Nos queda claro, por tanto, que educar para el Reino no es en primer lugar enseñar verdades ni doctrinas, sino que es una nueva manera de vivir y convivir, es una nueva forma de pensar y de actuar.
ACERCAMIENTO A LA VIDA
Pasé junto a una persona acostada en un banco, sin apenas ropa para cubrirse. No hice nada por ella. Y esa creo que es la gran incongruencia en que vivo. Quiero seguir a Jesús, pero ¿qué seguimiento es ese que no me lleva a una amor fraterno, efectivo hacia los que padecen y soportan carencias materiales o de otro tipo?
Vivo, a veces más y otras menos, pensando en dedicar tiempo a curar y abrir caminos al proyecto humanizador de Dios. Es necesario abordar algo, pero hay que identificar lo que puedo hacer, pensar bien, medir fuerzas y luego ponerse manos a la obra. No es nada fácil. Y mientras tanto aprovechar todas las oportunidades que se presentan para ayudar a los demás. Pequeñas cosas. Hacer un poco más felices a los que me rodean.
Desde el momento en que soy consciente de la misión que tengo como hija de Dios, y más, al haber profundizado en este tiempo en el GVJ, he hecho lo posible por ser mejor ser humano, por dar buen ejemplo, por ser mejor persona.
No considero que tenga que llevar a cabo una tarea evangelizadora en el sentido de predicar su seguimiento. Y tampoco quiero. Trato de incorporar a mi vida todo lo que voy interiorizando del mensaje de Jesús, o mejor dicho, trato de vivir mi vida desde ese interior. No pienso que nadie tenga que seguirme como ejemplo, pero quizá, si con mis actos alguien piensa un poco, o se le enciende una chispita para descubrir otra forma de vivir… mejor.
Pienso que sí estoy dedicada a abrir caminos al proyecto humanizador de Dios, pero no tengo tan claro que no me canse y pierda el camino. Para esto es de mucha utilidad el grupo de Jesús. Normalmente no vivo solamente pensando en mí, ni en mis cosas, siempre tengo organizado algo.
La mejor contribución de este Grupo para que la Iglesia salga de sí misma a anunciar el Reino de Dios creo que puede ser el cambio personal de cada miembro. La suma de varias personas que experimentan una conversión personal da como resultado que el Grupo experimente un importante avance y maduración en la fe, que siempre redundará no solo en beneficio nuestro sino también de los demás y, por ende, de toda la Iglesia.
Yo he podido sentir cómo vuestras aportaciones me han influido en mi caminar con Jesús, incluso en estas últimas del tema 40; siento como si fuera Jesús el que me habla, una mezcla de vosotros y Jesús. Y esto es en lo que hemos de seguir, cada vez menos nosotros y más Jesús; como niños con fe ciega, sí, costará un tiempo ya lo sé, pero no tenemos prisa.
MARIVI, RICARD, ANA VILMA, ANTONIO, FRANCIS, ISABEL, JAVIER, LUCILA, MARGALIDA